
Pero quizá convendría primero, antes de comenzar con la novela en sí, hacer una pequeña introducción sobre la figura de Frédéric Soulié, poco conocido en España y muy olvidado en general a excepción quizá de Francia, que lo sitúe en su época y en su contexto literario.
Frédéric Soulié fue un novelista, autor teatral y periodista muy conocido en su tiempo. Nació en Foix en 1800 y falleció cuarenta y siete años después en Bièvres. Junto con Honoré de Balzac, Eugène Sue y Alexandre Dumas fue uno de los escritores de folletines- obras populares publicadas por entregas- más destacados durante la denominada Monarquía de Julio, el período que se comprende entre la revolución de 1830 y la de 1848 y que corresponde al reinado de Luis Felipe. Fue un autor muy prolífico y entre sus obras más exitosas cabe destacar las novelas Los dos cadáveres y Memorias del diablo.
Sueño de amor- setenta y una páginas de letra menuda y algo abigarrada en mi edición- fue publicado en 1840. La historia se sitúa, sin embargo, dos años atrás, en 1838, en el marco del castillo de Beausaumon.
Desde el primer momento deja el autor bien claro el ridículo de cierta clase aristocrática cuyo pasado es más plebeyo y menos honroso de lo que desean recordar; el nombre del castillo, Bello Salmón, da una idea del noble origen de la dinastía. El corro de personajes del castillo se compone de Monsieur y Madame Beausaumon, dueños de la propiedad, Monsieur Latour y Monsieur y Madame Cornuet, a los que se unen en ocasiones el cura de St, Luis y una dama de cuyo nombre el autor confiesa no acordarse.
Con un lenguaje ameno y salpicado de intervenciones por parte del autor y alusiones directas al lector, se irá mostrando este variopinto grupo, que será el encargado de dar la bienvenida a Lucaín Nerlot, sobrino de los Beausaumon que ha sido invitado a pasar una temporada. La llegada de Nerlot pondrá de manifiesto no solo las diferencias de clase, sino las discrepancias políticas, entre carlistas y los que respaldan el nuevo régimen, a la orden del día en 1838. Nerlot ha agotado su rica herencia familiar y las murmuraciones en el castillo le señalan como un hombre dilapidador de vida licenciosa que viene a la búsqueda de la herencia de los Beuasaumon que le permitan continuar con tu tren de vida.
Aunque Nerlot no responde a la imagen previa que de él se tenía, la comitiva sigue viéndole con mirada prejuiciosa, buscando cualquier signo que corrobore sus infundadas suposiciones. El malicioso Monsieur Latour será el cabecilla de la conspiración que alcanzará también a la joven, modesta y bella Madame de Cornuet. Entre miradas silenciosas y bajo la mirada escrutadora del resto de personajes, con el dolor aún lacerante del pasado y el temor a un nuevo daño sentimental se irán forjando el afectos y la admiración entre Lucaín y Stéphanie. Y paralelamente a esa devoción se irá igualmente fraguando el suspense en torno al pasado del joven que solo se nos revelará al final y que será de capital importancia en el destino final de los protagonistas.
Sueños de amor no es una novela sensacionalista ni un folletín lleno de rocambolescos acontecimientos sino un relato, con apenas acción y limitado número de personajes, que sorprende por su carácter intimista al poner voz a las reflexiones y pensamientos de Madame Cornuet, en una suerte de breves monólogos interiores que muestran cierta indagación en la naturaleza humana y las ataduras de la misma en una sociedad llena de convencionalismos. Es una historia de pasiones y traiciones, de personajes heridos e incomprendidos, constreñidos por una sociedad que los limita con su pertinaz observación, que juzga sin saber y sin entender, por una sociedad vacua, de apariencias y veleidades, pero ahíta de envidias y malicias.
Es esta, en resumen, una historia no merecedora quizá de un ocupar lugar alguno en los anales de la historia de la literatura pero sí con ciertos méritos, entre ellos el de transportarnos a otro tiempo, el de trasmitirnos el sentir de una época ya pasada aunque en ciertos aspectos relacionados con eso que se denomina alma humana quizá no tan pretéritos.
Es esta, en resumen, una historia no merecedora quizá de un ocupar lugar alguno en los anales de la historia de la literatura pero sí con ciertos méritos, entre ellos el de transportarnos a otro tiempo, el de trasmitirnos el sentir de una época ya pasada aunque en ciertos aspectos relacionados con eso que se denomina alma humana quizá no tan pretéritos.
Y para terminar tan solo comentar que he preferido dejar sin traducir los nombres (en mi edición sí están traducidos, como era costumbre entonces) y que, si queréis, podéis leerla en francés, Un rêve d'amour, en este enlace.