miércoles, 30 de noviembre de 2016

'La perfecta casada', de Fray Luis de León. Enciclopedia Pulga. Nº 60


Que Fray Luis de León fue un intelectual preocupado por los asuntos de su tiempo es bien sabido pero los tiempos eran los que eran. Durante el Siglo de Oro la situación de la mujer no era precisamente apetecible ni envidiable. Como ya vimos en la entrada sobre Usos amorosos del dieciocho en España, de Carmen Martín Gaite, su lugar estaba en el "estrado", en la casa, bien custodiada por el marido y al cuidado de este y de su prole. Un universo el suyo muy limitado. 

En La perfecta casada Fray Luis de León nos da una lección en toda regla de cómo ha de comportarse una mujer que ha llegado al feliz estado del matrimonio. Interesante ya este matiz. No le interesa al pensador agustino advertir a las mujeres en general, mujeres entendidas como seres plenos e individuales, sino solo a aquellas que están "completas" al pertenecer a un marido. La mujer como tal solo parece importar en cuanto que mantiene un vínculo- por supuesto de sumisión y acatamiento- con el hombre. Mal empezamos. 

La perfecta casada, texto publicado en Salamanca en 1584, consta de XXI capítulos o advertencias en las que el autor hace una exhaustiva descripción de aquellos atributos de que ha de estar dotada una mujer casada y de su adecuado comportamiento dentro de la familia, como ama de casa y en su dedicación a Dios. Todo se articula en torno a los roles de cada una de los dos componentes del matrimonio; la esfera privada y el papel ya mencionado arriba para la mujer y la esfera pública, económica y social del señor de la casa, del varón. Solo así se logrará la armonía y la paz doméstica y conyugal.


Ilustremos lo dicho con algunos fragmentos de la obra:


Capítulo II

"De manera que el hombre que acertase con una mujer de valor se puede desde luego tener por rico y dichoso, entendiendo que ha hallado una piedra oriental, o un diamante finísimo, o una esmeralda, u otra alguna piedra preciosa de inestimable valor. Así que este es la primera alabanza de la buena mujer, decir que es dificultosa de hallar. "



Capítulo IV

"Dios, cuando quiso casar al hombre, dándole mujer, dijo: «Hagámosle un ayudador su semejante» (Gén, 2); de donde se entiende que el oficio natural de la mujer, y el fin para que Dios la crió, es para que sea ayudadora del marido, y no su calamidad y desventura; ayudadora, y no destruidora. Para que la alivie de los trabajos que trae consigo la vida casada, y no para que añadiese nuevas cargas.”


Capítulo XVII

"Y como los peces , en cuanto están dentro del agua, discurren por ella y andan y vuelan ligero, mas si acaso los sacan de allí quedan sin se poder menear; así  la buena mujer, cuando para de sus puertas adentro ha de ser presta y ligera, tanto para fuera de ellas se ha de tener por coja y torpe. Y pues no las dotó Dios ni del ingenio que piden los negocios mayores, ni de fuerzas las que son menester para la guerra y el campo, mídanse con lo que son y conténtense con lo que es de su suerte, y entiendan en su casa y anden en ella, pues las hizo Dios para ella sola."

Llamativa y sorprendente es, sin embargo, la alusión que hace en relación a la crianza de la prole por parte de la mujer, no delegando en otras su labor y oficio, al decir:


Capítulo XVIII

"(...) y no ponga su hecho en parir muchos hijos sino en criar pocos buenos, porque los tales con las obras la ensalzaran siempre y muchas veces (...) 

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lunes, 28 de noviembre de 2016

Francois Courboin. Grabados de moda


La entrada de hoy será visual y parca en palabras; tan solo esta brevísima introducción para dar paso a algunos de los bellos y coloristas grabados del artista francés Francois Courboin (1865-1926). 

Que ustedes los disfruten... 






























































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miércoles, 23 de noviembre de 2016

El ferrocarril, el Big Ben y los 'knocker uppers'.

Antes de la Época Victoriana cada ciudad tenía su propio horario. Ahora nos puede parecer sorprendente e incomprensible, pero en esa época no todas las ciudades británicas se regían por la misma hora. La llegada del ferrocarril (recordemos que en septiembre de 1825 se pone en servicio en Inglaterra el primer ferrocarril del mundo) hizo necesario adoptar un horario común para todos aquellos lugares por los que pasaba, ya que se necesitaba elaborar un horario de trenes. Esto obligó a adoptar un horario estándar para todo el país.
Mary Smith haciendo su
trabajo de knocker upper

En esta época todavía no se habían inventado los despertadores, así que era el ruido de las máquinas de las fábricas empezando a funcionar lo que indicaba a los trabajadores que era el momento de levantarse e ir a trabajar. Además, muchas empresas contrataban a los “llamadores” ("knocker uppers" en inglés); su trabajo consistía en golpear las puertas de las casas de los obreros para despertarlos y hacerles saber que era hora de acudir al trabajo. Utilizaban para ello, palos, largas, baras o guijarros. Lo hacían dando ligeros golpes en las ventanas de aquellos trabajadores que pagaban sus servicios, lo suficientemente fuertes para despertarlos pero no lo bastante para despertar a quienes no pagaban. Business is business.  
Para que los victorianos pudieran ajustar sus relojes a la hora, o simplemente para que pudieran saber la hora, había un reloj en el ayuntamiento local o en las estaciones de trenes. Y ya que hablamos de los relojes en la época victoriana, no debería cerrar esta breve entrada sin mencionar el más importante, el reloj más famoso del mundo: el Big Ben. Quizá ya sabéis el porqué de su nombre… Los cuatro relojes de la torre funcionan gracias a un mecanismo de cinco campanas que se encuentran en su interior. A la más grande de las cinco, que tiene un peso aproximado de 13 toneladas, se le dio el nombre de Ben en homenaje al jefe de obra de Londres, cuyo nombre era Benjamin Hall. El nombre de Big Ben corresponde, por lo tanto, a la campana aunque actualmente nos referimos con este nombre a la torre en general.


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lunes, 21 de noviembre de 2016

Internet y las redes sociales segundo a segundo


La entrada de hoy os va a extrañar un poco a los habituales lectores del blog; no hablaré hoy de literatura, ni de la historia y sus curiosidades, ni viajaremos a la Inglaterra de los siglos XVIII o XIX... No, hoy va a ser una entrada muy actual, pegada a la realidad más inmediata, y mediática.

Este fin de semana he asistido a un Congreso que me ha proporcionado un verdadero cargamento de ideas, energía y proyectos. Fueron varios los ponentes- desgraciadamente no se podía asistir a todas las charlas ya que varias eran simultáneas- y de todos sin excepción he logrado obtener algunas claves que se adaptan a las necesidades del centro educativo en el que trabajo y que tienen que ver con el fomento de lectura de los jóvenes y adolescentes desde el ámbito de la biblioteca escolar, tema que vivo con pasión. 

Uno de los últimos relatores, Carlos Scolari, trajo una propuesta no directamente dirigida a la biblioteca escolar- él no es docente sino investigador de la comunicación experto en medios digitales, interfaces y ecología de la comunicación- pero que sí puede hacer saltar la chispa para integrar la biblioteca en esta sociedad llena de contenido transmedia. Para ello nos acercó de forma muy amena y atractiva a la cambiante, y en rápida evolución, realidad de las redes sociales. Y es aquí, al analizar las posibilidades de los productos transmedia dentro del ámbito educativo, que pudimos conocer la movilidad de la información que recibimos y aportamos- ya nos somos consumidores sino prosumidores- a través de las distintas, variadas y abundantes redes sociales.  

Y este esto, lo que sería la introducción a su ponencia, lo que quiero, como curiosidad, compartir con vosotros.  Os dejo la apabullante movilidad de estas redes y sus contenidos:

- si queréis ver el número de tweets, entradas de Facebook, entradas de blogs, en tiempo real, picad AQUÍ AQUÍ; 

- si os interesa más ver los ingresos económicos que generan estas redes segundo a segundo, podéis comprobarlo, y sorprenderos, AQUÍ

- y, si tenéis curiosidad, por ejemplo, por ver cómo suena y la frecuencia con la que se modifican los contenidos de la Wikipedia también a tiempo real, en este enlace lo podrás comprobar. 

Mucha información- fiable una, otra no tanto- la que corre por estas webs, aplicaciones, plataformas... Algunos hablan de infoxicación. Pero como decía Scolari, "Mejor correr el riesgo por exceso de información que no por defecto, con la información en dos o tres manos, como en tiempos pasados". Y he de reconocer que, a pesar de mis temores y reservas iniciales, empiezo a estar con él.

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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Henry James. Breves apuntes críticos.


Hoy dejo por aquí tres breves apuntes críticos sobre Henry James que he leído recientemente- hago una muy breve selección de fragmentos de textos de mayor extensión- en la interesante y desaparecida revista de literatura Camp de l'Arpa en su número 57, correspondiente a noviembre de 1978.   

Decía aquí de Henry James y su obra Marcelo Cohen,

"Como para Flaubert, una de las obsesiones de James era la de disimular la presencia del escritor. El norteamericano lo solucionó escribiendo a partir de un centro o foco de conciencia situado en un personaje, a través del cual el lector accede a los hechos. Así autor y lector quedan distanciados como única manera de existencia de la intensity of illusion. En este sentido, la técnica de James se parece a la del drama. En sus palabras, la preferencia del showing sobre el telling; la historia es una materia que debe ser exhibida de tal manera que se cuente a sí misma. Lo que sucede es que la acción puesta en escena no es la que el protagonista aprecia- o no solamente esa- ni la de su relación con los demás, sino la de su mente. La acción radica en la evolución mental de alguien estático pero sometido a una experiencia que lo conmueve. No tendría sentido, entonces, narrar objetivamente los movimientos de ese personaje, porque nada exterior da idea de la agitación que lo invade. 

Y sobre este mismo tema del narrador y el punto de vista, recordaba Sergio Pitol

"Sus grandes aportaciones a la novela fueron sobre todo de carácter técnico, y la más importante consistió en eliminar al autor como sujeto omnisciente qu00e conoce y determina la actuación de los personajes para sustituirlo por uno o, en sus novelas más complejas, varios "puntos de vista", a través de los cuales la conciencia se interroga en tanto que busca el sentido de los hechos de que es testigo. Por medio de ese recurso el personaje se construye a sí mismo en su intento de descifrar el universo. Una nueva técnica, un tipo de personaje hasta ese momento desconocido y situaciones poco tratadas, tal es la aportación de Henry James a la novela contemporánea."

Comentaba también el poeta T.S. Eliot en la sección Editorial,


"Henry James es un autor difícil para los lectores ingleses debido a que es norteamericano; difícil para los norteamericanos debido a que es europeo; y no sé si podrá llegar a ser entendido por lectores de otra nacionalidad. Pero por otra parte, el lector extraordinariamente sensitivo, que no sea inglés ni norteamericano, puede hallarse en una posición neutral que constituye una ventaja. Una cosa es cierta: los libros de Henry James forman un todo orgánico. Se los debe leer a todos, porque así se podrá aprehender, por lo menos, tanto su unidad como su progresión. El desarrollo gradual, y la identidad fundamental del espíritu, son igualmente importantes, y su lección es una sola lección."

Aprendiendo/aprehendiendo esa lección, intentándolo al menos, estamos. 

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lunes, 14 de noviembre de 2016

'Usos amorosos del dieciocho en España', de Carmen Martín Gaite


'A lo largo de los siglos, las doncellas casaderas y las mujeres casadas habían venido siendo machaconamente adoctrinadas para que recortasen sus gustos dejándolos reducidos a la mínima expresión. Las primeras para no perder la ocasión de marido, ya que solamente viviendo en el encierro se lograba adquirir la buena reputación indispensable para poder llegar a casarse; las segundas porque se daba por supuesto y sin que nadie se atreviera a discutirlo que, una vez casadas, ya no tenían nada que desear y sus gustos se convertían automáticamente en los de su marido. Claro que muchas de ellas, aun adaptándose a reprimir sus deseos de libertad y esparcimiento durante la época de la soltería, soñarían probablemente con acceder mediante el matrimonio a algún tipo de emancipación. Pero oigamos cómo cierra implacablemente la puerta Mateo Alemán a estas posibles ilusiones femeninas:

"Parécelas a las señoras doncellas que serán libres y podrán correr y salir, en saliendo de casa de sus padres y entrando en la de sus maridos, que podrán mandar con imperio, tendrán que dar y criadas en quienes dar; háceselas áspera la sujeción; parécelas que, casadas, luego han de ser absolutas y poderosas. ¿Por qué no ponen su ojos en la otra, su amiga, que casó con un marido celoso y áspero que no sólo nunca la dijo buena palabra, pero no le concedió salida gustosa ni aún a misa con una saya de paño en un manto revuelto, como si fuera criada? ... No tome ni ponga la doncella ni la viuda- concluye- su blanco en la libertad". 

En efecto, a lo largo del Siglo de Oro, parece como si las mujeres casadas hubieran dejado de existir. En las comedias del tiempo, apenas se hace alusión a los problemas del matrimonio una vez contraído, y se pone, en cambio, el acento con insistencia en la preparación para el aparejamiento y en los homenajes que un hombre dedica a una mujer para conquistarla. Las mujeres españolas, una vez deslumbradas por el incienso del galanteo, pasaban, de ser reinas por quien se hacen coplas y se cruzan aceros, a recluirse en un mundo donde ningún extraño penetraba y a convertirse en matronas oscuras y virtuosas que tenían por delante- dada la edad juvenil en que el matrimonio solía contraerse- mucho más de media vida para rumiar en soledad el recuerdo de aquellos homenajes a su belleza y posiblemente para comprobar su fraude. Mientas las mujeres casadas en Francia habían empezado a presidir los salones literarios, las maridos españoles se ocupaban, cada cual dentro de sus posibilidades, de amueblar un recinto acolchado y silencioso digno de la condición de sus esposas y, dentro de esta pieza cuidadosamente adornada, un lugar para que tomasen asiento: el estrado. El lugar del estrado estaba elevado por medio de una tarima de corcho o de madera separado del otro ámbito de la sala mediante unas barandillas. Estaba amueblado con cojines, taburetes, almohadas y sillas bajas; y admitir en este reducto a un caballero suponía una excepcional prueba de confianza. Sobre aquellas mujeres sentadas allí entre terciopelos, rodeadas de sus criadas, entregadas a sus labores de aguja, empezaba a correr, desde la fecha de su boda, un tiempo muerto que las envejecía, que las iba desligando de un modo cada vez más irremisible de todo propósito de participación en la vida.'

Usos amorosos del dieciocho en España, Carmen Martín Gaite

Sirva esta entrada a modo de breve introducción de la reseña de La perfecta casada, de Fray Luis de León. 

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viernes, 11 de noviembre de 2016

'Bloody Sunday'. Aquel domingo sangriento en el Londres de 1887



El 13 de noviembre de 1887 (el próximo domingo hará 129 años) tuvieron lugar en Londres unos dramáticos altercados que llevaron a la denominación de ese día como Bloody Sunday (Domingo sangriento).

Trafalgar Square fue el lugar de reunión de miles de personas- entre 10.000 y 30.000 fueron las estimaciones de la época- que protestaban por la dura realidad de desempleo que sufrían gran parte de la población y por la situación de coacción por parte de la política británica (Coercion Acts) hacia Irlanda y los irlandeses, y que además reivindicaban la liberación del político irlandés y Miembro del Parlamento, William O'Brien, en prisión como sospechoso de incitación a la revuelta. Entre los líderes de esta gran manifestación se encontraban la periodista y activista Annie Bessant o el artista y escritor William Morris, y entre los manifestantes se podía ver, por ejemplo, al dramaturgo irlandés George Bernard Shaw.

Los manifestantes llegaban de todas direcciones hasta la plaza. Charles Warren, el duro y frío jefe de la Policía Metropolitana británica en ese momento, ordenó a los más de dos mil policías a pie y 400 a caballo que dispersasen a la multitud allí congregada. Numerosos manifestantes heridos, de mayor o menor gravedad, fue el resultado del asalto policial, siendo las heridas provocados en su mayoría por los fuertes golpes de las porras de los agentes y por los cascos de los caballos. 

Las manifestaciones continuaron en Trafalgar Square el domingo 20 de noviembre para protestar contra la violencia policial; fue entonces cuando Alfred Linnell (1846-1887) un joven oficinista fue pisoteado por uno de los caballos y falleció días después, el 2 de diciembre, a causa de las graves heridas. Su funeral, el 18 de diciembre, fue un gran acontecimiento político al que no faltaron los más destacados líderes de la izquierda, seguidos por decenas de miles de londinenses de todos los barrios y sectores de la ciudad. William Morris decía entonces frente a la tumba de Linnell, 
 'It is our business to begin to organise for the purpose of seeing that such things shall not happen; to try and make this earth a beautiful and happy place.' 
 ('Es nuestra cometido empezar a organizarnos para que tales acontecimientos no sucedan; para tratar hacer de esta tierra un lugar hermoso y feliz'). 
Parece que casi 130 años después habrá que seguir intentándolo... 

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miércoles, 9 de noviembre de 2016

Otro autor olvidado: Noel Clarasó


Como ya anunciaba ayer, hoy toca traer hasta el blog a uno de esos escritores- como Mariano José de Larra Wetoret, que acercamos aquí hace uno o dos meses- olvidados por las nuevas generaciones. No es el autor protagonista de este artículo un escritor del siglo XIX como aquel sino más cercano a nuestro tiempo, pero es- en esto coinciden- un casi completo desconocido para los lectores actuales. Se trata de Noel Clarasó

A Noel Clarasó lo conocí recientemente, apenas un par de semanas, con la adquisición de un gran lote- 193 títulos- de la vieja colección Enciclopedia Pulga. Para empezar, escogí como primeras lecturas unos números al azar: La casa cerrada, de A. E. W. Mason, Una apuesta de millonario, de Mark Twain, El siniestro doctor Crippen, de E. Cuenca, y Albertina y yo, de Noel Clarasó. La breve historia que el autor nos cuenta en Albertina y yo- se lee en apenas 15 o 20 minutos- me gustó, a decir verdad. Me gustó por la ironía de su narrador protagonista, su pose ante la vida que se atraviesa sin contar en el camino, su dejarse llevar como en una corriente en la que es inútil nadar en contra, la ternura que se desprende de esa irónica visión del mundo, la sencillez del estilo y  el humor que envuelve y suaviza el contorno de la historia de un amor de verano un tanto peculiar. 

Tras Albertina y yo, vino, también en la mencionada colección Pulga, ¿Qué es una flor?- un breve estudio de jardinería, una de sus aficiones y en la que era un experto-  y, tras esta otra lectura, llegó la curiosidad y la búsqueda de información sobre su persona y su obra. Y ahí mi gran sorpresa; apenas encontré una escueta entrada en Wikipedia y un par de alusiones en blogs aludiendo a esta falta de información, a este vacío en torno a Clarasó.  

Es por eso que hoy lo traigo hasta aquí. Ignoro la razón de este abandono; solo sé de él unos cuantos datos biográficos que compartiré en un momento, que me han gustado los dos libritos que de él he leído (los ya mencionados) y que he leído también con agrado algunos de los artículos de la sección Pro y contra que escribió durante años en La Vanguardia y que se pueden leer on line en la hemeroteca de este periódico. Y sé que es un gran olvidado.

Noel Clarasó nació en Barcelona en 1899, y allí mismo fallelció en enero de 1985. Era hijo del célebre escultor Enric Clarasó i Daudí, y mostró desde joven inquietudes culturales. Estudió derecho pero su preferencia por la literatura hizo que no llegase a ejercerla y centrase su vida y su futuro profesional en las letras. En sus escritos tocó diversos registros y géneros (quizá este un factor que haya podido contribuir a su olvido): libros de jardinero, artículos periodísticos, novelas de terror y policíacas, novelas psicológicas, breves relatos de humor, obras de teatro, traducciones- tradujo, por ejemplo, Buenos días, tristeza, de Françoise Sagan, para Círculo de Lectores-, guiones de cine televisión,... Por lo que sí se le menciona con frecuencia es por sus ingeniosas citas y frases, que pueden encontrarse por la red.

"Ningún tonto se queja de serlo; no les debe ir tan mal."

Leído y reconocido en su momento, con algún premio literario en su haber, con una prosa fácil y directa, un punto de vista optimista de la vida, una aguda observación del día a día, de lo pequeño y cotidiano, un humor y un ingenio propio"huyo de seriedad inútil", decía- Clarasó ha hecho su contribución en mayor o menor medida, a la historia de la literatura en lengua castellana. Se merece su hueco. 

Biografía de un hombre cualquiera será mi siguiente lectura de él .

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martes, 8 de noviembre de 2016

Otro autor por descubrir... ¿Lo conocéis?


¿Sí? ¿Sabéis quién es? Si la respuesta es no, el miércoles en el blog podréis conocer a este autor polifacético y de agudo ingenio hoy totalmente, o casi, olvidado.  Os espero...

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lunes, 7 de noviembre de 2016

Curioseando por 1834. La 'Penny Magazine'.


La Penny Magazine era una revista ilustrada británica de tirada semanal- salía todos los sábados- que se publicó desde 1832 a 1845. Iba inicialmente dirigida a educar a las clases más populares con artículos de divulgación. Las numerosas ilustraciones, realizadas con grabados en madera encarecían mucho la publicación, que se vendía a tan solo un penique. Una gran tirada era la única forma de hacer rentable la empresa que, aunque al principio tuvo gran éxito, hubo finalmente de sucumbir ante otras revistas más atractivas para la clase trabajadora a la que iba dirigida y que contaban, por ejemplo, con novelas cortas o serializadas entre sus páginas. 

Esta era, dicho de forma muy sucinta, la Penny Magazine creada por Charles Knight y cuyo volumen íntegro, con todos lo números publicados en 1834, he logrado adquirir. ¡1834! El año en el que se suprimió la Inquisición en España, en el que Balzac publicó 'Papá Goriot', en el que falleció Coleridge, el gran poeta inglés,... ¡1834! 

Es un emocionante placer ojear, con guantes de latex y sumo cuidado, cada una de las páginas de este anuario de 182 años de antigüedad. Tengo intención de ir leyéndolo poco a poco comenzando en enero del 2017 con enero de 1834, aunque no he podido evitar leer ya algunos artículos, y leyéndolo semana a semana como si acabase de adquirirlo a un penique. Creo que haré algo en el blog, una selección mensual quizá de lo que vaya leyendo, traducido claro, o algo similar. Ya maduraré la idea; seguro que se me ocurre algo para compartirlo con vosotros. Mientras tanto os dejo  unas imágenes de la portada, la página de inicio, el ex-libris del primer propietario y la portada del primer ejemplar de noviembre de ese año de 1834. Estas son... 






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