lunes, 20 de octubre de 2014

'Ethan Frome', de Edith Wharton


Como ya comenté en alguna ocasión, sigo en mi afán por conocer toda la obra de Edith Wharton. En esta ocasión, le ha tocado el turno a Ethan Frome, el relato, o novela, o nouvelle-la clasificación del texto en este sentido es complicada- que en palabras de la propia autora le proporcionó durante su redacción "the greatest joy and the fullest ease" ("el mayor placer y las más total libertad"). Publicado en 1911, Ethan Frome representa el sexto libro de Wharton y no es, por tanto, el trabajo de una aprendiz pero sí el primero y casi el único- Estío es otra de las excepciones-en el que se aleja de los ambientes de la alta sociedad que frecuentan sus obras.

La historia se sitúa en el imaginario Starkfield (Massachusetts). El escenario de Nueva Inglaterra le era bien conocido ya que fue su hogar- alternándolo con la casa de París- y el de su marido- Edwards Robins Wharton- desde 1903, tras la construcción de la magnífica casa de campo The Mount, hasta 1913, año en el que el matrimonio se divorcia y la mansión es puesta a la venta. La imagen que pretende dar la autora de la vida en el campo se aleja intencionadamente de las escenas bucólicas creadas por sus contemporáneos; lo que a Wharton le interesa es reflejar el lado más oscuro y sombrío de esas vidas alienadas, escondidas tras los gruesos muros de las aisladas granjas, lo que ella denomina en el artículo  Introduction to Ethan Frome, los "depósitos de granito".

Y construye Ethan Frome, novela de gran intensidad y dureza.

El personaje de Ethan Frome no es presentado por un anónimo narrador, un viajero que llega a Starkfield por motivos de trabajo. Frome es un hombre de cincuenta y dos años, pobre, lúgubre, taciturno, "una ruina de hombre", "con una cojera que le frenaba los pasos como el tirón de una cadena". Ethan Frome está en verdad atado a una cadena y es prisionero de Starkfield, de la vida y de sus circunstancias.
"(...) su soledad no era simplemente el resultado de su situación personal, aunque  se suponía que era muy trágica, sino que encerraba (...) el intenso frío acumulado de muchos inviernos de Starkfield."

Tan impresionado queda el narrador por la desgraciada y torturada imagen de Frome que busca datos sobre la que intuye su trágica historia. Harmon Gow y la señora Hale le darán alguna información, que junto a una visita que el narrador realiza a la propia casa de Frome, le permitirán reconstruir la historia iniciada una generación anterior. Este flashback, que comienza en el capítulo II será contado ya no en la primera persona del narrador inicial, sino por un más limitado narrador en tercera persona. La primera persona no se retomará hasta el clímax final, o anti-clímax, de la novela.

Hay criaturas como Ethan Frome para quienes la vida parece haber diseñado un cruel destino. Descubrimos en ese flashback que después de años de cuidar a sus difuntos padres, Ethan se encuentra atrapado en un matrimonio sin afecto en el que de nuevo- su esposa Zeeana (o Zenobia) está permanentemente débil y enferma- él ha de volver a ser el soporte, el punto de apoyo. Con la llegada a la granja de Mattie, prima de Zeena, para ayudarla con las tareas, la vida de Frome experimenta un cambio se experimenta, todo parece recobrar una nueva luz, un nuevo sentido.

Sin embargo, los deseos y sueños parecen haberse desvanecido y, cuando el narrador del inicio lo conoce, Frome es apenas un guiñapo destruido y desesperanzado. La esperanza se ha ido o la ha dejado escapar o se ha quedado tal vez anclada para siempre.

Edith Wharton ( 1862-1937)
Algunos críticos han pretendido encontrar coincidencias entre la historia de Ethan Frome y la de la propia Wharton. Entre 1906 y 1909, casada con el dependiente Teddy doce años mayor que ella, Edith Wharton estuvo viviendo un affair con el periodista americano Morgan Fullerton, lo que le lleva a algunos estudiosos a identificarlos con la Zeena y Mattie de la historia de Nueva Inglaterra. Esta interpretación de perspectiva autobiográfico no tiene en cuenta, sin embargo, un dato de importancia: la historia de Ethan Frome ya se había fraguado diez años antes. Cuando Wharton estaba viviendo en París, en torno a 1900, decidió perfeccionar su francés con un profesor particular, que en una de las clases le pidió un ejercicio de lengua. Wharton decidió entonces escribir una historia; y así dio su primeros pasos el que la autora llamaba "el Ethan galo", dato que desmiente el carácter autobiográfico del libro.  En un pequeño texto publicado en septiembre de 1932 The writing of Ethan Frome, sobre la construcción de esta historia, Wharton daba por perdido el cuaderno en el que había redactado los inicios de la historia. Por fortuna, el Black Book ha sobrevivido y se encuentra, con otros papeles de Edith Wharton, en la Biblioteca de la Universidad de Yale.

El debate moral que suscita la lectura de Ethan Frome enfrenta la dicotomía entre el deber, la obligación, y el corazón, la pasión, entro lo que se debe hacer- o se cree que se debe hacer o socialmente el individuo se ve obligado a hacer- y lo que se desea en lo más íntimo. Ethan Frome se ha movido dentro de una moral convencional en un pequeño pueblo rural de ritmo lento que ha inclinado decisivamente la balanza y le ha impedido tomar ciertas decisiones para modificar su vida. Puede que la sabiduría sea la capacidad para ser feliz. Siendo así, podemos decir que Ethan Frome no ha sido lo suficientemente inteligente para atreverse a ser feliz. En parte su tortura emana del irremediable arrepentimiento, no solo por los errores cometidos sino por lo que ha dejado de hacer. 
 
Cuando huir es la única posibilidad, quedarse es el infierno.
"No veo que haya mucha diferencia entre los Frome de la granja y los Frome del cementerio; salvo que los que están enterrados están en paz (...)." *
Como en la mayoría de las novelas de Wharton, el final de Ethan Frome depara una sorpresa, un secreto que redimensiona toda la historia. Ethan Frome es una novela, ya os imagináis, que os recomiendo para leer y reflexionar y repensar.

lunes, 13 de octubre de 2014

'Las praderas del cielo', de John Steinbeck


El placer de esta lectura- mi tercera de John Steinbeck después de leer The pearl y The red pony- se lo he de agradecer a Icíar por invitarme a formar parte del grupo Café literario, lo que permitió tomar parte en la propuesta de lectura conjunta en el grupo. ¡Gracias!

Tanto el título del libro como la introducción del primer capítulo sobre el asentamiento de los primeros colonos en el valle hacen intuir un acercamiento a un Edén terrenal en California; el valle Corral de Tierra es el lugar, real, en el que se desarrolla la historia, el paisaje de la tierra natal de Steinbeck. Pero a medida que se va adentrando en la lectura más que descubrir las praderas del Cielo la impresión es la de ir penetrando en los pequeños- o no tanto- infiernos personales de cada uno de los habitantes o familias de ese Edén.

En cada historia se destapa un lado oscuro, un temor, la locura, una traición, el miedo a fantasmas personales, una frustración, un sueño incumplido, una obsesión,... Lo que acabamos conociendo, si le damos tiempo, no es la bucólica vida en un valle idílico sino la desintegración de esa comunidad.
 
Lo que puede llevar, tal vez, a una interpretación errónea- diferente al menos- es el lenguaje tierno, en modo alguno enjuiciador ni acusador con el que Steinbeck trata a cada uno de los personajes y situaciones. No hay culpable humano al que acusar. La llegada de los Munroe a la abandonada granja Battle despierta la "serpiente" de todo paraíso, el mal.
"Tal vez resulte que aparezcan pequeñas maldiciones arrastrándose por las praderas cuando menos lo pensemos".
John Steinbeck (1902-1968)
Ahí está el culpable, la maldición. A partir de su llegada, los Munroe estarán presentes y tomarán parte, aunque no de modo activo o  intencionado, en las pequeñas desgracias y contratiempos de cada uno de los personajes. El mal disfrazado de estrecha moralidad, de incomprensión ante un modo de vida diferente, de falta de empatía hacia el diferente, de falsedad y mentira, de autosatisfacción en el dolor,... se esconden en los infortunios de algunos; las frustraciones propias de la vida, el azar, el desencanto urden otras.

Tal vez visto desde arriba, como lo ven los viajeros desde arriba, desde la carretera, en el capítulo final, el valle y sus granjas diseminadas puedan aparentar un paraíso, pero Steinbeck enfoca de cerca y saca a la luz lo que Edith Wharton llamaba "los depósitos de granito" haciendo patente la imposibilidad del hombre para crear paraísos terrenales. Cuando uno de esos viajeros, no casualmente un sacerdote, está admirando el valle y exclama ante una idílica vida en él, "Nada de pobreza, ni dolores ni cuitas" el lector ya más sabio ahora, sabe que tristemente ese Edén, ese Paraíso no existe. 

Las praderas del cielo no es un libro de relatos inconexos sino una novela con episodios interralacionados y con el nexo común de la vida en el valle y los Munroe. El libro es de lectura ágil y muy agradable, con un estilo sencillo e impecable que nos acerca a la tierra, a sus gentes, que profundiza en los recovecos del alma humana, que esconde más, mucho más, de lo que aparenta y que necesita de un tiempo de reposo tras la lectura para ir encajando piezas, para deshacernos de la errónea primera impresión y entender el verdadero mensaje. Recomendado queda.
"Las praderas del Cielo, donde el aire pendía azul como un lago y las granjas estaban sumergidas en la quietud."


lunes, 6 de octubre de 2014

'El misterio de Gramercy Park', de Anna Katharine Green


Como seguramente ya sabréis muchos de vosotros, acaba de publicarse la esperada novedad de editorial dÉpoca, El misterio de Gramercy Park, de Anna Katharine Green. Y puede que también sepáis, por lo menos aquellos con los que tengo contacto a través de Facebook, que la introducción de dicha novela ha corrido a mi cargo. Este verano ha estado dedicado, entre otras cosas, a leer la novela en inglés- la editorial estaba mientras tanto con el proceso de  traducción- y a investigar y profundizar en la vida y obras de Anna Katharine Green.

El roce hace el cariño, reza el dicho, y al trabajar de modo intensivo sobre una autora algo más de dos meses, sobre su vida familiar, su personalidad, sus anhelos y ambiciones, filias y fobias, su obra y estilo narrativo,... se acaba inevitablemente por establecer un sentimiento de cercanía no solo con la faceta de escritora sino con la persona, con la mujer que fue. Y es que todavía sigo, aunque ya otros proyectos empiezan a ocupar espacio, bajo la influencia de Anna Katharine Green y de la protagonista de El misterio de Gramercy Parkla inolvidable detective aficionada Amelia Butterworth, precursora de otra encantadora entrometida, Miss Marple.

No voy a hacer aquí una reseña de El misterio de Gramercy Park. No tiene mucho sentido. Mi punto de vista, opiniones y análisis de la novela han quedado ampliamente recogidos en la introducción de la misma así que allí os remito. Lo que sí quisiera es, si me permitís, animaros a la lectura de esta obra de la madre de la novela policíaca. Porque conocer a Amelia Butterworth y al inspector Ebenezer Gryce- curiosa pareja la que forman- moverse por el bullicioso Nueva York de finales del siglo XIX, ir avanzando en la investigación criminal que rodea a la acaudalada familia Van Burnam, leer esta historia con sabor a clásico será, lo comprobaréis, todo un placer. Y además en esta preciosa edición ilustrada.

Espero que disfrutéis la novela tanto como yo- ya iré leyendo vuestras impresiones- y ojalá os parezca a la altura la humilde contribución de una servidora.

Y, finalmente, mi agradecimiento a la editorial dÉpoca por depositar su confianza en mí. Ha sido toda una experiencia, un placer y un orgullo colaborar con vosotros. ¡¡Gracias!!