lunes, 22 de diciembre de 2014

'La señorita Mackenzie', de Anthony Trollope



El político y Primer Ministro del Reino Unido entre 1957 y 1963, Harold Macmillan, afirmaba que se habían inventado pocos placeres como irse a la cama pronto con un gran novelón de Trollope. Y no seré yo quien le lleve la contraria.

Uno de esto novelones es La señorita Mackenzie, el primer título de este autor victoriano que la editorial d'Época ha decidido rescatar para el lector en castellano. Es esta, curiosamente, la primera reseña que hago de este autor aunque no la primera novela de él que tengo el gusto de leer. La familia Trollope, sin embargo, sí había tenido cabida anteriormente en el blog en una entrada sobre Frances Trollope, madre del autor, escritora muy popular también en su momento y que jugó un papel destacado en la mejora de las durísimas condiciones de trabajo de los niños. Pero nos estamos alejando del tema. Volvamos a nuestro protagonista y a nuestra novela...

Anthony Trollope escribe en su Autobiografía, "There must be love in a novel" ("En una novela debe haber amor"), para más tarde, en esas mismas memorias y al hablar de La señorita Mackenzie, añadir,

" 'Miss Mackenzie' was written with a desire to prove that a novel may be produced without any love; but even in this attempt it breaks down before the conclusion."
(" 'La señorita Mackenzie' fue escrita con el deseo de demostrar que se puede escribir una novela sin amor. El intento de todos modos se vio malogrado antes del final.")
Su intento fue fallido y su heroína, una solterona poco atractiva, acaba finalmente enamorándose. ¿Y quién es esa heroína? La señorita Mackenzie del título, claro.

Margaret Mackenzie, soltera de casi treinta y cinco años, ha permanecido toda su vida en la penumbra y el silencio que acompañan la enfermedad y muerte de su padre, en primer lugar, y la posterior y larga enfermedad y fallecimiento de su hermano menor. Su vida ha sido tediosa monotonía, confinamiento y dedicación a los enfermos. Su vida podríamos decir que ni ha sido suya ni ha sido vida.

Con el fallecimiento de su hermano todo parece, sin embargo, que puede cambiar al heredar doce mil libras. Esto significa libertad e independencia para una mujer soltera como ella; ese dinero puede abrirle las puertas a otro modo de vida e incluso, se permite fantasear a veces, al amor. Decide entonces, en lugar de quedarse a vivir con su hermano mayor y su familia, que esperaban ser los herederos y ansiaban el dinero, irse a Littlebath, un lugar de descanso y recreo para la gente de clase alta.  
Anthony Trollope ( 1815-1882)

El dinero pronto atrae a tres pretendientes, de desigual honestidad y franqueza, entre los que Margaret, inexperta e insegura, deberá elegir. Tendrá que enfrentarse  además a un mundo para el que no está preparada y escoger, por ejemplo, entre el modo de vida más liberal representado por la solterona entrada en años señorita Todd o la del más conservador grupo liderado por el reverendo Stumfold y esposa. Nada le será fácil y numerosos giros, cambios de rumbo e intrigas varias, complicarán y dificultarán la búsqueda de la felicidad de la bondadosa y desinteresada Margaret. 

Como señala Kathleen Tillotson, Trollope fue el único de los grandes escritores victorianos en reconocer haber leído a Jane Austen en su juventud. No es que sus novelas tengan muchas similitudes ni en estilo ni en planteamiento- Trollope carece de la fina ironia de Austen y los personajes de esta parecen, por otro lado, ser más libres, más ellos mismos, mientras que los de Trollope se muestran más sujetos a las presiones que la sociedad impone- pero sí es evidente, digo, esa influencia en la exploración del alma humana con profundidad y delicadeza. Littlebath es así una especie de Bath y Margaret Mackenzie una Anne Elliot, pero solo parcialmente. Es verdad que en las dos novelas las protagonistas viven un renacer de sus vidas y esperanzas, una segunda oportunidad, pero mientras que Margaret desea sentir el amor por primera vez, Anne añora recuperar el amor perdido. Este tema del renacer, de una nueva juventud, queda de manifiesto en La señorita Mackenzie con las palabras que Trollope pone en boca de la señora Buggins, antigua criada de Margaret, cuando dice...
"Sin duda soy una mujer mayor (...) ¿Quién ha dicho lo contrario? Yo no; ni tampoco Buggins. Somos viejos los dos. Pero no veo por qué debemos permanecer afligidos y solos el resto de nuestros días porque no seamos jóvenes... Se diría que son los jóvenes los únicos que tienen derecho a divertirse, y yo no veo por qué."
Margaret, como personaje, y a pesar de los intentos iniciales del propio autor, resulta atractiva. No posee el grado de edulcoramiento de alguna heroína de Dickens ni la fuerza, por ejemplo, de alguna de Austen. Es una heroína corriente tanto en su aspecto como en su carácter, pero su bondad, su indefensión en ocasiones y su orgullo y determinación en otras  hacen que el lector empatice y simpatice con ella fácilmente.

Trollope ha sido acusado por algunos precisamente de eso, de crear héroes y heroínas demasiado corrientes, de recorrer siempre los viejos lugares comunes... Es verdad que no encontraremos en sus obras grandes pasiones y emociones desatadas, adulterios e historias sensacionaslistas. Pero para los lectores que no precisan de estos arrebatos emocionales para disfrutar una lectura, las novelas de Anthony Trollope son una delicia, como lo es La señorita Mackenzie. A cambio, encuentran entre sus páginas historias bien construidas, personajes variopintos, un lenguaje cargado de realismo, sin pompa ni artificio, y un fiel reflejo de la época sobre la que el autor lanza una mirada sarcástica a veces, irónica otras, pero siempre amable y bienintencionada. 

Os invito, no podía ser de otro modo, a que conozcáis a la señorita Mackenzie y a sus pretendientes, a los Ball y a los habituales en las reuniones y tertulias stumfoldianas, que visitéis Littlebath y os paséis por Gower Street, que disfrutéis en definitiva del mundo que Trollope ha creado para nuestro deleite... y, según el propio autor, sin siquiera dar tiempo a las musas.

 *  *  *  *  *  * 

Tras la reseña no quisiera despedirme- el blog no volverá a la normalidad hasta finales de enero o principios de febrero de 2015- sin expresar MIS MEJORES DESEOS para todos vosotros, los habituales y los ocasionales, los que me leéis y los que además de leerme me dejáis vuestro comentario, para todos los que os pasáis por aquí dedicando un poco de vuestro tiempo. A todos y cada uno de vosotros os deseo de corazón...




lunes, 15 de diciembre de 2014

'Rompecabezas', de Laura Rivas Arranz


Decía el escritor francés Jean Paul, "El recuerdo es el único paraíso del que no podemos ser expulsados". Bien es verdad que puede darse que, en vez de un edén del que no deseamos salir, sea un infierno del que no logramos escapar...

Rompecabezas, la novela de Laura Rivas Arranz que hoy os traigo hasta aquí, está construida entre recuerdos, ni paradisíacos ni infernales, tan solo los recuerdos que evocan las abundantes fotografías que Aurora guarda en una caja de cartón. Muchas de esas fotografías son del abuelo Hugo. Al abrir esa especie de caja de Pandora el tiempo se ralentiza, casi se detiene. Ese día, gris y lluvioso, su décimo octavo cumpleaños, Aurora siente el tedio y la soledad del vacío de su cuarto, pero las fotografías que va encontrando le unen irremediablemente en la distancia a Sergio, su primo y amigo,
"Sergio está en su habitación. Su pensamiento y sentidos, como casi siempre, los atrapa un libro."
y a Sofía, amiga de los dos.
"Nació con cierta predisposición a la melancolía que los relatos de su abuela, repletos de defunciones, se ocuparon de fomentar."
A estos tres personajes, cuyas emociones y pensamientos irán alternativamente desvelándose, se suma además Julio, hermano mayor de Aurora y eterno opositor, que se encuentra en el cuarto contiguo intentando estudiar, siempre y cuando su mente divagadora se lo permite.

Divagar, recordar, lamentar, esperar,...

Aurora, Sergio y Sofía serán los protagonistas de las reminiscencias colegiales que las instantáneas traen a la luz, desde la infancia hasta la adolescencia, en un centro religioso. Pertenecen los tres al grupo de los casi invisibles, de los excluidos, de los burlados,...

Pero ahora, en ese décimo octavo cumpleaños, a las puertas de la universidad, en el momento en el que sus vidas van a dar un giro, los recuerdos afloran. Quizá para decirles adiós. Quizá para justificar el anodino y fracasado presente. Aurora parece comprender que una nueva vida se abre ante ella y la afronta con optimismo; Sofía busca en ellos justificación para su incierto futuro; Sergio se sumerge aún más en sus libros para tan solo dar de vez en cuando una bocanada a la realidad. Son lo que son, pasado y presente. Ahora les toca dejar eso atrás y seguir adelante sin mirar. 
"El abuelo Hugo había sentido la necesidad de inmortalizar todo; de atrapar momentos y forzarlos a ser inolvidables."
Acaso haya llegado para Aurora, Sergio, Sofía y Julio el momento de relegar al olvido, de empezar de nuevo, de afrontar el futuro con coraje y energía... si pueden.

Rompecabezas es una novela breve, apenas 107 páginas, aparentemente sencilla pero que hace dar al lector más de una vuelta, romperse la cabeza, cuestionando el valor del pasado, su huella. O, al menos, esta ha sido mi interpretación de la lectura. Porque puede que seamos en ocasiones víctimas pero somos en otras muchas, verdugos de nosotros mismos... 

El lector, guiado por un narrador omnisciente que se adentra por momentos en las mentes de los protagonistas o permanece más distante y objetivo en su visión del pasado, se desliza por la prosa de Laura Rivas Arranz como sobre una pista de hielo, suavemente, sin sobresaltos. No es necesario impulsarse, uno se desplaza casi sin darse cuenta, silenciosamente, hasta el final. Esta elegancia y sutileza ya la había disfrutado con la lectura de algunos de sus relatos en su blog Desde el bosque. Vuelve a demostrar en Rompecabezas su calidad y buen hacer que, si deseais, podéis también disfrutar vosotros; la novela se puede descargar gratuitamente en la página de la editorial Literanda.


lunes, 1 de diciembre de 2014

'La sonrisa de la Gioconda', de Aldous Huxley


La sonrisa de la Gioconda (The Gioconda smile), es un relato que encabeza la serie de piezas breves que bajo el título La envoltura humana Aldous Huxley publicó en 1922, un gran éxito que siguió al obtenido el año anterior con su primera novela Los escándalos de Crome.

La vida de Aldous Huxley, que fue de todo menos aburrida y sedentaria, le llevó de aquí para allá en múltiples viajes hasta los EE.UU. y hasta Hollywood en concreto, en donde adaptó al cine la obra teatral basada en este relato. El resultado fue una película de 1948 dirigida por Zoldan Korda, protagonizada por Charles Boyer  y con el título de Venganza de mujer (A woman's vengeance).

En este relato La sonrisa de la Gioconda, se aprecia ya, en el desarrollo de los personajes y en la trama, el trabajo del gran escritor que fue Aldous Huxley. Aquí la impenetrabilidad de la enigmática sonrisa de la Gioconda simboliza lo inescrutable de las emociones y sentimientos ajenos e incluso, en algunos casos, de los propios.

El señor Hutton, vanidoso y despreocupado Don Juan, amante de la lectura, la buena vida y las mujeres, es el protagonista de una historia que cuenta además con otros tres personajes en escena, tres mujeres: la señora Hutton, la enferma esposa  del anterior, la señorita Janet Spence, amiga del matrimonio, y Doris, la joven y entregada amante del señor Hutton. Entres estos cuatro personajes, y con el señor Hutton como epicentro, giran sentimientos y anhelos varios, aspiraciones y sueños, los celos...
"Él no había conocido el dolor de amar sin esperanza, pero ahora le tocaba experimentar el dolor de ser amado."
Aldous Huxley (1894-1963)
Es el punto de vista del señor Hutton a través del que conocemos a los personajes y los acontecimientos que se van sucediendo y es bien sabido que un único punto de vista puede acabar dándonos una visión un tanto sesgada o incompleta de los otros y sus motivaciones y de la situación que, por ejemplo en este caso, se deriva del luctuoso hecho que convulsiona sus vidas.

La propuesta de hoy, La sonrisa de la Gioconda, se dirige principalmente a aquellos de vosotros que deseéis pasar un rato agradable con la lectura de un intrigante relato, ameno e inteligente y a quienes queráis leer algo más, y conocer los primeros escritos, del autor de Un mundo feliz. El libro de Navona, además, tiene una elegante edición, como ya viene siendo habitual en esta editorial, e incluye un completo y revelador epílogo de José Ángel Juanes, Acerca de Aldous Huxley.