miércoles, 30 de septiembre de 2015

'A Cathedral Courtship' ('Cortejo en la catedral'), de Kate Douglas Wiggin


Kate Douglas Wiggin (1856-1923) fue una escritora americana muy popular en su momento. Aunque su vida estuvo centrada en la atención, cuidado y educación de los más pequeños- de hecho, una de sus obras más conocidas es Rebecca of Sunnybrook Farm, que muchos comparan con Anne of Green Gables- también escribió literatura para adultos.

La novela que recupero hoy es una de esas joyitas olvidadas. Se trata de A Cathedral Courtship. Se publicó inicialmente en 1893 junto con otro relato, Penelope's English Experiences, pero debido a su éxito se publicaría pocos años después, en 1901, sola y contando con el lujo de las preciosas ilustraciones de Charles E. Brock.

La historia de A Cathedral Courtship es corta, sencilla, afable y encantadora. Comienza así...

She
Winchester, May 28, ——,
The Royal Garden Inn.
We are doing the English cathedral towns, Aunt Celia and I. Aunt Celia has an intense desire to improve my mind. Papa told her, when we were leaving Cedarhurst, that he wouldn’t for the world have it too much improved, and Aunt Celia remarked that, so far as she could judge, there was no immediate danger; with which exchange of hostilities they parted.
La historia resulta deliciosa. La ingenuidad de Kitty, su incontenible admiración por los ingleses y por todo lo inglés, su intentos infructuosos de memorizar datos sobre tal o cual estilo, su encanto, hacen el romance particularmente dulce. Porque la protagonista encanto tiene, no una inteligencia desbordante pero sí candidez y calidez. Y él, un hombre más culto y preparado, siempre con sus knickerbockers, se muestra delicado, paciente y enamorado.      

A Cathedral Courtship resulta entretenida, simpática, dulce, con sentido del humor, agradable, divertida, ligera, amena,... Un encanto de lectura. Y con el extra de encontrarnos a Jane Austen y Persuasión entre sus páginas. Si acaso, y para ser justa, un pequeño pero: que la autora no desarrollase la historia de forma más extensa.Nos quedaban aún muchas catedrales por visitar... 


¡Gracias por la visita!

viernes, 25 de septiembre de 2015

'Agatha Raisin y la quiche letal' y 'Agatha Raisin y el veterinario cruel', de M. C. Beaton

Agatha Raisin anda por los cincuenta y poco, y a estas altura de su vida decide dejar el negocio de la publicidad y las relaciones públicas en Londres para retirarse- se lo ha ganado- a los Costwolds. Siempre lo había soñado y ahora, tras una dura vida intentando salir de la pobreza y labrándose sola su futuro, ha llegado el momento del descanso.  O eso cree ella.
 
La primera historia, que da comienzo a esta serie, es Agatha Raisin y al quiche letal. Conoceremos aquí a Agatha y realizamos con ella la mudanza. La verdad es que al principio cuesta un poco cogerle el punto a Agatha; se muestra un poco altanera, se da ciertos aires entre los nativos y se muestra de talante, digamos, un poco irritante e irritable. Todo es ir conociéndola. Todo cambio, adaptarse al nuevo lugar y a las gentes, al nuevo ritmo, cuesta además un poco. Agatha Raisin, después de admirar la belleza de la zona, de paseo va y paseo viene, de organizar y decorar su cottage, de alguna que otra reunión parroquial,... se aburre.
 
Por suerte para ella y para desgracia de las pobres víctimas, algún que otro asesinato viene a entretener su ociosa vida y a darle la oportunidad de desarrollar su hasta ahora oculto talento detectivesco.
 
En cuanto a la investigación, le dará la oportunidad de ir conociendo mejor a sus vecinos, ir entablando relaciones con ellos, conocer los entresijos de las relaciones, unas más claros que otras, que hay entre ellos e incluso hacer amistad con algún miembro de la  policía local, como Bill Wong.
 
La segunda historia, Agatha Raisin y el veterinario cruel parece que va de animalitos- no hay maltrato alguno, no os preocupéis- pero otra vez los amoríos y la ambición desenfrenada andan por medio, como casi siempre ocurre. Aquí Agatha, feliz ella, contará con el asesoramiento y compañía de un nuevo vecino, maduro y atractivo, que acaba de llegar- ya se dejaba asomar al final del título anterior- y Agatha, con sus gatos, va poco a poco encontrando su espacio y su sitio en Carsely y haciéndose una pequeña celebridad local.
 
Estas dos historias (la segunda me resultó más divertida que la primera) son entretenidas, nada del otro mundo en cuanto a calidad, es verdad, pero sí con el encanto de la ambientación en esa región tan bonita de Inglaterrala intriga de la investigación, la agudeza de los diálogos, y el humor que recorre cada una de sus páginas. Acaba cogiéndosele cierto cariño a Agatha, mal que le pese. 
 
Simple y ligero divertimento. Ni más, ni menos. 
 
 
 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

'A Jury of her Peers', de Susan Glaspell


Susan Glaspell fue una periodista y escritora americana (1876- 1948), autora de obras de teatro, novelas y principalmente relatos, que publicó en diversas revistas y periódicos. Trifles es su obra teatral más conocida y Fidelity, quizá, su novela más popular. Y este relato que acerco hoy hasta aquí, basado en Trifles, es su historia corta más leída y comentada.

Y digo que A Jury of her Peers es una de sus historias cortas más comentadas porque este breve pero intenso relato es una buena excusa para la reflexión y el debate. Susan Glaspell fue reportera y cubrió de joven un famoso caso de asesinato que la impresionó mucho y en el que se implicó intensamente, el de John Hossack. Y sería este crimen en el que posteriormente se basaría para la redacción de la historia de A Jury of her Peers.

La escena inicial que se nos presenta en el relato- comienza la historia in media res- es la de Mr. y Mrs. Hale, acompañados del sheriff Peters y su esposa y de Mr. Henderson, el fiscal del condado de Dickson, en donde tienen lugar la acción, a la aislada y solitaria granja de los Wright. Mr. Hale fue el primero en descubrir el cadáver de Mr. Wright sobre su cama, asfixiado con una cuerda- su esposa, ahora detenida como sospechosa, dice no haber escuchado nada- y se dirigen al lugar de los hechos para confirmar su declaración inicial y buscar indicios de la culpabilidad de Mrs. Wright.

Estos cinco personajes serán los encargados de encontrar las evidencias y resolver el asesinato. Y serán ellas Mrs. Hale- de carácter enérgico y decidido- y Mrs. Peters- más pusilánime e indecisa-  las que, atendiendo a la observación de los pequeños detalles de la sucia y desordenada cocina, lleguen a la resolución del crimen. Los personajes masculinos, por otra parte, principalmente el sheriff y el fiscal aparecen como seres engreídos que, imbuidos de su autoridad y poder, muestran un jocoso desprecio hacia las insignificantes preguntas y observaciones, trifles (bagatelas), de las mujeres. Su ceguera y menosprecio les llevará también a la imposibilidad de ver la realidad de lo que allí ha sucedido. 
Además de estos cinco personajes-actores, existe otro sexto, presente en su ausencia, a través de lo que de ella cuentan los demás; se trata de Mrs. Wright. Su viejo delantal, el desorden y desaliño de la casa, el abandono, la jaula vacía, el horno que no funciona bien, el quilt a medio hacer,... dicen mucho de ella y de su vida allí. Poco parece quedar de la Minnie Foster de hace veinte años, la alegre y cantarina joven llena de vida.

El relato emociona profundamente con la dureza de lo intuido, de lo sugerido y de lo no dicho, con la frialdad de la casa, con el sentimiento de culpabilidad por lo que se pudo evitar, con la profunda soledad que se intuye entre las cuatro paredes de una casa triste y fría. No hay en A Jury of her Peers escenas escabrosas, ni violencia, ni lenguaje agresivo, tan solo una profunda soledad y tristeza.

A Jury of her Peers, publicado en 1917, cuando la vida pública de las mujeres estaba todavía muy limitada y constreñida al ámbito privado, cuando no podían votar ni formar parte de un jurado,... puede entenderse como un ataque a este estado de cosas, a esta situación de aislamiento y confinamiento de la mujer pero, del mismo modo, puede ser leída como una llamada de atención sobre la pobreza de una sociedad que permite una única mirada, una única perspectiva: la masculina.        
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Os recomiendo encarecidamente la lectura de A Jury of her Peers, un thriller con un asesinato y, como veis, diferentes posibles lecturas e interpretaciones. Quizá podremos entonces debatir quién es la víctima, quién el culpable, a quién se está juzgando realmente y cuál es el veredicto. 

Podéis leerlo en inglés, gracias a Project Gutenberg, en este enlace.


¡Gracias por la visita!


lunes, 21 de septiembre de 2015

'El gran misterio de Bow', de Israel Zangwill

He de reconocer que Israel Zangwill (1864-1926), el autor británico de origen judío protagonista de la entrada de hoy, era un total desconocido para mí hasta la lectura de El gran misterio de Bow. Sus obras gozaron de gran popularidad en su momento- Children of the Ghetto (Hijos del gueto), The Melting Pot (El crisol), por ejemplo- y fue uno de las más fervientes colaboradores del recién iniciado en aquel entonces movimiento sionista.
El gran misterio de Bow (The Big Bow Mystery, título original), publicado por entregas entre 1891 y 1892 sigue siendo hoy en día un clásico de la novela detectivesca, y considerada la primera locked room  novel, esto es, la primera novela de cuarto cerrado. Como sabemos, esta denominación se da a las novelas de misterio en las que el asesinato se produce en alguna habitación o estancia cerrada por dentro con llave, como ya anticipó Edgard Allan Poe en su relato The Murders of the Rue Morgue (Los asesinatos de la calle Morgue) o Gaston Leroux en Le mystère de la chambre jaune (El misterio del cuarto amarillo). Y ese es el escenario hermético, como decimos, del misterio de esta novela de Zangwill.
Todo se inicia cuando en una fría mañana de niebla la señora Drabdump, dueña de la modesta casa de huéspedes en Glover Street, llama una y otra vez a la puerta de la habitación de uno de sus inquilinos, Arthur Constant, sin obtener respuesta. Preocupada y llena de agitación decide entonces avisar al detective Grodman, retirado ya, que vive a un par de casas de la suya. Lo que se encuentran es una puerta cerrada y atrancada que, al forzarla, deja al descubierto el cuerpo, que yace boca arriba y sobre la cama, de Arthur Constant.
El asesinato, pues queda descartada la muerte natural o el suicidio, deja consternada a la opinión pública. El difunto era admirado, respetado y muy apreciado por su carácter sencillo, amable y generoso pues, siendo dueño de una gran riqueza, era un filántropo y benefactor de la causa de la clase trabajadora, a la que ayudaba desde distintas organizaciones y con iniciativas diversas.   
El otro inquilino de la señora Drabdump, Tom Mortlake, trabajador, líder de mil huelgas y amigo de la víctima aparece como sospechoso. La desaparición de su prometida, a la que algunos vinculan de algún modo con el fallecido, complica, si cabe, más las cosas para él. Pero lo difícil será probar su culpabilidad pues parece tener coartada para el momento del asesinato. Los dos detectives involucrados en la investigación- el ya mencionado Grodman y su sustituto en Scotland Yard, el inspector Wimp- tienen puntos de vistas bien distintas en cuanto a la implicación de Mortlake. Además de dispares opiniones, los dos investigadores se detestan amablemente.  
En el desarrollo y ambientación de la historia  tienen cabida la clase trabajadora- la lucha de clases llevada incluso a la trama policial: víctima de clase alta/sospechoso de origen humilde- la prensa y su influencia, los políticos- Gladstone aparece de hecho como personaje- e incluso la intelectualidad, personificada en un humilde poeta, algo libertino, pobre de solemnidad y con un secreto que le interesa guardar a buen recaudo. 

El gran misterio de Bow, que nos acerca en castellano Editorial Ardicia, es una propuesta más que recomendable, una buena lectura, con su dosis de intriga, interesantes personajes, ambientación particularmente atractiva, trama detectivesca bien hilada que muestra de fondo la preocupación del autor por asuntos sociales y políticos del momento, humor irónico y sarcástico, sorpresivo final- una solución "de las más brillantes al juego del cuento policial" en palabras de Borges-, ..., ingredientes todos ellos que hacen de la novela una lectura inteligente, original y muy amena. Zangwill nos la juega en este cuarto cerrado. Chapeau
"Un amanacer memorable de principios de diciembre, Londres despertó en mitad de una helada niebla gris.(...) Desde Bow hasta Hammersmith se arrastraba un vapor bajo y pagado, como el fantasma de un suicida pobretón que hubiera heredado una fortuna inmediatamente después del acto fatal. Los barómetros y termómetros compartían simpáticamente su depresión, y su ánimo, si es que les quedaba alguno, estaba por los suelos. El frío cortaba como un cuchillo de muchas hojas."

viernes, 18 de septiembre de 2015

'La dama y los laureles', de Leonard Merrick

Leonard Merrick (1864-1939), novelista británico de origen judío, es considerado, en palabras de J. M. Barrie, un "escritor de escritores", pues la mayoría de los admiradores de su obra procedían no tanto del público lector- sus obras no parecían ser afines a los gustos de la época- como de sus compañeros de profesión, como H. G. Wells, Chesterton, George Orwell o W. D. Howells.
 
La dama y los laureles que nos ha traído en castellano Editorial Ardicia ha posibilitado el acercamiento a un autor casi desconocido y despertado, en mi caso al menos, interés por su obra. Es este un relato de 97 páginas lleno de ternura y humanidad, con su pareja de protagonistas, dos anti-héroes que se convierten en héroes de sus propias vidas. Decía don Pedro Calderón de la Barca- que nada tiene que ver, todo sea dicho, con Merrick- que la vida es un sueño, una ilusión, que la vida es un teatro. Siguiendo esta metáfora calderoniana, encontraremos en La dama y los laureles a la protagonista ejecutando su papel a la perfección y a él viviendo el sueño de su vida.
"Cuando a Willy Childers lo mandarosn a Sudáfrica, lo enviaron al último país sobre la faz del orbe habitado en el que habría podido encajar. Ciertamente, es cuestionable que hubiese triunfado en la vida en cualquier otro sitio, pero allí estaba tan fuera de lugar que clamaba al Cielo."
Willy Childers, un pequeño fracaso con el que su madre no sabe qué hacer- el pobre quiere ser poeta, para su desgracia- es enviado por esta a Sudáfrica para que su tío haga algo de él. Willy no logra adaptarse ni al país, ni al clima, ni a sus gentes; ni sus gentes parecen adaptarse a él. Todo cambia, sin embargo, cuando llega para actuar en la capital la famosa, bella y excéntrica actriz Rosa Duchêne. Flechazo a primera vista por parte del enamoradizo Willy. El amor ciega, siempre se ha dicho. O quizá ilumina. El caso es que a partir de entonces para Willy la luz se vuelve oscuridad y el fracaso se torna éxito. Y todo gracias a la comprensión, la ternura y el amor.
 
Se encuentra en La dama y los laureles un mundo reducido, limitados personajes y escasos acontecimientos. Con ellos, como dice W. D. Howells en el postfacio de la edición de Ardicia, "resulta prodigiosa la manera en que, constantemente, (Merrick) estimula la curiosidad del lector y mantiene vivo su interés." Y lleva razón.

https://archive.org/details/worksleonardmer01merrgoog
Y, por cierto, mientras estaba redactando esta reseña, hice una pausa para, además de The laurels and the lady, leerme también en inglés otro  de sus relatos- lo escogí por el título, un criterio como otro cualquiera-. Se titula Dead Violets, se lee en menos de media hora. En este caso el amor, los estragos que sobre él deja del paso del tiempo, los fingimientos, las segundas oportunidades,... son los pilares sobre los que construye Merrick su historia. Leedlo y ya me comentáis.

Leedlo, no. Leedlos. Como decía arriba, un gusto descubrir a este autor. Ahora os toca a vosotros, si todavía no lo habéis hecho. Con Editorial Ardicia en castellano,picando en la imagen de la izquierda si queréis leer algunos de sus relatos,  La dama y los laureles incluido, en inglés.

Recomendado queda Leonard Merrick.

 
 
 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

'The Rose-Garden Husband', de Margaret Widdemer


Dejarse llevar por las ilustraciones de los libros o por su portada parece un modo un tanto frívolo de seleccionar una lectura pero, lo reconozco, me he dejado llevar este verano por este arrebato veleidoso y he leído muchas novelas y novelitas tan solo llevada por este criterio. Y he descubierto cosas interesantes, otras no tanto, algunas amenidades y otras que he decidido abandonar a medio camino. 

Sin embargo, a esta novela que os traigo hoy de la autora americana Margaret Widdemer (1884-1978), nouvelle más bien por su brevedad, no llegué ni por las ilustraciones ni por la portada sino por el curioso título.  Y con esto me he encontrado...

Phyllis Narcissa ("But I always conceal the Narcissa") es la joven Liberry Teacher, como la llaman los niños,  la bibliotecaria encargada de la zona infantil. Los pequeños, inmigrantes principalmente, la adoran por su dulzura y su perenne sonrisa, pero Phyllis está cansada. Huérfana de padre y madre, está cansada de ganarse la vida con un sueldo bajo, sin tiempo libre, sin amigos y de vivir en una pequeña pensión donde escasea el agua caliente y las comodidades. Sueña con dejar el trabajo, tener mucho dinero, y una casa con un jardín de rosas... y un marido.
"With the detailed and careful accuracy one acquires in library work, she was wishing for a sum of money, a garden, and a husband—but principally a husband."
Pero no seamos muy duros con ella; no añora en sí el matrimonio- de hecho quisiera un marido que no estorbase mucho y con el que no tuviera que "asociarse"-  sino que es este el que considera el único modo para ella de obtener sus otros dos deseos. Alguien debería haberle recordado que hay que tener cuidado con lo que se desea...

Quizá sea un buen momento este para hacer una digresión y recordar aquí la denominada 'marriage bar', una política en vigor hasta los años 50 en EE.UU. en muchas empresas y escuelas locales y que establecía el despido de la mujer al casarse y el rechazo de las solicitudes de las ya desposadas. Siendo que Phyllis trabajaba en una biblioteca pública. su despido, si no se fuese ya voluntariamente, sería más que inevitable de casarse. No era esto para la mujer, para Phyllis en este caso, una cuestión de elección personal. La mujer poco o nada tenía que decir al respecto. Pero sigamos con nuestra historia... 
A través de una respetable pareja de mediana edad que ha conocido en la biblioteca- él, Mr. de Guenther es abogado- le llega una peculiar propuesta de matrimonio, la de casarse con un joven inválido ahora que su madre está a punto de fallecer, a la que, sopesando lo poco que pierde en el intento, decide aceptar. A partir de este momento se inicia la historia de Phyllis, ahora Mrs. Harrington, y Allan, su joven, atractivo y poco entusiasmado marido. Su afán será sacarlo de ese mutismo, abandono y profunda tristeza en la que le han sumido los siete años de lastimeros, compasivos y paralizantes cuidados de su madre. Luz, alegría de vivir, sonrisas,... quizá puedan hacer el milagro y obrar el cambio.

No ha sido The Rose-Garden Husband una lectura con sorpresas ni grandes giros en la trama, tan solo la historia de un apacible y tierno romance con una agradable protagonista, una buena chica, que ve cumplidos sus deseos. No me atrevería a sugerirla ni recomendarla para aquellos que buscan literatura highbrow pero sí como lectura idónea para aquellos lectores que quieran desconectar durante un par de horas con una historia de amor pausada, nada romanticona pero sí delicada y dulce. Ya sabéis que no soy yo muy dada a este tipo de historias pero he de reconocer que la he leído con sumo agrado. Si os apetece enfrascaros en esta historia, podéis leerla en inglés en este enlace de Project Gutenberg.

De esta lectura, además del rato de entretenimiento, me llevo- de todo se aprende- el descubrimiento de un pintor de cuya existencia nada sabía.  Uno de los deseos en la lista de Phyllis era "Ever so many Maxfield Parrish pictures full of Prussian-blue skies" y se me dio por curiosear. Lo importante es descubrir otros mundos o, por lo menos, una mirada nueva sobre este. Y me ha gustado lo que me he encontrado. Os dejo una pequeña selección de cuadros de este pintor, Maxfield Parrish,  a ver qué os parecen...















lunes, 14 de septiembre de 2015

'Episodios Nacionales. Gerona. Cádiz', de Benito Pérez Galdós


Seguimos disfrutando con la lectura de los Episodios Nacionales de don Benito Pérez Galdós (¡gracias, Mónica!). Tocan ya los episodios séptimo y octavo de la primera serie, la de Gabriel de Araceli. Y con ellos vamos. Continúo, como veis, con las preciosas ediciones facsímil de JdeJ editores, con sus bellas ilustraciones y con, recordemos, las normas ortográficas de la época. No os sorprendáis, por tanto, de los párrafos que pueda incluir y en los que encontraréis lo que hoy interpretaríamos como faltas de ortografía.

Gerona nos espera pues...

Supone este episodio un punto y aparte en la narración de Gabriel de Araceli; no es este sino Andresillo Marijuán el narrador de la historia. Bien es verdad que, para dar uniformidad a los acontecimientos de su vida, Gabriel dice haber pulido un poco el modo un tanto tosco, sencillo y rústico de contar que tiene su buen amigo. Quizá pueda el lector sentirse inicialmente un poco defraudado al saber que Gabriel no será el protagonista en esta ocasión, pero es este un sentimiento pasajero pues Andrés, Siseta y sus tres hermanillos, don Pablo y las mil desgracias vividas logran captar la atención y el interés desde las primeras líneas y hacen olvidar pronto la ausencia de Gabriel.

Año 1809. El sitio de Gerona. Los arrebatados valientes no cejan en su empeño de no permitir sobrepasar sus endebles murallas a los cerdos franceses- según nos explica Galdós a pie de página, así denominaban los catalanes a los franceses durante la invasión, porchs- pero estos deciden entonces derrotar a los españoles no en batalla sino en un asedio que durará hasta lograr la rendición.

Mientras que los episodios anteriores se caracterizan a nivel general por la descripción de batallas y la sucesión de heroicas hazañas del valiente ejército español, en Gerona, a pesar de contar con la nobleza, el honor y el coraje del general D. Mariano Álvarez- no habrá mucho sitio para tales demostraciones. Aquí la hambruna será la gran protagonista. 

Chupar estera, comer cuero cocido o trigo crudo, cocinar todo tipo de jumentos y animales domésticos además de ratas y otras alimañas no pensadas para el consumo, incluso la mención de la antropofagia como remedio a tal desesperación dan idea de la angustiosa situación en la que se haya el pueblo de Gerona.  Nada queda de ese espíritu combativo y apasionado. Se ven reducidos a sus cuerpos, hambrientos. débiles a la búsqueda febril de algún alimento. La figura de don Pablo, inteligente y buena persona, médico de profesión y con una hija enferma, será la personificación de esa hambruna que hace perder el sentido, que acaba por despojar al hombre de su verdadero yo y de toda su humanidad. 

Son tres, por tanto, los elementos destacan en este episodio: las mencionadas figuras de don Pablo y de don Mariano Álvarez- el  primero sucumbe a las necesidades del cuerpo mientras que el segundo mantiene su dignidad y espíritu por encima de ellas- y ese hambre irredenta. Sobre este último pivota toda la historia de forma insistente, casi diría insistentemente insistente... hasta el hartazgo (y valga el juego de palabras).  

No tiene Gerona la riqueza de personajes, ni demasiada enjundia argumental pero mantiene el tipo. En cuanto a la calidad de la prosa de don Benito no añadiré nada que no haya sido ya mencionado en episodios anteriores. Solo diré... ¡Maravilla de las maravillas!
Para terminar y dar paso a Cadiz, en donde se encuentran Andrés Marijuán y  Gabriel- este último a punto de reencontrarse con Inés- dejo un fragmento del párrafo inicial de Gerona. Muy actual me parece...
"Sucedía en Sevilla una cosa que no sorprenderá á mis lectores, si, como creo, son españoles, y es que allí todos querían mandar. Esto es achaque antiguo, y no sé qué tiene para la gente de este siglo el tal mando, que trastorna las cabezas más sólidas, da prestigio á los tontos, arrogancia á los débiles, al modesto audacia y al honrado desvergüenza."
Y con Cádiz continuamos...

Os comentaba en la reseña de Gerona que la amenidad de la narración de Andresillo Marijuán- ese pequeño animalario de cerdos franceses, gatos (Pichota y sus crías), ratas y demás- me había hecho olvidar a Gabriel de Araceli pero ¡caramba! qué gusto, qué placer volver a encontrar al viejo amigo, y con él a su querida Inés, a doña María, Amaranta y demás antiguos conocidos.

"Con las bombas que tiran
los fanfarrones
se hacen las gaditanas
tirabuzones."

A decir verdad, hacía falta un episodio como este para descansar de la dureza del anterior. Y es que aquí, en Cádiz, no hay muertes ni violencia, más allá de las creadas por la ficción; el sitio de Cádiz nada tiene que ver con el de Zaragoza o Gerona y supone un sorbo de aire fresco en la dura Guerra de la Independencia.

Nos hallamos en febrero de 1810, con las Cortes de Cádiz como telón de fondo de la narración de Galdós. Andarán por allí los ingleses, dispuestos a ayudar. Es curioso de qué modo y en qué poco tiempo han cambiado las tornas. En el episodio de Trafalgar, el primero, los ingleses eran el enemigo a batir y en apenas cinco años son los aliados frente a un enemigo común, los franceses. Esta es la historia que subyace; en la intrahistoria volveremos a encontrarnos con personajes pintorescos, Poenco y la tía Alacrana, y estrafalarios, don Pedro, con el sentir popular, con pasiones y sentimiento... y con Lord Gray- un Lord Byron de imitación- personificación del espíritu romántico. En él la cordura y la locura jugarán sus cartas a partes iguales y sus escarceos amorosos- en los se verán implicados doña María de Rumblar y sus hijas e incluso Inés- ocuparán buena parte de las andanzas de Gabriel por Cádiz.

Y acabaremos este episodio con Gabriel huyendo, en esta ocasión de la justicia, pero muy bien acompañado. Les seguiremos en los dos siguientes episodios, los finales ya de esta primera serie, Juan Martín, El Empecinado y La batalla de los Arapiles. Cuando hayamos acabado esta serie nos quedarán tan solo 37 episodios más para poder dar por leídos los Episodios Nacionales en su totalidad. Como dice el refrán... El que la sigue la consigue.

Y, por cierto, he leído estos días este pequeño fragmento de una carta, fechada el 27 de abril de 1889, de Emilia Pardo Bazán a su amado Galdós. Obviando las ternuras y melindres, comparto el entusiasmo de doña Emilia por el buen hacer de don Benito...
"Miquiño, mi bien: 
me están volviendo tarumba tus cartitas. Creo que jamás escribiste con tanta sencillez, con una gracia más bonita y más tierna. No sé las veces que he leído esta última epístola, ni el bien que me hizo, ni cuánto se me humedecieron los ojos... Un beso del fondo del alma (...)"     

viernes, 11 de septiembre de 2015

'Tres abuelas y un cocinero muerto' de Minna Lindgren

Minna Lindgren es llamada por algunos la Agatha Christie del norte, e incluso es comparada por otros con Jane Austen. No nos confundamos. Puede que haya cierto toque a alguna de las conocidas historias de Miss Marple, aunque solo sea por la edad de las detectives; y también lo es que ciertos comentarios y diálogos tienen quizá una picardía e ironía similares a las que caracterizaban la prosa  austeniana. Puede ser. Pero con todo y aún así, el resultado, Tres abuelas y un cocinero muerto, es un producto totalmente diferente y nada tiene que ver con las novelas de estas dos célebres y celebradas autoras británicas. Nada en absoluto. De hecho, el libro de Lindgren es un tanto peculiar y de difícil adscripción, en el sentido de que juega con el lector, sorprendiéndolo en más de una ocasión en cuanto al cariz que toman los acontecimientos o al curso hacia donde deriva la historia. Pero no es esto una crítica sino más bien una bienintencionada advertencia al lector para que encare esta lectura con una mente abierta.
 
Decía George Orwell,
"Todo lo que tenga gracia es subversivo, todos los chistes son en última instancia un pastel de nata que se puede lanzar a la cara de alguien."
Y al parecer Minna Lindgren, la autora de Tres abuelas y un cocinero muerto, comparte esta filosofía. Como veremos, y bajo el disfraz de comedia, Tres abuelas y un cocinero muerto esconde una abierta crítica social.

Las tres ancianas protagonistas de la historia de hoy- Siiri, Irma y Anna-Liisa- viven en el Centro Residencial Geriátrico El Bosque del Crepúsculo (el nombre ya es toda una declaración de intenciones). Ellas son las reinas del lugar, siempre tan correctas, arregladitas y coquetas. Sus relaciones con los demás residentes, con los gestores de la institución, sus achaques, su dificultad para entender ciertas modernidades, sus olvidos y despistes, sus peculiares costumbres y remedios caseros,... serán algunos de los elementos que darán el tono general de humor. Incluso de la muerte, tan presente en sus vidas, a la vuelta de cada esquina, se saben reír. ("Cada mañana al despertar Siiri Kettunen descubría que aún no había muerto. Entonces se levantaba, se lavaba, se vestía y tomaba algo para desayunar"). Con lo que no contaban era con la muerte del joven y simpático cocinero. Algo no encaja. A partir de esa muerte, además, otros sucesos vendrán a enturbiar la aparentemente apacible y aburrida vida de la Residencia: residentes desaparecidos, otros trasladados al ala de dementes sin motivo, nuevas pastillas de colores en los pastilleros de las ancianas, un sorpresivo y extraño incendio...

El humor, el sarcasmo, la ironía, y la ternura,  no les abandonan pero también están presentes los ratos de soledad, de incomprensión o desubicación. Su tiempo parece haber pasado; sus parientes y el personal de la residencia no dejan de recordárselo. Pero incluso así, y con sus noventa y tantos años, quizá puedan encontrar un rincón para el romance y las segundas o terceras- ¡vaya usted a saber!- oportunidades. Y cuentan con algo muy importante: su amistad y compañía.   

Comedia, humor negro, ternura, momentos nostálgicos, a veces duros, y tristes también, descripciones de la arquitectura de Helsinki- quizá excesivas a mi entender y  un tanto out en la historia- y, como fondo, la denuncia de la situación de las personas mayores y el egoísmo y la hipocresía de la sociedad finlandesa, pero que bien podemos trasladare a la nuestra. Quizá esa situación de indefensión bajo la que se presenta a estos ancianos se acentúa por la inconclusión de las pesquisas policiales. Hay crimen y delitos varios, hay culpables, pero el círculo no acaba de cerrarse satisfactoriamente. El desamparo se hace mayor. Con humor, sí, pero queda dicho.   

Saldrá en breve el segundo título de la trilogía, Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta. ¿Ganas de leerlo? Haberlas, haylas.  



miércoles, 9 de septiembre de 2015

'An Encore' ('Reencuentro'), de Margaret Deland

Esta alegre y bonita portada así como la ilustración que acompaña esta entrada son las originales de Alice Stephens Barber para esta novella de la autora americana Margaret Deland publicada en 1898 y que os traigo hoy hasta aquí. Ha sido un agradable y casual encuentro, y tan casual vistas las miles de obras que pueden encontrarse en  Project Gutenberg. Como sabéis, las obras allí publicadas son de dominio público al haber pasado más de 70 años desde el fallecimiento de sus autores o autoras. Así que, si estáis interesados, podéis leer esta novelita corta, en inglés eso sí, en ESTE ENLACE.  Ha sido un pequeño descubrimiento esta lectura y, por tanto, su autora. Margaret Deland (1857-1945) fue una escritora estadounidense, reconocida sobre todo por su novela John Ward, Preacher y por las historias ambientadas en el ficticio Old Chester, su Pittsburg natal, entre las que se incluye  esta An Encore.

An Encore, que podemos traducir como Reencuentro o Segunda oportunidad, es una lectura amena, agradable, tierna y divertida. Alfred Price y Letty- ahora Captain Price y Mrs. North- vivieron una bonita historia de amor cuando eran jóvenes, frustrada por los padres de ambos que  los separaron y pusieron fin a la fuga que planeaban. Cada uno ha rehecho su vida y treinta y ocho años después los encontramos a uno viviendo con su hijo, Cyrus, y su nuera, Gusie- tirana  hipocondríaca y enferma imaginaria que tiene a los dos hombres a su merced- y a la otra con una hija soltera, Miss North, que tiene a su madre atrapada en sus devotos y fatigosos cuidados.
"According to Old Chester, to be romantic was just one shade less reprehensible than to put on airs. Captain Alfred Price, in all his seventy years, had never been guilty of putting on airs, but certainly he had something to answer for in the way of romance."

Estos cinco personajes, acompañados de alguna que otra habladuría de Old Chester- el pueblo como un personaje más de la historia- son las figuras principales de este entretenido enredo, en la que la debilidad de Cyrus ante su esposa, los temores ridículos de esta y los amantes y asfixiantes cuidados de Miss North ponen el punto de humor a esta ligera lectura. El título, como vemos, nos da ya idea del desarrollo de la nueva relación que se establece entre Captain Price y Mrs. North- Donde ha habido fuego siempre quedan brasas, o algo parecido dice el refrán- una vez que ella y su hija se mudan a una casa próxima a la del capitán. El carácter de la narración y la singularidad de los personajes que se oponen a los deseos de los protagonistas dan la tonalidad grácil y de comedia de esta deliciosa historia que quizá nos permitirá creer en las segundas oportunidades.

An Encore os proporcionará  un muy agradable rato de entretenimiento, con la ternura y la gracia de la historia y los personajes y con el dulce encanto de otro tiempo. Un placer este descubrimiento. Ahora será publicará en castellano con el título de Reencuentro y de la mano de Editorial dÉpoca. 


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viernes, 4 de septiembre de 2015

'Libros malditos, malditos libros,' de Juan Carlos Díez Jayo

Seguramente algunos, o muchos, de vosotros recordaréis un libro que fue publicado hace casi tres años de título bastante original, La noche en que Frankenstein leyó el Quijote. Era este un libro que recopilaba diversos artículos, que ya habían visto la luz con anterioridad, de Santiago Posteguillo. En la reseña que de él hice en su momento (AQUÍ) ya comenté  lo interesante del anecdotario a pesar de que la mayor parte de lo allí referido era sobradamente conocido por el lector medio.

Libros malditos, malditos libros sigue la estela del libro de Posteguillo pero se aleja un tanto del populismo de este para dirigirse a un público más bibliófilo y apasionado. No encontraremos así entre sus páginas frecuentes alusiones o referencias a escritores conocidos por el gran público sino que el foco de atención se dirige principalmente al libro, no solo como fuente de entretenimiento y conocimiento sino como objeto de culto y devoción.  
Con gracia y cierta socarronería haremos un recorrido curioso y muy ameno, de la mano de Juan Carlos Díez Jayo, en el cual los libros malditos, olvidados, fatales, desaparecidos, venerados o inexistentes- de todo hay-, las bibliotecas imposibles, los obsesivos bibliófilos, las encuadernaciones antropodérmicas, los libros indescifrables o indescifrados,... serán nuestro objetivo.

Los libros de mayor tamaño, los liliputienses (¿cómo puede caber un relato de Chéjov en un libro de 0,9x0,9 mm), el Necronomicón (¿lo habéis leído?), el tesoro que esconden los codificados Beale Papers (todavía existen incrédulos buscadores de tesoros), el robo poético y de ultratumba que Dante Gabriel Rossetti le hizo a su amada Elizabeth Siddal (eso no se hace, hombre), algunos bibliófilos asesinos (por un libro, ma-to), los cuadernos todavía en estudio del genio matemático Ramanujan (to the infinity and beyond) y un sin fin de datos y curiosidades más harán las delicias de todo amante de los libros.
Una lectura esta de Libros malditos, malditos libros, además, que impide al lector quedarse de brazos cruzados y que le impele, sin embargo, a indagar, a buscar más datos, a seguir curioseando... En mi caso, además de la búsqueda por internet de tal o cual información adicional, el capítulo titulado Pasiones bibliófilas me recordó un libro que tenía por casa todavía sin leer a pesar de su brevedad, Bibliomanía de Gustave Flaubert, que ya ha sido disfrutado como corresponde y del que pronto os hablaré.
Lectura lleva a lectura; libro a libro... Y ya para acabar, y llevando la contraria aquí a Díez Jayo, diré... ¡¡Benditos libros!!

¡Gracias por la visita!




jueves, 3 de septiembre de 2015

'Skinner's Dress Suit' ('El traje de etiqueta de Skinner'), de Henry Irving Dodge


"Skinner had inhabited the ironbound enclosure labeled 'CASHIER' at McLaughlin & Perkins, Inc., so long, that the messenger boys had dubbed him the 'cage man'."
Skinner es nuestro hombre, el hombre 'enjaulado' en su puesto de cajero de McLaughin & Perkins. Con su esposa, Honey, lleva una vida feliz pero modesta, sin excesos de ningún tipo mientras semanalmente guardan sus ahorros en su cuenta bancaria. Sus ropas, corrientes y desgastadas  por el uso, ocultan su buen porte y su atractivo y le confieren cierta imagen de perdedor que su timidez e inseguridad no acaban de desdecir.

Animado por  Honey decide finalmente pedir un aumento de sueldo al temido McLaughin. ¿He dicho pedir? Digamos mejor, sugerir. Lamentablemente, no es aceptada la sugerencia y el gran problema para Skinner es ahora cómo decírselo a su mujer, a la que tantas veces ha hablado de lo imprescindible de su trabajo y el alto concepto en el que es tenido en la empresa. Decírselo, y decepcionar, a la única persona que lo admira se le hace muy duro; tampoco puedo mentirle, ¿no?

La compra de un traje de etiqueta, sin embargo, va a hacer cambiar el estilo de vida de la pareja. Dicen que el hábito hace al monje... Puede que la apariencia de Skinner sea atendida en demasía cuando los otros lo observan o juzgan, que la imagen que los demás tienen de él venga determinada en exceso por el aspecto externo y no por sus cualidades personales y profesionales. Pero pudiera ser también que esa imagen sea en parte la que le haga comportarse de modo apocado al ser consciente de lo que los otros piensan de él; quizá el traje de etiqueta le ayude a recuperar la seguridad en sí mismo y dar lo mejor de sí, logrando así encarar la vida con valor y sin miedos. En su libro de cuentas- recordemos que Skinner es contable, y muy bueno además- irá anotando los debes y haberes del traje. Solo habremos de esperar al final y comprobar si las cuentas salen finalmente positivas o en números rojos...

Skinner's Dress Suit es una novelita corta bien escrita, amena y simpática, con dos personajes principales, Honey y Dearie (así llama Honey a Skinner), a los que resulta muy agradable seguir en sus dudas, elucubraciones y pequeñas aventuras. Cuenta además con el atractivo, y ya son varios, de llevarnos al New York de la segunda década del siglo pasado- el libro se publicó en 1916- una ciudad en ebullición, con el coche como signo de lujo y marca de distinción, con los viajes en Pullman de los más pudientes, con su bulliciosa vida social; un lugar de oportunidades y en continuo movimiento para los hombres con recursos e iniciativa. Quizá Skinner y su traje tengan aquí y ahora su gran ocasión.

La historia de Skinner, que podéis leer en este enlace de Project Gutenberg y con todas las ilustraciones de F. Vaux Wilson, fue escrita por Henry Irving Dodge (1861-1934), autor americano del que no he encontrado información alguna más allá de la mención a sus otros tres libros con Skinner como protagonista- Skinner's Big Idea, Skinner's Baby y Skinner Makes It Fashionable- y a su relato patriótico, The Yellow Dog, de 1918. Poco más puedo deciros ahora mismo sobre el autor. Solo me queda animaros a leer Skinner's Dress Suit (hay, por si os interesa, un par de adaptaciones cinematográficas de la historia). Os aseguro un muy buen rato de lectura.

Y en relación a esta historia decidme, ¿cómo de importante consideráis vuestra apariencia/aspecto físico? ¿Creéis que dice mucho de vosotr@s, de vuestro mundo y vuestra personalidad?...