viernes, 27 de octubre de 2017

'Un cadáver en la biblioteca', de Agatha Christie


"Mistress Bantry estaba soñando. Sus guisantes de olor acababan de recibir el primer premio de los Juegos Florales. El vicario, con casaca y sobrepelliz, estaba repartiendo los premios en la iglesia. Pasó su esposa en traje de baño; pero, según es bendita costumbre en los sueños, este hecho no provocó muestra alguna de desaprobación por parte de los feligreses como hubiera sucedido, a no dudar, de haber ocurrido semejante cosa en la vida normal."
Este es el párrafo con el que da comienzo Un cadáver en la biblioteca, el tercer libro- segunda novela larga- de las historias de la señorita Marple tras Muerte en la vicaría y La srta. Marple y trece problemas.

A esta simpática apertura sigue un divertido diálogo entre el Coronel y la sra. Bantry sobre el anuncio- lo que debía haber llegado en su lugar era el primer té del día- que les acaba de hacer la fiel Mary:
"¡Oh, señora, señora! ¡Hay un cadáver en la biblioteca!"
Y a partir de aquí comienza la acción con la entrada de la señorita Marple en escena al ser llamada por su vieja amiga, la señora Bantry, para que acuda a su residencia de Gossington Hall, en St. Mary Mead. Para esta, el cadáver de la joven encontrada en su biblioteca supone una emoción añadida a su día a día y pretende aprovechar la ocasión; al mismo tiempo, la investigación junto a la  sagaz detective aficionada y el hallazgo del culpable- ella cree más en la rapidez de su querida amiga para dar con el asesino que en la de la propia policía-, será un modo de acallar los inevitables comentarios maliciosos en torno a la posible relación de su marido  con la muchacha asesinada.

Este planteamiento inicial hace prever al lector una investigación por parte de las dos mujeres, y con Marple, por supuesto, como eje de las pesquisas. Pero para infortunio de los fans de la querida solterona, tras el traslado de las amigas al Hotel Majestic, lugar en el que trabajaba la víctima como bailarina- Marple desaparece casi por completo hasta bien entrada la segunda mitad del libro. La primera recaerá en la investigación y reunión de datos por parte de un buen número de policías: el coronel Melchett, el inspector Slack, el superintendente Harper,... y Sir Henry Clithering, ex-miembro de Scotland Yard y personaje que, junto con los Bantry, ya había aparecido en La srta. Marple y trece problemas

Los Jefferson y la relación de estos con Ruby Keene, la joven estrangulada, las relaciones entre los miembros de esta rica familia y de estos con el anciano patriarca; el papel de Basil Blake, un artista relacionado con el mundo del cine, en el entramado criminal y el de Josie Turner, prima de la difunta y bailarina del Majestic como ella; las pretensiones del bailarín y profesor de tenis del hotel, Raymond Starr;,... serán el centro de una historia llena de coartadas más o menos creíbles, móviles variados, mentiras y relaciones un tanto viciadas o engañosas, una historia contada con la maestría habitual en Christie, con una buena dosis de sentido del humor y con algún simpático guiño literario- detectivesco.
"-Ya lo creo que sí. ¿Le gustan las novelas policíacas? A mí sí. Las leo todas. Y tengo autógrafos de Dorothy Sayers, de Agatha Christie. de Dickson Carr y de H. C. Bailey. ¿Se publicará el asesinato en los periódicos?"

Un cadáver en la biblioteca es una amena y agradable lectura, cómoda y muy British. Hotel de lujo en una bonita zona de la costa de Hampshire; tés aquí y allá mientras la verdad se va desvelando aun sin ser conscientes de ello- para eso ya tenemos a la perspicaz señorita Marple, a la que nada se les escapa- y un variado elenco de personajes con sus claroscuros, sus secretos e intrigas, sus pasiones y ambiciones. ¡Bien por Agatha Christie de nuevo! 

Si gustáis, podéis leer la reseña de Muerte en la vicaría y echar un ojo a mi biblioteca Agatha Christie en este enlace. Y también ver la adaptación (en inglés) hecha para la televisión, con Joan Hickson como Miss Marple, AQUÍ


¡Gracias por la visita!




miércoles, 25 de octubre de 2017

'Daffodils' ('Narcisos'), de William Wordsworth


William Wordsworth (1770-1850) es uno de los más grandes poetas románticos ingleses. Una de sus mayores fuentes de inspiración fue el Distrito de los Lagos en donde nació y vivió. Los pueblos de Cockermouth- su pueblo natal en Cumberland-, Grasmere- en donde viviría durante  14 años en su casa de campo hoy convertida en museo, Dove Cottage- y Rydal- lugar en el que residiría hasta su muerte-, los tres en el Lake District, son los tres ejes principales en los que se desenvolvería su carrera literaria, además de por supuesto sus viajes a Francia, Italia, Alemania,...

Su poema Daffodils, con su bella exaltación de la naturaleza, está considerado la quintaesencia del Lake District y es uno de los más famosos y queridos por los británicos. 

DAFFODILS





"I wander'd lonely as a cloud
That floats on high o'er vales and hills,
When all at once I saw a crowd,
A host of golden daffodils,
Beside the lake, beneath the trees
Fluttering and dancing in the breeze.



Continuous as the stars that shine
And twinkle on the milky way,
They stretch'd in never-ending line
Along the margin of a bay:
Ten thousand saw I at a glance
Tossing their heads in sprightly dance.






The waves beside them danced, but they
Out-did the sparkling waves in Glee:
-A poet could not but be gay
In such a jocund company!
I gazed - and gazed - but little thought
What wealth the show to me had brought.






For oft, when on my couch I lie
In vacant or in pensive mood,
They flash upon that inward eye
Which is the bliss of solitude;
And then my heart with pleasure fills
And dances with the daffodils."





Y para disfrutar plenamente de este clásico de la poesía romántica inglesa dejo aquí a bajo un vídeo en el que se recita el poema de modo soberbio, con gran fuerza y sensibilidad.  (Poned el volumen de vuestro ordenador alto). 




¡Gracias por la visita!



http://carmenyamigos.blogspot.com.es/2017/02/reto-tour-literario-condados-de.html




lunes, 23 de octubre de 2017

'The Laurel Bush', de Dinah Maria Mulock Craik


"It was a very ugly bush indeed; that is, so far as any thing in nature can be really ugly."


Así da comienzo The Laurel Bush la novella que protagoniza la entrada de hoy y que fue escrita en 1876, y publicada en seis entregas en Good Works ese mismo año, por Dinah Maria Mulock Craik, autora victoriana creadora, por ejemplo, del caballero John Halifax, protagonista de la novela homónima. Pero ya habrá tiempo de hablar de John Halifax en otro artículo; hoy nos centraremos en la historia vivida por Miss Williams- "their young governess, 'Misfortune', as they called her, her real name being Miss Williams, Fortune Williams"-  y  Mr. Robert Roy-  "the tutor of the elder boys, a young man whom the grandmother had been forced to get, to 'keep them in order!'", con el arbusto de laurel como testigo mudo. 

Miss Williams y Mr. Robert Roy son institutriz y tutor respectivamente en la misma familia, los Dalziel. Y sucede lo inevitable...
"I do not wish to make any mystery in this story. A young woman of twenty-five and a young man of thirty, both perfectly alone in the world- orphans, without brother or sister- having to earn their own bread, and earn it hardly, and being placed in circumstances where they had every opportunity of intimate friendship, sympathy, whatever you like to call it: who could doubt what would happen?

Pero no desea Craik escribir una historia de amor que sublime el hecho de encontrar a la persona amada. The Laurel Bush está dirigido a un público femenino adolescente, juvenil, y la intención ejemplarizante de la autora estaba bien definida. A través de las inseguridades de uno y otro, de los silencios, de las represiones afectivas, de la lejanía impuesta, de la soledad y el sufrimiento callado y privado, de la espera, e la resignación y la lucha diaria desde la perspectiva de Miss Williams, Mulock Craik logra crear ante sus jóvenes lectoras la imagen de la mujer que ha de luchar por sí misma, la idea de que el hallazgo del amor no es la cura de todos los males, la impresión de que la vida a veces se atraviesa y no ofrece esas milagrosas casualidades para unir a los amantes, la certeza de que la represión de los sentimientos limita y constriñe,....  aunque quizá pueda hacerse sitio en esta historia a una segunda oportunidad. 

The Laurel Bush es una lectura sencilla, sin complejidades, dotada de un ritmo que se asemeja al carácter de sus protagonistas: sosegado, tímido, mesurado, sin grandes aspavientos pero muy agradable. Podéis leerla en inglés en este enlace de Project Gutenberg. 

Solo añadir, como curiosidad, que la historia se desarrolla en la histórica ciudad de St. Andrews (Escocia), famosa por su catedral, su viejo castillo y su prestigiosa universidad y por ser considerada la 'cuna del golf', deporte al que se hace alusión en varias ocasiones en la novela.  


¡Gracias por la visita!





viernes, 20 de octubre de 2017

'Me casé con un muerto', de Cornell Woolrich/William Irish


"Las noches en Caufield son muy agradables. El aire huele a madreselva y a trébol, a heliotropo y a jazmín. Las estrellas tienen un brillo cálido y amistoso, y no frío y lejano, como en el lugar de donde procedo; parecen suspendidas mucho más cerca de nosotros. La brisa que agita las cortinillas de las ventanas es tan suave como el beso de un niño. Y, si se presta atención, puede oírse el crujido de las hojas de los árboles cuando dan media vuelta sobre sí mismas para seguir durmiendo. La luz de las lámparas que sale del interior de las casas cae sobre la hierba en alargadas láminas del color del oro. Aquí se goza de paz y de tranquilidad. Sí, las noches de verano en Caufield son muy agradables.

Pero no para nosotros.

También son agradables las noches de invierno. Y las noches  de otoño. Y las de primavera. Pero no para nosotros. No para nosotros"

Así da comienzo la narración de Me casé con un muerto (I Married a Dead Man), de Cornell Woolrich.

Muchas han sido los libros de Woolrich convertidos en clásicos del cine: La ventana indiscreta, La mujer fantasma, La noche tiene mil ojos,.. y tantas otras. Y de Me casé con un muerto también se hicieron varias versiones para el cine, como la estupenda de 1950, No Man of Her Own, con Barbary Stanwych y John Lund como actores principales. Esta es la magnífica secuencia inicial...



Helen, la protagonista, embarazada de ocho meses, es abandonada por su amante. Abatida, con tan solo un ticket de tren a San Francisco, su ciudad natal, y un billete de cinco dólares, encara su incierto futuro. Pero ese viaje en tren cambiará su vida; conoce en él a una agradable pareja, Patrice y Hugh Hazzard, que se dirigen a San Francisco a conocer a los padres de él. A Patrice, embarazada también, no la conocen todavía, ni siquiera saben qué aspecto tiene. Un terrible accidente en el tren, los fallecimientos de Patrice y Hugh, una confusión de identidades... y Helen, la desesperada Helen, cree ver una segunda oportunidad para ella y su bebé.

En este thriller psicológico que atrapa desde el inicio no faltarán giros inesperados, mentiras, falsedades,  secreteos, miedos e inseguridades, amor, para hacerlo todo aún más complicado, chantaje y asesinato. 

Me casé con un muerto se devora aún conociendo el final. La introducción y los últimos párrafos están narrados en primera persona por Helen/Patrice, y el cuerpo de la novela- contada por un narrador omnisciente-  es un largo flashback de lo sucedido. Desde el inicio, con ese But not for us. Not for us.(Pero no para nosotros. No para nosotros.) ya se dice mucho. Y aún así uno sigue leyendo intrigado el desarrollo de los acontecimientos. En la película, sin embargo, modifican el final por otro más, digamos, al gusto del público.  

Leedla, si tenéis ocasión, merece la pena. Bien es verdad que no hay ediciones actuales- o yo lo desconozco al menos- de obras de Cornell Woolrich- o William Irish, su pseudónimo literario- pero en los catálogos de libros de segunda mano de librerías de viejo no es difícil conseguirlas. La editorial Aguilar, en su colección El lince astuto, publicó en la década de los 60 del siglo pasado varios volúmenes de Obras escogidas de William Irish, con sus mejores relatos- mi volumen es de 1961- y la editorial Acervo, en su colección policíaca, publicó ocho de sus novelas también en la década de los 60- el ejemplar que poseo de Me casé con un muerto es de 1964-.

Lo dicho, recomendados quedan libros y película. Y mejor, como siempre, en este orden, 

¡Gracias por la visita!

   

miércoles, 18 de octubre de 2017

'El lenguaje de las flores', con ilustraciones de Kate Greenaway


"Dígaselo con flores..."

Hoy acerco a la bitácora uno de estos libros a los que una- víctima, poco pudorosa y muy consciente, de sus pasiones- no puede resistirse. El lenguaje de las flores es su título

Me gustan las flores, en casa hay muchas plantas y todas las semanas pongo aquí y allá flores frescas, pero no soy muy conocedora, lo confieso, del lenguaje de las flores, de lo que simbolizan y significan, de sus propiedades... Así que podría decir que adquirí este libro para ampliar mis conocimientos sobre este tema. Sí, podría decirlo perfectamente... pero mentiría.

La verdadera y última razón es que el libro es una monada, so cute que dirían los ingleses, que necesitaría un esforzado ejercicio de contención para no traérmelo para casa, arduo ejercicio este al que cada vez estoy menos acostumbrada.

Así que para aquí se vino, y de hojearlo una y otra vez algo voy aprendiendo sobre este curioso mundo floral además de disfrutar de las preciosas ilustraciones vintage de la ilustradora inglesa Kate Greenaway, nacida en Londres en 1846 y fallecida en Frognal (Hampstead) en 1901. De hecho, este ejemplar es una traducción del original en inglés, Language of Flowers,  publicado en 1884 en Londres por George Routledge and Sons- todo un éxito con más de 19.500 ejemplares vendidos en la 1ª edición- y que podéis ver y leer en este enlace de Project Gutenberg o en este otro de Internet Archive.

Pero como en este caso una imagen vale más que mil palabras, dejo aquí unas imágenes de El lenguaje de las flores...















¡Gracias por la visita!



lunes, 16 de octubre de 2017

'La hija del reverendo' ('The Rector's Daughter'), de F. M.Mayor


Ya allá por el año 467 a.c. Esquilo manifestaba en su tragedia Los siete contra Tebas,

"Dejemos que la mujer se quede en casa guardando su paz."

En 1732 Thomas Fuller afirmaba en Gnomologia: Adagies and proverbs que

"A woman is to be from her home three times: when she is christened, married and buried."

Casi un siglo después, en 1825, en el volumen 97 de la revista The Edinburgh Magazine and Literary Miscellany se recordaba que

"A woman's place is in the bosom of her family; her thought ought seldom to emerge from it."

Y la revista The New Sport Magazine en su volumen 3 de 1832 tiene el dudoso mérito de haber acuñado la célebre frase
"A woman's place is in her house." 
Cuando La hija del reverendo (The Rector's Daughter), de Flora Macdonald Mayor, fue publicada en 1924 parecía que estos estereotipos comenzaban a quedar un tanto obsoletos y desfasados básicamente por el nuevo rol desempeñado por la mujer durante la Primera Guerra Mundial, por la lucha por el sufragio femenino y por el liberalismo social del momento, factores estos que iban paulatinamente contribuyendo al cambio de mentalidad. Paulatinamente decimos, poco a poco, como suelen producirse estos cambios sociales. 

Mayor escribió varios relatos publicados en dos volúmenes,  Mrs Hammond's Children (1901) y The Room Opposite and Other Tales of Mystery and Imagination (1935), y tres novelas, The Third Miss Symons (1913), The Squire's Daughter (1929) y entre estas dos The Rector's Daughter (La hija del reverendo), la más conocida de las tres publicadas y una verdadera obra maestra, menospreciada e injustamente olvidada. 

Decía la escritora Ivy Compton-Burnett, "I have read Jane Austen so much and with so much enjoyment and admiration that I may have absorbed things from her unconsciously" y del mismo modo F. M. Mayor reivindicó Persuasión como la mayor  influencia en su representación de la vida emocional. La huella de la novela de Jane Austen- la mejor a mi entender como no me canso de repetir- en La hija del reverendo es más que evidente. Aunque Mayor, a diferencia de Austen, no aísla a su personaje de la realidad que le toca vivir sino que  muestra los cambios de principios del siglo y cómo estos alteran las relaciones personales y sociales, son los personajes, sus acciones y emociones el epicentro de su novela. 

Quizá con apenas un par de consideraciones, las que nos permite una breve entrada como esta, podamos vislumbrar un poco del carácter de Mary Jocelyn y comprobar así ese parecido razonable con Anne Elliot...

Alguien dijo- lamento no recordar ahora mismo quién- que el hábitat natural de la solterona es el pueblo, con sus conocidos y su mundo circunscrito a un radio de tres millas. Y el caso de Mary, como también lo fue el de Anne hasta su matrimonio, no es muy diferente,
"Mary was born at Deadmayne, she also had rarely gone outside its neighbourhood (...)"
Y para ahondar en ese aislamiento, recordemos que Deadmayne...
"is an insignificant village in the Eastern counties."
"Deadway was in the way to nowhere."

A sus 35 años, soltera- Mary es una de las muchas mujeres solteras (solteronas/spinsters) en la Inglaterra que queda tras la masacre de la Gran Guerra- con una existencia solitaria en una lúgubre rectoría victoriana, con una vida centrada en satisfacer a su anciano, egoísta y manipulador padre y en el amoroso cuidado de su hermana, enferma psíquica y recientemente fallecida, todo el mundo considera que
"Mary was a decline."
Aunque un poco más joven- objetivamente hablando, no en la percepción de la época- la imagen que de Anne Elliot tenía su propia familia no se alejaba mucho de esta apreciación.  

Pero, a pesar de todo, no es la de Mary una vida completamente en soledad. Logra construir una protección contra la influencia de su padre y frente al mundo exterior, con frecuencia hostil, rodeándose de libros y amigos literarios.
"She had longed for friends, and had cherished passions for two or three bright girls with pigtails, who never seemed shy. She had had some passions for elder ladies also, but they were impatient of uncouth adoration. She retired within herself, and fell in love instead with Mr. Rochester, Hamlet, and Dr. Johnson.(...)"
 "In October, as regularly as the leaves fell, she began the winter habit of reading her favourite novels for an hour before dinner, finding in Trollope, Miss Yonge, Miss Austen, and Mrs. Gaskell friends so dear and familiar that they peopled her loneliness.(...)" 
Anne Elliot y sus conversaciones literarias con el capitán Benwick dejan del mismo modo evidencia de su gusto por la lectura y de esa búsqueda de refugio, de protección y de conocimiento del mundo en ella. La literatura es para las dos heroínas una ventana a ese mundo de emociones y experiencias que les ha sido vedado.  


Mary encuentra el amor algo tarde, como Anne- aunque en el caso de esta es realmente un reencuentro- pero ilusionada como una jovencita, o quizá más al vislumbrar ese amor como su única oportunidad. Herbert es hijo de un viejo amigo, se entiendes, se llevan bien. Mary- la dulce, callada y resignada Mary- no puede evitar hacerse ilusiones. Se abre ante ella la posibilidad de una nueva vida con alguien que la mira y ve por primera vez y a quien le gusta eso que ve. Pero ella, con su educación victoriana, sus inhibiciones, tiene pocos recursos para enfrentarse a sus nuevas emociones y al mundo exterior. Y entran en escena además otros personajes con mayor desenvoltura y experiencia mundana...

A partir de aquí, mejor que el lector descubra, por cuenta propia, el devenir de la historia. Piense el lector en otro posible y plausible final para Persuasión  y quizá llegue a intuir el de La hija del reverendo. Poco más se puede añadir sin estropear ni malograr una futura lectura. 

Mary Jocelyn y Anne Elliot son dos personajes con características comunes, como hemos visto, y como pretende de modo consciente F. M. Mayor, pero también, como no podía ser de otro modo,  con individualidades y experiencias vitales que las separan y distancian de modo claro.

Y La hija del rector es, como ya se ha dicho, una obra maestra: maestría en la construcción de personajes llenos de matices y claroscuros, maestría en su estilo sencillo y alejado de sentimentalismos; maestría en el desarrollo de una historia emotiva, conmovedora, profunda, que cautiva desde la primer página y que permanece en el recuerdo una vez cerrado el libro.

¿Lectura recomendable? No. Imprescindible. 


¡Gracias por la visita!


http://carmenyamigos.blogspot.com.es/2017/02/reto-tour-literario-condados-de.html





viernes, 13 de octubre de 2017

'Muertes poco naturales', de P. D. James


La acción de esta tercera entrega de las serie del detective Adam Dalgliesh se desarrolla en la costa del condado de Suffolk, de ahí mi elección de esta novela para el reto Tour literario. Condados de Inglaterra. Hoy le toca el turno a Suffolk...

La ambientación de esta historia, junto a los empinados acantilados y el mar del Norte, con un escenario azotado por el vendaval y golpeado por el mar embravecido que va comiendo terreno poco a poco, y nunca mejor dicho, a la costa inglesa parece propiciar una historia criminal arrebatada por las pasiones. Y el comienzo no puede ser mejor...

"El cadáver sin mano yacía en el fondo de un pequeño bote de vela que iba a la deriva y apenas se divisaba desde la costa de Suffolk."

A la zona en donde finalmente se encuentre el cadáver, en Monksmere, acaba de llegar el inspector Dalgliesh para pasar unos días de descanso en casa de su tía. Pero además de Jane Dalglisesh, hay otros habitantes en esa pequeña comunidad semi aislada, la mayoría de ellos escritores o críticos literarios. P. D. James suele desarrollar sus obras entre pequeños grupos humanos como este- una característica esta que personalmente me agrada-; en esta ocasión, además, el hecho de que el grupo lo constituyan hombres y mujeres de letras le permite añadir ciertos juegos y guiños simpáticos; y es que el propio fallecido es una escritor de novelas de misterio reconvertido, a su pesar, en protagonista de una de ellas.

Los personajes, el desarrollo de los mismos y de peculiares relaciones entre ellos- incluida la tensa relación entre Dalgliesh y Reckless, el policía local a cargo de la investigación-, las preciosas descripciones de la zona y el avance en la acción- entre Suffolk y Londres- son manejados con acierto y maestría por la autora. Incluso su ritmo, puede que algo lento a gusto de algunos lectores a no ser por un larga escena cargada de adrenalina, hace la lectura pausada pero muy agradable. Solo se le puede, a mi entender, poner dos pequeños- o grandes, según se mire, objeciones: los motivos y el modo de realización del primero de los crímenes, que resultan artificiosos y poco creíbles y que afean un poco el conjunto y la valoración/satisfacción final. 

Muertes poco naturales es una lectura recomendable, no puede ser de otro modo habiendo sido escrita por P. D. James; es amena, entretenida, muy bien escrita, y resulta muy agradable encontrarse de nuevo con el inspector-poeta Dalgliesh- lector además de Jane Austen- pero no es, por lo que ya se ha comentado, la mejor de sus obras. Aún así, siempre merece la pena leer a P. D. James.  

¡Gracias por la visita!

-o-0-o-



http://carmenyamigos.blogspot.com.es/2017/02/reto-tour-literario-condados-de.html



miércoles, 11 de octubre de 2017

'Otra vuelta de tuerca', de Henry James


"I remember the whole beginning as a succession of flights and drops, a little seesaw of the right throbs and the wrong."

Desasosegante y desconcertante son dos buenos adjetivos para describir la novela de Henry James The turn of the screw (La vuelta de tuerca/Otra vuelta de tuerca). Aunque el término desconcertante bien se puede aplicar a la gran parte de su narrativa breve; y es que las situaciones, personajes y diálogos creados por James no dejan indiferente al lector y propician, casi obligan, a una reflexión posterior y a una relectura que ayude a construir una reinterpretación de las impresiones percibidas en el primer acercamiento al texto. Y con Otra vuelta de tuerca (utilizaré aquí esta traducción del título, la más conocida) se hace necesaria una segunda, tercera,... lecturas y aún así no estará todo dicho.

Dar sentido, encajar las piezas del puzle y racionalizar lo sucedido en la decadente mansión victoriana de Bly es lo que el lector pretende una vez acabada la lectura, pero James deja el final de Otra vuelta de tuerca deliberadamente abierto a diferentes interpretaciones

Una posible lectura- la propuesta por primera vez por el crítico literario Edmund Wilson en un ensayo de 1938 titulado La ambigüedad de Henry James- se centra en la narradora de la historia, la joven institutriz  contratada  para el cuidado de sus dos sobrinos huérfanos, los pequeños  Miles y Flora, de  10 y 6 años edad respectivamente. Si partimos del supuesto de que el testimonio de la narradora no es del todo fidedigno- y desde mi punto de vista no lo es- todo lo sucedido adquiere indudablemente una nueva luz, otro sentido y empiezan a cuestionarse los hechos tal y como se cuentan. Y lo que sucede, lo que la institutriz nos cuenta al menos, es una increíble e inquietante historia de fantasmas en la que Henry James va adentrando al lector de modo sutil, lenta y pacientemente hasta atraparlo.

Los personajes entre los que se desarrollan los extraños acontecimientos- excluyendo a Douglas, personaje encargado del prólogo y que posee el manuscrito de la narración de la institutriz y al que da lectura- se ven reducidos a la institutriz, el ama de llaves, la señora Grose- aliada de la institutriz, mujer inculta e influenciable- los dos niños, las presencias malignas de Quint, el antiguo ayudante personal y chófer del amo, y la señorita Jessel, la anterior institutriz- estos dos últimos recientemente fallecidos.  

Pero siguiendo nuestra interpretación, la heroína de la historia- ella así se presenta- pasa de ser la salvadora de los niños- tal como ella se ve- a convertirse en la mano ejecutora del mal que ronda la mansión. Entrarían en juego entonces la neurosis, una férrea moral victoriana que junto que una inconsciente represión sexual y la infatuación por su Señor darán en un final de todo punto impactante y sobrecogedor.

Desde luego, una obra como la de James no es sino plana sino poliédrica y deja muchas dudas e interrogantes al final de Otra vuelta de tuerca.'Peter Quint... you devil' ? Pero, ¿quién es ese 'you devil?'? (sin marca de género en inglés) ¿Quint¿  ¿La institutriz? ¿Es fiable la narradora? ¿Qué sentido tiene el prólogo? ¿Qué sucedió realmente en el colegio? ¿Son reales o no los fantasmas? ¿Qué sucede realmente en la última escena?...
"(...) I was giving pleasure – if he ever thought of it! – to the person to whose pressure I had responded. What I was doing was what he had earnestly hoped and directly asked of me, and that I could, after all, do it proved even a greater joy than I had expected. I daresay I fancied myself, in short, a remarkable young woman and took comfort in the faith that this would more publicly appear."
Una posible lectura es la aquí planteada- quedan por tocar muchos aspectos y momentos que justifican esta interpretación pero el hacerlo destriparía toda la historia- pero cada lector llegará a su propia conclusión y hará su propio análisis de la historia. En un aspecto de seguro que todos acabaremos coincidiendo, en la maestría de Henry James. 


¡Gracias por la visita!


http://carmenyamigos.blogspot.com.es/2017/02/reto-tour-literario-condados-de.html


Resultado de imagen de ESSEX




lunes, 9 de octubre de 2017

'Kitty of the roses', de Ralph Henry Barbour


En ocasiones para relajarnos y olvidarnos por un rato del ruido de la vida cotidiana basta con una taza de té, una lectura ligera y poco más. Y desde luego, Kitty of the roses hace perfectamente esta función de bálsamo, un bálsamo algo edulcorado, eso sí.

Los que os pasáis con cierta asiduidad por esta bitácora sabéis bien que no encontraréis por aquí literatura romántica; o quizá debiera decir, para ser más precisa, literatura romántica actual.  Porque a un romance corto, ingenuo, naive hasta el extremo como Kitty of the roses, con el sabor de antaño- se publicó hace más de un siglo, en 1904-, que nos transporta a otra época, que nos muestra otro modo de pensar y nos acerca otros estilos y modos de vida hace tiempo ya caducos, a este tipo de historias no le dijo yo que no.

¿Hondura psicológica? ¿Intrincada línea argumental? ¿Complejo vocabulario? ¿Originalidad del planteamiento? No, la verdad es que no. La historia de Kitty of the roses, funciona como plácido sedante por la cadencia de su ritmo, por la fragancia de las rosas que se nos impregna durante todo el relato, por el suave discurrir de este cándido amor a primera vista entre los protagonistas y que iremos siguiendo durante apenas 174 páginas. 

Un exitoso arquitecto de Nueva York,  Stephen Burton, está pasando unos días del mes de junio en Belle Harbour, un pequeño pueblecito tranquilo y alejado del bullicio y el progreso, para terminar el proyecto que ha de entregar en breve. Desde su mesa de trabajo y a través de la ventana, abierta a la brisa del verano, puede admirar el frondoso jardín de la casa en la que se aloja y el de la casa colindante. Un buen día una joven, Kitty, aparece en el jardín a coger algunas rosas...

Kitty of the roses es una novela corta del prolífico autor americano Ralph Henry Barbour- escribió además de algunas breves historias de temática similar a esta, muchas novelas juveniles para muchachos- que podéis leer en inglés en este enlace de Internet Achive. Podréis disfrutar de la cute edición con ilustraciones de Frederic J. von Rapp. 
"Through the wide-open window floated in a fragance of dew-drip-ping flowers."


¡Gracias por la visita! 



viernes, 6 de octubre de 2017

'El rapto de las sabinas', de Francisco García Pavón


La morriña hay que combatirla, si se puede. Y como en este caso se puede, pues a Tomelloso nos hemos vuelto... 

Lo de la morriña lo digo, ya lo comentaba en la reseña de El reinado de Witiza, por esa pena que se le queda al lector al concluir la lectura y tener que decir hasta luego a los paisanos tomelloseros. Que se hacen querer, vaya.  

Así que tras el primer título de la serie de Plinio, el Jefe de la Guardia Municipal de Tomelloso, seguimos el orden y llega el segundo, El rapto de las sabinas, con el que Francisco García Pavón obtuvo el Premio de la Crítica en 1969. Ya ha llovido algo desde entonces...

"Manuel González, alias Plinio, jefe de la G.M.T., y su amigo y cooperito don Lotario, el que las bestias curaba (y digo en pretérito, porque desde las rebelión de los tractores, su profesión de veterinario se quedó hueca), luego de haber tomado, café, copa, faria y consumido todos los turnos inimaginables de conversación con amigos y allegados, salieron del Casino de San Fernando para estirar un poco las piernas. Uno junto al otro, con las manos al riñón y en silencio total, empezaron a pasear por la Glorieta de la Plaza con muy poca ilusión, esa es la pura verdad. Los pantalones de ambos, por tan luenga sentada, mostraban por la parte trasera mil estrellas y dobleces.

Desde el famoso caso de Witiza no tenían crimen ni robo sabroso con que distraer la vocación. Y sabido es que en los pueblos, e incluso en las capitales importantes, si no hay faena, los pantalones se arrugan que es un dolor." 

Así comenzamos. Pero poco les dura el aburrimiento, pronto han de volver a la acción. En El rapto de las sabinas, desaparecen del pueblo nada menos que tres mozas de muy buen ver, a las que parecen haber'robao por buenorras'. Son la Sabina (de ahí el título), la Rosita y la Clotilde, esto es, Sabina Rodrigo, Rosita Granados y  Clotilde Lara. Y para poner la cosa más complicada, aparece el cadáver de una mujer en el pueblo de al lado, en Argamasilla, y un forastero con moto y casco rojo se ve mucho por el pueblo últimamente. Mucha novedad, muerte y desaparición junta. Como bien dice la Rocío, la churrera,

- Pero bueno, Manué, ¿es que esta tierra se ha puesto de moda para la criminalidad?

Pero los raptos, la investigación policial- si podemos llamarla tal- no es más que una excusa nuevamente para reflejar toda una época, hacer cierta crítica social, envuelta con gracia, salero y retranca, pero crítica al fin y al cabo, y algunos interesantes planteamientos filosóficos, al modo brauliano. Ya decíamos que mucho ha llovido desde entonces, desde 1969. Mucho. Y en la novela seremos testigos de ese tiempo pasado- los últimos años de la dictadura militar, los años del comienzo de la apertura al exterior, del comienzo del turismo, años de represión sexual,...- otra época que, al mismo tiempo, ve cómo se le escapa la vida reposada del campo, el trabajo al aire libre y a la antigua usanza, el haraganeo sanote,...  y les lleva a un estilo de vida lleno de prisas, de ciudades ruidosas, de progreso y modernez.

Plinio y don Lotario, "la pareja de sabuesos", siempre están  prestos (bueno, lo de prestos es más bien un decir) a la investigación; eso sí, entre las divagaciones filosófica de Braulio  y entre pinchos, cafelitos, copas, cigarrillos bien liados, choto asado, cañas, churros y demás viandas y degustaciones. De parque móvil, el seiscientos del veterinario. Ni huellas digitales, ni analíticas, ni acordonamiento de la zona. Allí todo el mundo mira, pisa, toca y opina. Si el CSI ese levantara la cabeza... Pero Plinio, y sus pálpitos, no falla. 

Es difícil no dejarse atrapar de buenas a primeras por estos personajes peculiares con ternura y humanidad a raudales y con ese lenguaje suyo tan popular, simpático y resultón, sin "desageración" alguna. 

Volveremos en nada a Tomelloso con Las hermanas coloradas...


¡Gracias por la visita!


miércoles, 4 de octubre de 2017

'Un racimo de grosella', de Paul de Kock


Tras esta entrada, con algunos apuntes que nos permitan comprender un poco la figura de Charles Paul de Kock dentro de la historia de la literatura, toca hoy la reseña de la primera lectura de este autor, Un racimo de grosella (Une grappe de groseille).

Entrar por primera vez en la obra de un autor produce la emoción del descubrimiento, de lo nuevo; y si además se hace con una obra de la que se desconoce absolutamente todo, la expectación es mayor y la sorpresa está, con casi total seguridad, garantizada.
"Acababa de sentarse un jóven en el café que hace esquina al bulevar de la Magdalena y calle de Luis el Grande, y que se llama , segun creo, el café Napolitano, citado sobre todo por sus helados excelentes, que valen tanto, y aun podria decir que valen más que todos los que se toman en Italia, y sobre todo en Turquía, tierra clásica del sorbete."
(La ortografía corresponde a la edición de 1865)

Así se inicia la narración de Un racimo de grosella, una lectura sencilla- sin exigencia alguna en cuanto a temática, estilo, vocabulario ni desarrollo de la acción- y, para qué negarlo, entretenida. Un grupo de calaveras de clase alta, con la renta asegurada y, por tanto, ociosos, se divierten en el voluptuoso París de finales del siglo XIX buscando una nueva belleza que conquistar, pero con desigual éxito. El marqués de Abelino, la joven, bella y virtuosa marquesa de Abelino y una joven, igualmente bella y rodeada de misterio, Agustina, entrarán en la vida de Dorecelle, el más destacado del grupo de calaveras por fortuna y apostura, y todo se enredará.

Definimos a Paul de Kock en la entrada anterior como un autor populista, pero desde luego no un revolucionario; las clases sociales y los lugares que habitan dominan cada una de ellas están bien definidas. Tanto que el salirse uno de los personajes del entorno que le es propio, vulnerando ciertas reglas sociales, determinará y acarreará el consiguiente drama.  

La nobleza y la ociosa clase alta en busca de divertimento- la clase baja aparece en alguna escena de fondo pero sin interactuar con los personajes- el vals de los sofisticados y selectos bailes de salón y el cancán del popular baile de Mabille en los campos Elíseos, el bullicioso y descocado París de finales del siglo XIX con sus alegres grisetas configura el ambiente en el que la mujer ha de guardar su virtud como salvaguarda de su dignidad y su aceptación social y en el que el hombre se divierte acosando sin tregua esa virtud sin menoscabo alguno, más bien todo lo contrario, de su buen nombre

La novelita está llena de humor. Este humor, eso sí,  es ingenuo- ya no sorprende al lector del siglo XXI, resabiado y de vuelta de muchas cosas, como no sorprende el jueguecito de engaños que tiene lugar en la novela- y algo torpe y brusco a veces pero, aún así, despierta unas cuantas sonrisas con las situaciones en las que se ven envueltas los ridículos personajes de  Polidoro de Nanterre y  Detraque, o con las fallidas  tentativas de matrimonio de Godineau. Estos tres  personajes forman el contrapunto perfecto para Dorcelle, el protagonista de la historia principal, la historia de romance/seducción que merece en ciertos momentos una tonalidad algo más seria. 

He tenido la suerte de poder adquirir Un racimo de grosella en castellano en una vieja edición, la de la imagen, de 1865 publicada en Madrid por Carlos Bailly-Bailliere, que según reza era Librero de Cámara de SS. MM., de la Universidad Central, del Congreso de los Señores Diputados y de la Academia de Jurisprudencia y Legislación (¡Casi nada!), y con traducción de D. Manuel García González.

Si os apetece leer la novelita y no la conseguís, podéis leerla en francés en este enlace de Internet Archive

¡Gracias por la vivista!

-o-0-o-

Esta entrada se enmarcada dentro del PROYECTO E2O de recuperación de algunos escritores olvidados.