Susan Sontag, comprometida escritora y activista fallecida en 2004, hace en Ante el dolor de los demás, breve ensayo de apenas 110 páginas, una muy lúcida reflexión sobre las atrocidades de la guerra y sobre las emociones y reacciones que las imágenes de la misma pueden suscitarnos.
"Mira, dicen las fotografías, así es. Esto es lo que hace. Y aquello es lo que hace, también. La guerra rasga, desgarra. La guerra rompe, destruye. La guerra abrasa. La guerra desmembra. La guerra arruina."
Las emociones que producen estas imágenes pueden ser variadas y muy diversas: frustración, indignación, compasión, simpatía,... o bien cinismo y apatía, o incluso la curiosidad o el placer del morbo. Ninguna de ellas tienen valor en sí mismas si no van acompañadas de reflexión. La imagen, seguida de reflexión, lleva a la reacción y a la concienciación.
"Quizá se le atribuye demasiado valor a la memoria y no el suficiente a la reflexión. (...) Hacer la paz es olvidar. Para la reconciliación es necesario que la memoria sea defectuosa y limitada."
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Susan Sontag (1933-2004) |
Como Sontag indica, esa percepción que se tiene del horror se debe en gran medida al modo en que las imágenes son presentadas: una fotografía en un libro vista en soledad y silencio no nos llega de igual manera que si es vista en el acto social de una exposición, con otra gente, ruido, y otros elementos que captan la atención, o en la comodidad de nuestra sala de estar entre la vorágine y el hartazgo de imágenes vomitadas por la televisión.
"(...) la dimensión humana de la guerra destruye lo que identifica a la gente como individuos, incluso como seres humanos. Así, desde luego, se ve la guerra cuando se mira a distancia: como imagen."
Las dramáticas imágenes no deben ser censuradas, reconoce Sontag, no debe ocultarse esa realidad, no por ello el horror se atenuará o las guerras cesarán. Pero sí es prioritario no presentar ese dolor y ese sufrimiento como un espectáculo banal y garantizar unas condiciones que nos permitan ser totalmente sensibles a ellas.
Aún así nos previene la autora de que no debemos ser muy optimistas sobre el efecto de esa exposición del dolor y la destrucción de la guerra. Nos recuerda que ya en 1924 el objetor de conciencia Ernst Friedrich publicó Kreig dem kriege! (¡Guerra contra la guerra!) con imágenes atroces sobre la devastación, la mutilación y la muerte en la 1ª Guerra Mundial. Y en 1938 el cineasta Abel Gance rodó J'accuse. Ambos trabajos tenían como objetivo final obtener la repulsa unánime ante las insoportables imágenes de la guerra. De poco sirvieron. Un año después otra guerra estallaba: la 2ª Guerra Mundial comenzaba a extender sus garras de muerte.
Es evidente la importancia del papel de la fotografía en la representación del dolor y del sufrimiento y como testigo mudo de los acontecimientos dramáticos que van sucediendo. Y es evidente también la importancia de este ensayo ágil y accesible para comprender el fenómeno de las imágenes violentas.
Como reflexión final conviene tener presente y no olvidar que una vez vemos esas imágenes de dolor y sufrimiento ya no somos inocentes; nos convertimos en testigos de la barbarie... Y entonces, ¿qué?
"Siempre que sentimos simpatía, sentimos que no somos cómplices de las causas del sufrimiento. Nuestra simpatía proclama nuestra inocencia así como nuestra ineficacia. (...) Apartar la simpatía que extendemos a los otros acosados por la guerra y la política asesina a cambio de una reflexión sobre cómo nuestros privilegios están ubicados en el mismo mapa que su sufrimiento, y pueden estar vinculados (...) del mismo modo como la riqueza de algunos quizás implique la indigencia de otros, es una tarea para la cual las imágenes dolorosas y conmovedoras solo ofrecen el primer estímulo."
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