lunes, 10 de noviembre de 2014

'El dandi', de Georgette Heyer


Comenzaré confesando que lo que me atrajo inicialmente de esta novela fue el cuadro Flirtation, de Henry Guillard Glindoni, en la portada; me parece encantador y nos traslada, como gran parte de la obra de este artista, a otra época, a un pasado sobre el que Guillard vierte una mirada amable, idealizada y bienintencionada.

Casi nada sabía previamente sobre la autora o sobre sus novelas, tan solo su adscripción al género romántico con la peculiaridad de situar sus historias en la época de la Regencia. Tenía, eso sí, ciertos prejuicios- la novela romántica se aleje considerablemente de las lecturas que frecuento- e intuía, sin haber leído ninguna, demasiada carga de amor edulcorado, cierta ñoñería y un texto de escasa o nula calidad literaria. Pero la lectura de El dandi ha logrado dar al traste con estas erróneas presuposicionesSin ser una obra maestra, El dandi cumple más que dignamente su cometido y se lee de muy buen grado.


Nos trasladamos gracias a la ágil pluma de Georgette Heyer a la Inglaterra de la Regencia. Richard Wyndham, famoso dandi londinense, galante caballero de cerca de treinta años y conocido por el nudo de foulard que lleva su nombre, vive su existencia de soltero en la ociosidad propia de su clase, el desdén que le producen ciertos modos sociales y la admiración que rodea su elegante persona. Su atractivo personal es indudable, y a él ha de añadirse su más que próspera situación económica.

Tanto su hermana como su madre le instan reiteradamente a sentar la cabeza y contraer matrimonio con Melanie Braddonlas dos familiar llevan años dando por supuesto esta conveniente unión. Pero en el camino de Wyndhan se cruza o, mejor decir, se le cae literalmente del cielo la joven y rica huérfana Penélope Creed, que huye de otro compromiso muy beneficioso para su tía pero no tanto para ella.


A partir de aquí nos desplazaremos desde Londres, en diligencia, tílburi, calesa o lo que sea menester por la campiña inglesa, ella huyendo de su tía,  y él, con el pretexto de proteger a una jovencita sola, escapando de su compromiso con la señorita Braddon.

En su aventura, compartirán posada con algún bribonzuelo, vivirán las cuitas de amor do otra pareja, encontrarán un collar robado, mentirán sobre sus identidades, toparán con un cadáver... Las aventuras y malentendidos se sucederán uno tras otro en una lectura muy amena y entretenida al aire libre, con ingeniosos diálogos, enredos varios y una pareja que, sin empalagosos amoríos, irá consolidando una amistad y camaradería que, eso sí, bien sabemos como acabará, ¿verdad?

George Bryan "Beau" Brummell
El atractivo de los dos personajes principales- la joven sociable y comunicativa y el elegante y más mundano caballero- junto con el ágil ritmo de los acontecimientos, la divertida historia de enredos, el humor- provocado principalmente por la ironía del caballero o por la ingenuidad de la dama o por ambas características combinadas y contrastadas-, y la buena recreación de la época con la aparición, por ejemplo, de algún personaje real como George Bryan Brummell, amigo de Richard Wyndham en la historia y célebre dandi de la época, hacen de El dandi un encantador divertimento ligero y muy ameno.

(Añado, pasado ya cierto tiempo desde la lectura de esta novela y la redacción de la reseña que aquí tenéis, que, llevada por el buen sabor de boca que me dejó esta agradable lectura, me animé con otra obra de esta misma autora, 'Arabella'. El resultado fue bien distinto. Imposible acabarla.)

lunes, 3 de noviembre de 2014

'Episodios Nacionales. Zaragoza', de Benito Pérez Galdós


"La virgen del Pilar dice
que no quiere ser francesa..."

A finales de 1808 volvemos a toparnos con Gabriel de Araceli. Ha logrado escapar, junto con otros, del cautiverio de los franceses. Zaragoza es ahora el lugar; el momento, el sitio y cerco al que están sometiendo la ciudad las tropas napoleónicas. 

Si los lectores de los Episodios Nacionales anteriores- TrafalgarLa Corte de Carlos IV, El 19 de marzo y el 2 de mayoBailén y Napoleón en Chamartín- ya hemos podido disfrutar de la habilidad narrativa, del ingenio y del buen hacer de don Benito, en 'Zaragoza' su categoría como escritor alcanza altísimas cuotas de calidad.

Es verdad que no hay aquí mucho espacio para el divertimento, para el ocio, para los diálogos jocosos o el desarrollo de variopintos personajes. Es verdad. Galdós hace madurar a Gabriel- ya no es el Gabrielillo de antaño sino 'señor de Araceli' como le llaman los Montoria- y las escaramuzas, escarceos y duras y sangrientas batallas son el centro narrativo de la obra. Pero ¡qué despliegue de tensión, de capacidad descriptiva, de amenidad, de emoción puede llegar a desplegarse en pleno campo de batalla!

"Se sentía mucho frío,  y los más tiritábamos. 
Alguien pudiera haber creído que era de miedo;
pero no, era de frío, y quien dijese lo contrario, 
miente."

Nos concede Galdós, de todos modos, algún descanso con refrigerio para seguir adelante en las figuras, por ejemplo, de D. José de Montoria y Candiola, personajes de caracteres bien opuestos y encarnizados enemigos, o con los amores trágicos- no podía ser de otro modo en este ambiente de lucha y muerte- de Agustín, hijo de Montoria, y Mariquilla, hija de  Candiola. Nada sabremos aquí, por cierto, -Zaragoza es una especie de paréntesis en este sentido- de las cuitas amorosas de Gabriel que, es de esperar, sean retomadas en posteriores  episodios.

Zaragoza es un alegato a la bravura aragonesa, al valiente y arrojado carácter de los españoles, unidos frente al enemigo, pero también un alegato contra la guerra, la desalmada guerra que acaba matando hombres inocentes a ambos lados de la contienda.

La historia es la base, aquí más que nunca, sobre la que Galdós construye este episodio, pero salpicándola de algunas situaciones y personajes de ficción que, de algún modo, aligeran la dureza de este trágico momento histórico.
 
"... que quiere ser capitana
 de la tropa aragonesa."

Sigo leyendo, como veis, estos Episodios Nacionales en la edición facsímil de JdeJ editores, con las reglas ortográficas de la época y las ilustraciones supervisadas en su momento por el propio escritor. Como tengo el ordenador estropeado y estoy escribiendo la reseña en la tablet no he podido subir fotografías de esta bonita edición. Durante la semana procuraré subir aquí un par de ellas, la de la torre inclinada, por ejemplo, o el retrato de Candiola o la imagen de la valiente Manuela Sancho liderando a los hombres en la batalla.


EDITADO.  He subido al fin algunas de las imágenes prometidas Espero que os gusten...