miércoles, 29 de abril de 2015

'El diagnóstico', de Edith Wharton

Leer a Edith Wharton resulta siempre, sin excepción, un placer.  He de reconocer que me interesa particularmente, dentro del conjunto de su obra, su narrativa corta, en la que su estilo preciso y la profundo análisis de los personajes destacan de modo especial. Y hoy le toca turno a El diagnóstico que tras ser publicado en 1930 en el Ladies' Home Journal se incluyó en el recopilatorio de relatos Human Natura de 1933.

Paul Dorrance, soltero de 49 años y de vida acomodada, al recibir las buenas noticias de sus médicos sobre su salud está decidido a dejar a su amante, Eleanor Welwood, con la que lleva cerca de 15 años pero a la que ha dejado de amar. Ella se ha divorciado de su marido debido a su relación con Dorrance y sigue enamorada y siendo material maleable ante los deseos de Dorrance. Pero todo cambia cuando, en el momento de ir a hacer la llamada, ve en el suelo de su despacho lo que parece ser  una nota del médico que acaba de visitarlo con las gratas nuevas. El informe, sin embargo, notifica el fatal desenlace de su dolencia. La perspectiva de una muerte cercana provoca el replanteamiento de todo y, como ya ha hecho en el pasado, vuelve a utilizar a Eleanor. Le pide matrimonio, seguro de su respuesta y haciendo gala de un egoísmo supremo, tan solo para poder sentirse acompañado en su camino hacia la tumba.
 
Eleanor, la entregada y dulce enfermera y cuidadora, necesaria en la faceta de Dorrance como pobre agonizante parece ser posteriormente un estorbo. Sin embargo, Dorrance, en el fondo un cobarde, se ampara en Eleanor para, disfrazándolo de abnegación y agradecimiento, evitar afrontar la vida y sus riesgos. Pero las cosas en las  obras de Wharton, como en la vida, no son siempre lo que parecen.
 
La profundidad en el tratamiento del personaje de Dorrance- Eleanor apenas se manifiesta sino en breves interacciones con él- hace la narración hipnótica llevando al lector de aquí para allá tras los cambios de rumbo en el pensamiento de Dorrance. Y si asombrosa es la precisión narrativa que disecciona como un bisturí, asombroso es el final que, como decíamos es ya habitual en las novelas cortas de Wharton, esconde una vuelta de tuerca, un giro que da un nuevo sentido a la historia y deja perplejo al lector, al que obliga a un replanteamiento de los personajes y de lo leído.
 
Más allá de las mezquindades y miserias del alma, de la naturaleza humana, quedan de fondo en El diagnóstico las reflexiones sobre el paso del tiempo y la inevitable inminencia de la muerte...
“(...) de haber sabido que la tumba se encontraba allí, tan cerca, abarcándolo todo, infinitivamente más imponente y real que las tonterías a las que había dedicado años de su vida... si alguien se lo hubiese dicho... habría hecho muchas cosas de forma diferente.. (...) había cometido la estupidez de no vivir plenamente su vida, de clasificarlo todo, de distinguir entre unas cosas y otras, de verlas en perspectiva, de elegir, de sopesar. Cuando sólo había tiempo de tomar la vida y bebérsela de un trago –antes de que el cáliz que la contenía se quebrase-, ¡Santo Dios!, mientras su garganta aún fuese capaz de tragar”.

¡Carpe diem!

domingo, 26 de abril de 2015

'Confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre', de Belén Barroso

 

Las confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre que dan título al libro vienen a ser un compendio de las treinta y cuatro misivas que la protagonista dirige a su Querida Edwina. Este formato epistolar, utilizado por Jane Austen en Lady Susan y por otros autores ya clásicos como Francis Burney (Evelina), Pierre Choderlos de Laclos (Las amistades peligrosas) o Constance de Salm (Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible), resulta particularmente atractivo y centra la perspectiva de la historia en un único punto de vista, el de la redactora de las cartas. Es evidente que solo a través de la autora de las confesiones podremos conocer a los demás personajes y ser testigos de las diversas situaciones que se van sucediendo. Pero muy pronto conoce el lector de qué pie cojea la heredera.

La novela nos traslada a la época de la Regencia y nos adentra en un ambiente de clasa alta, en la campiña, que evoca clara e intencionadamente el entorno en el que se desarrollan las novelas de la admirada Jane Austen. En este sentido la novela no pretende retratar con rigor histórico una época, sino evocar la ambientación recreada anteriormente por otra escritora de ficción. La aparición en el texto, por tanto, de un par de anacronismos- la referencia al cartero, cuya figura no existía a esas alturas del siglo XIX en el campo o la extension de las cartas, como si fuese a encarecer su envío cuando era el destinatario no el remitente el que pagaba el servicio en aquella época, o la mención al monstruo del lago Ness con la imagen que popularizarían las presuntas fotografías de R. K. Wilson más tarde en 1934- estos anacronismos, digo, no tienen en el tono general de la novela la menor relevancia.

La protagonista-narradora de la historia, Lady Hawthornetone Wiiliamsmith, es una joven de dieciocho años, en edad casadera por tanto, con pretensiones y claras inclinaciones, respaldadas por la familia, a que el feliz acontecimiento de su boda se produzca lo antes posible. Vive con su peculiar familia en Paisley Manors rodeada de un sin fin de servicio atento a todas y cada una de sus numerosas necesidades. Las visitas, la liturgia del té, los bailes, cotilleos y la búsqueda de un futuro marido son la esencia de su lánguida existencia que, aunque con momentos de mortal paz, vive con alegría y cierta trascendencia. La hija del vicario vendrá afortunadamente, para ambas, a paliar en gran medida esta ociosidad dando a nuestra heredera, cual austeniana Emma Woodhouse, la excusa perfecta para convertirse en experta asesora en moda, literatura y relaciones y modos sociales. Así, entre su nueva labor de mecenas, los bailes de la nueva temporada social de Langfalls Upon Avon, la rivalidad con su "queridísima amiga Agnes" y los pretendientes varios que van surgiendo, con mayor o menor éxito, el tiempo va pasando de manera más ocupada y dando oportunidad al romance.

Confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre quiere ser, en propias palabras de la autora, un homenaje (parodia diría yo) a Jane Austen y su mundo. Es evidente esta intento de cercanía a la obra austeniana en la ambientación, como decimos, la trama y los frecuentes guiños que se encuentran a las ya mencionadas Lady Susan o Emma, a Sentido y sensibilidad (cierto personaje, por ejemplo, con claras reminiscencias a Willoughby), a Orgullo y prejuicio (alguna mala primera impresión y malentendidos entre nuestra heredera y uno de los caballeros de la historia), a La abadía de Northanger (carácter ingenuo del personaje con una mente calenturienta inflamada con perniciosas lecturas),... además de las citas que inician cada uno de los capítulos/misivas. En cuanto al estilo no existe similitud alguna, ni intención de que así fuese, pues las autoras tienen modos de narrar bien diferenciados.

Humor, ironía, sarcasmo son la base sobre la que la autora ha construido su novela. Y este humor apenas deja sitio para nada más. Este humor del absurdo, que recuerda, por ejemplo, al de Jack Trevor Story en Pero, ¿quién mató a Harry? o al de Jardiel Poncela en las parodias de Sherlock Holmes, no deja posibilidad alguna a la verosimilitud o a la empatía con los personajes, que no acaban de tener entidad, y acaba convirtidos en arquetipos exagerados y al servicio del ingenio, por otra parte innegable, de la autora. Cada uno condimenta la ensalada como más le place. La autora lo ha hecho a su manera, cargándola de humor. A pesar de su disfrute, yo hubiese preferido ingredientes más variados, pero  eso, ya se sabe, es cuestión de gustos. 

Belén Barroso ha pretendido crear una obra ligera con vocación de entretener y lo ha conseguido. Su novela es un ameno divertimento que ofrece una lectura agradable y divertida envuelta, además, en una preciosa edición con ilustraciones de estilo vintage


jueves, 23 de abril de 2015

Día del libro. Grupo Tarro-libros 2015. "Porque somos lo que leemos..."



Porque somos los que leemos, los miembros del Grupo Tarro-libros hoy, Día del Libro, somos... 

(Picad sobre cada imagen y sabréis quién se esconde tras ellas)


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“Siempre imaginé que el Paraíso sería una especie de biblioteca."

Jorge Luis Borges

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"Desde que descubrí los libros y las bibliotecas, para mí, cada día del año es Navidad"
Jean Fritz
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“He buscado por todas partes el sosiego y no lo he encontrado sino en un rincón apartado, con un libro en las manos." 
Tomás Kempis

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"Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros" 
Adolfo Bioy Casares 
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"Leer y entender es algo; leer y sentir es mucho; leer y pensar es cuanto se puede desear"
Autor anónimo
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"Literatura es mi Utopía. No hay barrera de sentidos que me pueda quitar este placer.Los libros me hablan sin impedimentos de ninguna clase"
Helen Keller
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"Un libro, como un viaje, comienza con inquietud y se termina con melancolía.” 
José Vasconcelos
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"Un libro debe ser como un rompehielos que penetre en los mares congelados de nuestras almas"
Franz Kafka 
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“Los libros son como los amigos, no siempre el mejor es el que más nos gusta.” 
Jacinto Benavente
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"No es posible vivir sin libros"
Thomas Jefferson
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"Cuanto más crece nuestro conocimiento de los buenos libros, tanto más disminuye el círculo de los hombres cuya compañía nos resulta ingrata" 
Ludwig Feuerbach
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"Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro"

Emily Dickinson

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"Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres"
Heinrich Heine
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"El regalo de un libro, además de un obsequio es un delicado elogio"
Autor anónimo
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"Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida"
 Somerset Maugham
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"Solo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo"
Sándor Márai 
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"La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en el que el libro habla y el alma contesta"
André Maurois

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"Los libros me enseñaron a pensar, y el pensamiento me hizo libre"
Ricardo León
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"Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita toda una vida muy larga"
Francisco de Quevedo
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"El recuerdo que deja un libro a veces es más importante que el libro mismo"

Gustavo Adolfo Bécquer

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"Sentarse tranquilamente bajo la luz de una lámpara con un libro abierto entre las manos, y conversar íntimamente con los hombres de otras generaciones, es un placer que traspasa los límites de lo imaginable"
Elizabeth Barrett Browning


Desde el Grupo Tarro-libros os deseamos...


¡¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!!!



Porque somos lo que leemos... 'El camino', de Miguel Delibes



Hoy 23 de abril, Día del Libro, el Grupo Tarro-libros no podía faltar a la cita con una nueva iniciativa. "Porque somos lo que leemos..." es nuestro lema para este día. Y bajo esta 'frase insignia' hemos organizado una actividad consistente en elegir un libro, poema, autor o personaje literario con el que cada uno de nosotros nos sintamos de algún modo identificados o particularmente vinculados. Puede parecer tarea fácil pero no lo es tanto, creedme. Elegir tan solo uno, descartando muchos otros, se ha hecho un poco complicado. Pero lo hemos conseguido. Vamos con ello.

Porque somos lo que leemos yo hoy soy...El camino, de Miguel Delibes.
"Las cosas podían haber sucedido de otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años,  lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inefable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba..."
Fue El camino una de mis lecturas y relecturas de adolescencia, época muy intensa a todos los niveles y especialmente, al menos en mi caso, como lectora. Recuerdo con cariño, y cierta nostalgia a veces, las horas de intriga y misterio con Agatha Christie, Anne Perry o P. D. James; los momentos compartidos con la familia March, queriendo ser Jo una y otra vez; las aventuras vividas en Dos años de vacacionesMiguel Strogoff o Cinco semanas en globo; el tiempo dedicado a desentrañar los misterios de un libro (uno de los muchos regalos de mi madre), El triángulo de las Bermudas, que me tenía obsesionada; los ratos memorizando uno tras otro los poemas de Bécquer, fragmentos de La vida es sueño, de Calderón, o de alguna obra de Lope, o aprendiendo 'de cabo a rabo' el largo poenma La carta, incluido en El tren expreso, de Ramón de Campoamor, que había encontrado en un viejo libro de mi madre... Una adolescente cargada de literatura- nunca ha dejado de ser así-, de aventura, intriga, algo de romance, poesía, teatro... y Delibes. 

El camino fue mi primera lectura de Miguel Delibes. Luego vendrían El príncipe destronado, Mi idolatrado hijo Sisí, La hoja roja (que releí pasados los años para intentar comprenderla mejor a través de la pátina de la experiencia) y tantas otras. Mi admiración, y cariño, por Delibes se fue forjando con lecturas y relecturas. De El camino conservo todavía imágenes muy vívidas, proyecciones de escenas varias veces leídas y la cercanía de los sentimientos y sensaciones vividas con el Mochuelo, el Tiñoso, la Mica,... Delibes fue uno de mis escritores españoles más queridos ("Soy de Delibes, no de Cela", solía decir, deseando posicionarme). Su muerte la viví con innegable tristeza y, curiosamente, fue el impulso que me llevó a abrir este blog. Justo un día después de su fallecimiento se iniciaba el camino de Carmen y amig@s. 

Por esto, porque es ya parte de mí, porque somos lo que leemos, siempre vuelvo a Delibes.

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Esta es mi aportación a esta celebración del Día del Libro pero durante la tarde de hoy publicaré una entrada con la selección hecha por el resto de participantes. No os la perdáis. Os esperamos... AQUÍ


lunes, 20 de abril de 2015

'El monje negro', de Anton Chéjov

"Andrei Vasilievich Kovrin, Magister, estaba agotado; tenía los nervios completamente destrozados. Algunas veces, mientras tomaba una copa con su amigo el doctor, éste le aconsejaba que pasara una temporada en el campo, y mejor aún, toda la primavera y el verano, pero Andrei nunca le hacía caso.
Un día recibió una extensa carta de Tania Pesotski, en la que le invitaba a pasar una temporada en la granja de su padre, en Borisovka. Kovrin decidió aceptar."
Así da comienzo El monje negro, de Anton Chéjov, con el protagonista, Andrei Kovrin, desplazándose hacia la granja de sus amigos, los Petovski, para recuperar esa estabilidad mental y ese sosiego que se le escapa por momentos. Kovrin es un joven de ajetreada e intensa actividad intelectual. Sus días y noches- apenas duerme media hora- las dedica al estudio, la reflexión y la lectura. La filosofía y la psicología son las disciplinas en las que centra su investigación.

Los jardines, un verdadero vergel, y la vida sencilla de los Petovski parecen ideales para el paseo, la tranquilidad y la anhelada paz mental. Y además de ese ambiente bucólico, se encuentra entre gente que le aprecia sinceramente: Igor Semionovich lo crió, al quedar Andrei huérfano, como a un hijo, y Tania, la joven, bella y vehemente Tania, siempre ha estado enamorada en secreto de él. Todo presagia, por tanto, un agradable y progresivo restablecimiento.

Las apariciones de la figura de un monje negro, con el que Andrei dialoga y cuyo discurso y presencia le provoca éxtasis de felicidad, cambia el rumbo de las cosas. Junto al monje negro, Kovrin siente su mente más viva, más lúcida, y comprende que el monje, sea producto de su imaginación, un fantasma o un espejismo, sea lo que sea, le habla directamente a su mente y le comprende como nadie lo ha hecho. 

Anton Chéjov (1860-1904)
La tuberculosis fue una dura y cercana compañía de Chéjov durante largo tiempo- falleció de esta enfermedad con apenas 44 años- y la conocía, por tanto, muy bien. Quizá también sufrió alucinaciones- consecuencia frecuente de la tísis- al igual que el protagonista de su relato. Y esta puede ser una de las interpretaciones de las visiones del monje negro, por parte de Andrei. Pero sea cual sea la perspectiva que adoptemos ante estas apariciones, ante su esencia- efecto de la enfermedad, desdoblamiento de la personalidad, simple locura,...- lo innegable y en lo que es imposible no coincidir es en lo cautivador de la fantasía poética sobre la que Chéjov construye el relato.

Dualidades varias se encuentran en el relato. Por un lado, el enfrentamiento entre el entorno idílico, la naturaleza, los jardines y huertos de los Petovski, el trabajo manual de horticultura al que dedican sus días y el esfuerzo intelectual, la búsqueda del conocimiento absoluto, de la vida eterna de Kovrin. Por otro lado, el rebaño cuerdo al que pertenece la mayoría, mediocres seres de mentes adormecidas ante la locura de lo excelso, de lo superior, de los seres elegidos, de la inteligencia en constante debate de ideas, de la genialidad. ¿Cordura en la simplicidad o locura en la lucidez?

"Ser un genio es ser un demente."

El libro que os propongo hoy, en la bonita edición de Eneida- imposible resistirse a sus portadas y a la selección de las obras- incluye además del relato que da título al recopilatorio otras cinco piezas breves: En la oscuridad, Un noche de espanto, El misterio, La víspera del juicio. Memoria de un preso y Una mujer sin prejuicios. En todos los relatos se revela la maestría de Chéjov en las distancias cortas en las que destacó particularmente.


lunes, 13 de abril de 2015

'Los ojos del hermano eterno', de Stefan Zweig


Stefan Zweig es una de mis debilidades. Mi devoción se forjó paulatinamente lectura tras lectura y tras su obra vino la curiosidad por su persona, por su vida y su muerte.

El libro de hoy es un libro un tanto especial, peculiar diríamos, dentro de la narrativa de Zweig, pero de nuevo vuelvo a rendirle pleitesía al buen hacer y la delicadeza narrativa del autor. En Los ojos del hermano eterno, narrado a manera de crónica o leyenda, nos cuenta Zweig las vicisitudes de Virarta en su proceso de perfección, en su camino hacia la verdad.
"Ésta es la historia de Virarta, a quien su pueblo enalteció con los cuatro nombres de la virtud, pero de quien nada hay escrito en las crónicas de los soberanos ni en los libros de los sabios, y  cuya memoria los hombres han olvidado."
Virarta, intrépido guerrero y muy leal súbdito a su rey, logra sofocar el ataque de los traidores al monarca, pero en la contienda nocturna mata inintencionadamente a Belangur, su hermano mayor. Los ojos de su hermano muerto, fijos en él desde sus oscuras cuencas,  serán a partir de este momento los ojos del hermano eterno- del hermano que se esconde tras cada hombre- que le mostrarán su culpa. Y Virarta busca alejarse de esos ojos, de esa mirada que siente acusadora dejando la espada y la violencia "enemiga de la justicia". Los hombres pasan de llamarlo El Rayo de la Espada a denominarlo La Fuente de la Justicia.
"(...) tan sólo sabe del golpe quien lo recibe en carne propia y no quien lo asesta; sólo aquel que ha sufrido puede medir el sufrimiento (...) no se puede medir a nadie con una vara que no se conoce".
Su camino hacia la justicia y la verdad, escapando siempre de la culpa, le hace imposible volver a juzgar a nadie.
"Solo puede ser justo aquel que no tiene parte en el destino ni en la obra ajena."
Stefan Zweig (1881-1942)

Aconsejar sin tomar decisiones directas sobre las vidas y destinos de los demás se presenta como la actitud más recta y sabia. Ahora él será para su pueblo El Campo de Buen Consejo. Pero las reflexiones que hace sobre la validez de toda vida y el derecho a la libertad de todo ser humano le lleva a una vida en completa soledad, en un estado de mera observación, de no-acción, apartado de los hombres y por tanto del reprocho de los ojos del hermano eterno, convirtiéndose en Estrella de la Soledad.
"Sólo es libre el que sirve, el que ofrece su voluntad a otros y emplea sus fuerzas en una obra sin hacer preguntas."
En su búsqueda de la paz sin culpa se hace necesario el abandono y la negación de la voluntad. Virarta se siente inevitablemente atrapado al no lograr aceptar el error y la culpa como características intrínsecas al ser humano.
"No quiero disponer más de mi libre albedrío. Porque el hombre libre no lo es y el que no hace nada también es culpable." 
Los ojos del hermano eterno es una lectura muy recomendable, tanto para asentir como para disentir ante la decisión final de Virarta, de la salida que le ofrece Zweig. ¿Es acaso la suya la única salida posible para escapar del tormento de la culpa, para hallar la verdad y la justicia? 


lunes, 6 de abril de 2015

'El regreso', de Joseph Conrad


Joseph Conrad acabó la redacción de El regreso (The Return) en 1897. No fue publicado el relato en ninguna revista como él hubiese deseado pero un año después, en 1898, lo publicó junto a otros tres relatos bajo el título Cuentos de inquietud (Tales of Unrest).

Para los habituales de las obras de Joseph Conrad, El regreso se muestra como una narración peculiar en su tono, en su enfoque, en su ambientación. El retorno se aleja del mar, tan querido para Conrad, de territorios exóticos- una casa de la City de Londres es el escenario aquí- y de la temática habitual en sus escritos. Y este alejamiento de su entorno de comodidad como escritor le dificultó la tarea, como él mismo confiesa,   
"(...) cualquier comentario amable en relación con 'El regreso' (y los ha habido en diferentes momentos) despierta en mí la mayor de las gratitudes, pues sé muy bien cuánto trabajo, cólera y desilusión me costó la redacción de esta fantasía... " 
Conrad decidió el inicio de El regreso tras compartir una comida con Henry James. De hecho, bien pudiera haber sido escrito El regreso por el propio James pues su intimismo, el desarrollo de la acción, la profundidad psicológica muestran similitudes con el modo y estilo narrativo del escritor. También entre sus vidas puede establecerse cierta semejanza en cuanto a su extranjerismo- Henry James era americano y Conrad de Ucrania, aunque ambos se nacionalizaron británicos- y como observadores de los modos, actitudes y costumbres del Imperio.  

Joseph Conrad (1857-1924)
La historia del El regreso tiene como protagonista a Alvan Hervey, caballero de buena posición económica y vida acomodada, hombre conservador y respetuoso de las normas y comportamientos sociales, que a su regreso a casa como cada día encuentra una carta de su esposa en el dormitorio de ambos. Le ha dejado por otro hombre. Todo su mundo se tambalea, su vida se hace añicos. Es presa del pánico y nosotros somos testigos de los devenires de su mente. Pero inesperadamente su esposa regresa. ¿Quizá pueda volver a ser todo como antes?

La carta, o más bien nota, de su esposa ha desestabilizado a Alvan. Su vida de convencionalismos y apariencias no parece poder soportar esta humillación. Tal es su estado de shock ante el abismo al que se ve enfrentado que preferiria que ella hubiese muerto. A su regreso, sin embargo, puede ser posible una solución, hablando y entendiendo, comprendiendo y perdonando. Quizá. Pero Alvan tan solo es capaz de hacer preguntas cargadas de falso orgullo, y pronunciar palabras falsas. No expresa lo que siente y los propios sentimientos parecen quedar relegados frente a la moralidad, el deber, las apariencias que se convierten en el eje y centro de la tensión dialéctica y emocional de la pareja.

Y en este proceso en el que ella apenas interviene se produce, como algunos han sugerido, un desdoblamiento- los abundantes espejos de la estancia lo ponen de manifiesto- en un nuevo caso de Dr.Jekyll y Mr. Hyde, no como oposición entre el Bien y el Mal en este caso sino como un cambio derivado del descubrimiento de uno mismo.

Escena de Gabrielle
"(...) Cogidos de la mano, se deslizaban por la superficie de la vida, en una atmósfera pura y gélida, a la manera de dos hábiles patinadores que dibujaran figuras sobre el hielo para admiración de los espectadores, y que ignoraban con desdén la corriente subterránea, la corriente tumultuosa y oscura, la corriente de la vida, profunda e inasequible a las heladas."

En 2005 el director francés Patrice Chéreau hizo una adaptación cinematográfica del relato de Conrad con el título de Gabrielle. Curisoso título, por cierto, que da protagonismo a la esposa de Alvan, cuyo nombre no se menciona en ningún momento en el libro.