domingo, 30 de septiembre de 2018

'Ruinas', de Rosalía de Castro

Este año se cumplieron los 181 años del nacimiento de Rosalía de Castro (24 de febrero de 1837-15 de julio 1885). Sirva esta entrada a modo de muy humilde homenaje a esta gran poeta gallega.

¿He dicho poeta? No, perdón. Quería decir a esta gran escritora gallega. Sí fue poeta, y de las grandes dentro del movimiento romántico al que está adscrita,  pero también escribió novelas, como la que os traigo hoy hasta aquí. Es verdad que durante un tiempo sufrió su narrativa de cierto desprestigio, quizá derivado del poco éxito en el momento de su publicación, una época aquella en la que dominaba el folletín. Y Rosalía, evidentemente, con su novela más ideológica y social, se alejaba de lo popular, de lo demandado por el gran PÚBLICO. Hoy, sin embargo, son tenidas en consideración y valoradas dentro del conjunto de toda su obra e incluso analizadas, como Ruinas, como demostración del rol que como precursora del Realismo desempeñó Rosalía de Castro.
"También existen ruinas vivientes, que arrastran en pos de sí un mundo de gloriosos y tristes recuerdos y que aparecen tan aisladas en medio de los hombres nuevos como si bogasen sobre las olas misteriosas de mares desconocidos o habitasen en medio de los yermos de la Tebaida."
Ruinas, cuyo título completo es Ruinas. Desdichas de tres vidas ejemplares, tiene la estructura clásica de un cuento presentándonos inicialmente a los personajes, desde su pasado hasta su presente. Le toca el turno en primer lugar a doña Isabel, una anciana solterona con gato; dama de alcurnia venida a menos, muy a menos, doña Isabel es una mujer independiente, que no ha querido sacrificar su libertad prefiriendo el permanecer soltera, y muy digna en su pobreza. Un gato al que adora, un gran paraguas y su agudo ingenio son sus grandes posesiones. La segunda ruina es don Braulio, un comerciante arruinado debido a su prodigalidad y que es ahora rechazado por los que antaño se beneficiaron de esta generosidad suya. La tercera ruina es Montenegro, un joven  que vive en la indigencia con su madre y que está obsesionado con recuperar la herencia que le arrebataron en pleito unos familiares.
Rosalía de Castro

Estas tres amigos son el epicentro de esta arquitectura humana hecha una ruina y rodeada de nuevas y modernas construcciones, el resto de la sociedad burguesa que de ellos hace mofa y burla. Doña Isabel tenía demasiados años, don Braulio demasiado "genio" y Montenegro demasiada ambición; todos "demasiada miseria", que decía Francisco Rodríguez.

De los tres el más atrayente y el que vincula el grupo es Montenegro, joven de rasgos muy quijotescos lee y lee, libros de leyes en este caso, y cree haber encontrado a su particular Dulcinea- del que es inevitable sentir lástima y con el que es igualmente inevitable sonreír siguiendo sus cuitas amorosas.

Rosalía de Castro nos presenta en esta novela corta una crítica de la burguesía y el capitalismo y lo hace con una historia triste y nostálgica pero salpicada de humor contada por un narrador en primera persona que se identifica plenamente con el sentir de los tres protagonistas y a través de unos personajes marginados por esta nueva sociedad emergente pero cargados de dignidad y ternura.

Doña Isabel, don Braulio o Montenegro viven en un mundo que ya no es su mundo. Son tres personajes ejemplares, cuya ejemplaridad y autenticidad genera el desprecio de una sociedad que no los comprende y que, por tanto, los menosprecia. Pero estos tres hidalgos arruinados, a pesar de su miseria, de la indiferencia y el desprecio de los otros, conservan mayor bonhomía y humanidad que los aburguesados ciudadanos preocupados tan solo por el dinero y las posesiones materiales.

No os perdáis esta lectura.

¡Gracias por la visita!





miércoles, 26 de septiembre de 2018

'El paseo', de Robert Walser


Hasta hace bien poco, como escribía en esta entradano sabía nada de Robert Walser. Me enteré de la publicación de la obra "Historias", en la Editorial Siruela, al mismo tiempo que  leía un estupendo artículo de Fernando Aramburu que me daba a conocer al autor. No he empezado su lectura, sin embargo, con "Historias", como pensaba inicialmente, sino con "El paseo".
"Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombreo en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle."
Hoy daremos entonces, si os parece, un paseo con Robert Walser. Le acompañaremos en su recorrido, en su viaje. Un paseo tranquilo y relajado...
"Hasta donde puedo acordarme hoy, cuando escribo todo esto, me encontraba, al salir a la calle abierta, luminosa y alegre, en un estado de ánimo romántico-extravagante, que me satisfacía profundamente."
Y con este talante, e interpelando aquí y allá al lector, se cruzará con gente, departirá con alguno y reflexionará, sobre todo observará y reflexionará, sobre la condición humana, sobre los condicionamientos sociales, sobre el teatro del mundo...
"Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y el placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia."
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"Daría mucho, daría el brazo izquierdo o la pierna izquierda, si con semejante sacrificio pudiera devolver al país y a sus gentes el viejo y buen sentido de lo integridad, de la antigua sobriedad, aquella rectitud y modestia que sin duda se han perdido de muchas maneras y para desgracia de todos los hombres honrados. Al diablo con el ansia miserable de parecer más de lo que se es."
Robert Walser, paseando

Walser, un hombre sencillo y humilde nos habla aquí de la honestidad, de la integridad, de la humildad y la sobriedad, de la sencillez y rectitud de comportamiento.  Nos habla de la vida, de la vida como él la entiende. Porque Walser amaba a sus semejantes pero prefería, deseaba, necesitaba la soledad. 

"El paseo", este pequeño libro de 79 páginas, fue escrito en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, y pocos años antes del ingreso voluntario del autor en un centro psiquiátrico, debido a una enfermedad mental  hereditaria.

Robert Walser, que, al igual que Van Gogh, no pudo hacerse a las responsabilidades de una vida familiar y de un oficio, falleció mientras paseaba, quedando su cuerpo tendido en la fría nieve. Paseando y observando, paseando y contemplando... a las cosas y a sus semejantes.
"Contemplando la tierra, el aire y el cielo, me vino el doloroso irremediable pensamiento que era un pobre preso entre el cielo y la tierra, que todos los humanos éramos de este modo míseros presos, que sólo había para todos un tenebroso camino, hacia el hoyo, hacia la tierra, que no había otro camino al otro mundo más que el que pasaba por la tumba."
Una delicia de libro, de un autor diferente y tristemente silenciado.

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domingo, 23 de septiembre de 2018

'Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible', de Constance de Salm

Cuando decidí ponerme con esta obra, Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible, poco sabía de esta autora, muy poco a decir verdad. Y ha resultado sumamente grato e interesante conocer  a esta mujer, escritora de éxito,  Musa de la Razón como la denominaban, defensora de la Revolución Francesa y manifiesta feminista.

Fue, como digo, una defensora a ultranza de la Revolución francés pero debió llevarse una gran decepción al comprobar que el lema-objetivo de igualdad entre todos los hombres era literalmente eso, entre hombres, excluyendo de la partida a las mujeres. Pero ella fue de las que transgredió las tradiciones vinculadas a su sexo participando en la vida política, intelectual y mundana. Famosas eran las tertulias por ella organizadas en su palacio de , notoria su participación en el debate suscitado a raíz de la publicación del Manifiesto de los Iguales de Sylvain Maréchal, así como rica su creación literaria.

La novela Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible, pertenece al género epistolar pero con una peculiaridad; mientras la mayoría de las novelas adscritas a este género son un intercambio de misivas entre con distintos emisores y receptores, en esta caso, como digo, todas las cartas- a excepción de tres incluidas en las principales son escritas por la misma mujer, nuestra protagonista de nombre desconocido, y dirigidas al mismo destinatario, su amado.

A través de estas cuarenta y seis cartas seremos testigos de los vaivenes de su corazón enamorado durante esa jornada de dudas y miedos, incertidumbres y agonías. Su amado se ha ido al parecer con otra mujer y ella, por momentos segura y otros desesperada, no logra calmar las ansias de saber qué pasa realmente, si su dicha y su honor están perdidos para siempre o si todavía hay esperanza para ella y su amor.

El lenguaje utilizado es el propio de la época, la novela fue publicada en 1824- y puede parecer a algún lector excesivo y demasiado apasionado, sin mesura .Y en cierto modo así es; todo es un ir de aquí para allá, un errar de los sentimientos y emociones, muriendo de amor ahora, al final de una carta, para comenzar la siguiente con una súbita recuperación de la confianza y el sosiego. Pero en el fondo, y esto es lo que la hace imperecedera y atemporal, logramos en cierto modo identificarnos con ella: La profundidad psicológica del personaje principal- los otros son meras comparsas-, sus devaneos locos, sus inseguridades, son el gran acierto de la novela.

Tiene además la autora la maestría de tener al lector en vilo sobre lo que realmente sucede pues solo conoce la información que le llega a la protagonista y su interpretación de la misma, que pudiera no ser del todo acertada. Y así entre carta y carta, entre suspiros y lamentos, entre briznas de esperanza y arrebatos de pasión, se lee esta corta novelita. Agradable lectura. Y el final, bien, pero quizá más conservador de lo que pudiera esperarse de la autora.
L'amour¡ Oh, l'amour!

P.D. Y, por supuesto, no dejéis de leer Veinticuatro horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig, inspirada en esta novela de Constance de Salm.

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miércoles, 19 de septiembre de 2018

'Pero... ¿quién mató a Harry?', de Jack Trevor Story

Jack Trevor Story (1917-1991) fue un escritor prolijo que dio rienda suelta a su creatividad principalmente entre novelas y guiones de televisión. Su primera novela, publicada en 1949, fue esta que hoy traigo hasta aquí, Pero... ¿quién mató a Harry?, que seis años después, en 1955, Alfred Hitchcock llevaría al cine en una comedia protagonizada, entre otros, por John Forsythe, Mildred Natwick y una jovencísima Shirley MacLaine.

Dividida en veinticuatro escenas o pequeños capítulos Pero... ¿quién mató a Harry? es una comedia de enredos con encuentros y desencuentros entre variopintos personajes y con un cadáver, el de Harry, en el medio de todos ellos.

El cuerpo hallado en el bosque será el epicentro en torno al cual pivotan una serie de personajes que, de ser casi unos desconocidos entre sí, pasan a formar una cuadrilla con un objetivo común, deshacerse del muerto, de Harry. Habrá, eso sí, entre enterrar y desenterrar, palada va y palada viene, tiempo para el romance... o romances.

Un cazador poco avezado, una solitaria solterona por vocación y elección, una joven y atractiva madre y su pequeño de cuatro años, un bohemio pintor de escaso éxito, un excéntrico científico, una pareja de enamorados (y no precisamente de sus respectivos cónyuges),... configuran este grupo de encantadores bienhechores de moral un tanto distraída pero a los que las cosas no parecen irles del todo mal y que llegarán a una feliz resolución del caso. Un caso que se muestra complicado pero, a diferencia de las historias del género, no tanto por la dificultad en encontrar al culpable, sino más bien por la abundancia de los que confiesan el crimen.

Campiña inglesa, caluroso verano, alguna que otra taza de té, humor inglés con algunas escenas surrealistas, diálogos por momentos hilarantes... y un muerto. Y es que el problema con Harry- título original de la novela y de la adaptación de Hitchcock, The trouble with Harry- es que Harry... está muerto. 

Pero... ¿quién mató a Harry? es una divertida, ligera, fresca y amena lectura para una agradable tarde de entretenimiento.

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lunes, 17 de septiembre de 2018

'El Leviatán', de Joseph Roth


¡Cuánta belleza se puede encerrar en una pieza breve de apenas ochenta páginas! ¡Cuánta!

Joseph Roth, uno de los grandes talentos del siglo XX, querido amigo de otro grande, Stefan Zweig, y judío que debió exiliarse a Francia, nos acerca en El Leviatán la historia de otro judío, comerciante de corales en Progrody, Rusia.  (Ya os mencioné a este personaje en la reseña de 'Némesis', de Philip Roth)
"En la pequeña cuidad de Progrody vivía en otro tiempo un comerciante de corales, conocido en toda la región por su honradez y la excelente y fiable calidad de sus géneros."
Además de su honestidad, Piczernik era un hombre muy especial. Aunque nadie lo sospechaba. Amaba los corales, a los que creía dotados de vida propia, como a los hijos que nunca tuvo, sentía nostalgia del mar, se imaginaba al Leviatán en el fondo primitivo de las aguas cuidando sus corales... Pero nadie conocía sus más íntimos sueños. Vivía su pasión en secreto.

Una tentación llegó a su tranquila vida, de la cada vez se sentía más descontento, de la mano del  marinero Komrover, al que Piczernik acompaña sin tregua en su estancia de permiso en Progrody y al que atosiga con incesantes preguntas sobre el mar, los barcos, el fondo marino, los vientos, las mareas,... Su hasta ahora escondida pasión se va revelando y adueñando de él y el comerciante, cual adicto, se entrega, se deja arrastrar. Y, siguiendo con el símil necesita cada vez más y más poder satisfacer su ansia de saber, de conocer, de ver. Sus costumbres religiosas, su vida familiar y su comportamiento en la tienda se ven resentidos. Comienza la caída de Piczernik hacia esa profundidad marina en donde se esconde el Leviatán, ese mítico monstruo marino cuidador de los corales pero también, en términos religiosos, reencarnación del propio Satanás.

Joseph Roth (1894-1939)
Pero aún se presenta otra tentación, en esta ocasión en forma de comerciante húngaro. Jenö Lakatos se asienta en Suchky, pueblo cercano a Progrody, abre una tienda y muestra ser una fuerte competencia para Piczernik. Lakatos también vende como él corales pero a un precio muy inferior al de los del comerciante judío; los corales de Lakatos no son auténticos sino hechos de celuloide. Y la tentación se vuelve codicia y, ya que la clientela se ha visto seriamente mermada, Piczernik como compensación decide mezclar los corales falsos con los corales auténticos, la pasión a la que ha entregado su vida.

Piczernik ha engañado a sus clientes y se ha traicionado a sí mismo y a sus corales. Y si uno se traiciona a sí mismo, ¿qué le queda? ¿Qué le queda al una vez honesto, respetado y querido Piczernik?
  
El Leviatán es una parábola moralizante de lectura imprescindible que nos habla, en un lenguaje sencillo, sincero,  honesto- como lo fue el propio comerciante- de eso mismo, de la honestidad, y de la lealtad a uno mismo, y de la traición a los viejos valores. Joseph Roth construye un relsato de suma belleza, con un mensaje tanto o más actual hoy que ayer, que merece una lectura lenta e intensa para lograr captar todos los matices y sutilezas de esta gran historia.  

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viernes, 14 de septiembre de 2018

'El rey Lear', de William Shakespeare


" 'Tis the times' plague, when madmen lead the blind".
                                                  Acto IV, escena I
         "Qué época tan terrible esta, en que unos idiotas conducen a unos ciegos".
King Lear, tragedia en cinco actos nacida de la pluma del gran Bardo de Stratford- y adaptada por él de la historia que ya aparece en una obra de Geoffrey Montmouth del siglo XII, posteriormente en las crónicas de Holinshed e incluso mencionada por Edmund Spenser- es la obra que os traigo hoy, y que se encuentra entre mis cuatro tragedias favoritas de William Shakespeare.

La sinopsis argumental es sobradamente conocida por tod@s. Lear decide abandonar la corona y repartir sus dominios entre sus tres hijas- Goneril, Regan y Cordelia- a partes iguales. No tan iguales, sin embargo, que no tengan que competir para elegir sucesora entre ellas. La competición consiste en que declaren cuánto aman a su padre. Goneril y Regan hacen sendos discursos llenos de retórica grandilocuente. Cordelia, por la contra, y quizá movida por la hipocresía de sus hermanas, se expresa en tono sencillo y lacónico. El rey Lear se deja llevar por la aparatosidad de las palabras y deshereda a Cordelia. Los prometidos y futuros esposos de Cordelia y Regan, ambiciosos y desagradecidos como ellas, entran en acción. Por otro lado, Edmund- hijo natural del duque de Gloucester- engaña a su padre mostrándole una falsa carta de Edward, su otro hijo, en la que se trama el intento de asesinato del propio duque. Todo se disfraza de engaños y falsedades, hipocresía y mentiras, ingratitudes y deslealtades, locura y ceguera y, finalmente, la inevitable tragedia

El tema de King Lear, es, indudablemente, el de la ingratitud filial, llevada a inusitados extremos. Por un lado, y en la trama principal, la de las hijas de Lear y, por otro lado, y en la secundaria, la traición de Edmund a su propio padre, Gloucester. Estas dos tramas se desarrollan de modo paralelo pero finalmente se encuentran y coinciden para descubrir la verdadera unidad de la tragedia. En ambos casos, el tema de la ingratitud tendrá su contrapunto en la falta de lucidez de Lear y de Gloucester que les llevará a cometer objetivas injusticias con sus hijos Cordelia y Edgard.

Pero además de este tema principal de la ingratitud frente a la fidelidad, se nos presenta el del odio frente al amor, y el de la locura frente a la lucidez. Todo esto acaba confluyendo en una gran tragedia en la que Shakespeare en definitiva nos enfrente a la oposición moral entre el Bien y el Mal, y en este sentido los personajes pueden ser clasificados en dos binomios claramente opuestos: los puros y los malvados, los fieles y los ingratos, los del mundo del amor y los del mundo del odio.

La tragedia de King Lear sigue vigente hoy en día, al igual que la mayoría de las traedias de Shakespeare, autor que logra captar como pocos los recovecos del alma humana, de su lado más oscuro y trágico, a través de temas universales e intemporales

En King Lear maravillosa es la escena del Acto III en la que Lear, ya delirante y enajenado, hace un proceso imaginario contra sus dos hijas mayores como si fuesen unos taburetes que hay en la cabaña donde ha buscado refugio. Curioso, por cierto, que hasta la época romántica fuese costumbre suprimirla en la representaciones ya que el público se reía mientras que  actualmente es de las escenas de la obra que más impresiona al lector.

Un lectura esta, o relectura en inglés como en mi caso, que no necesita recomendación alguna y que por supuesto se disfruta más, como toda obra teatral, si se puede ver representada por una buena compañía. Si tenéis ocasión, tampoco os perdáis la adaptación cinematográfica de Akira Kurosawa, Ran, obra maestra.

Ah, por cierto y como curiosidad, el 16 de enero de 1783- 177 años después de su estreno en Londres- se representa por primera vez esta gran tragedia en Francia. La obra había sido calificada por Voltaire como,

"obra bárbara y vulgar (...) la obra de un salvaje borracho".

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miércoles, 12 de septiembre de 2018

'Una pena en observación' de C. S. Lewis


"Alzo los ojos al cielo de la noche. Es de todo punto evidente que si me fuese permitido rebuscar en toda esa infinidad de espacios y tiempos, nunca volvería a  encontrar en ninguna parte el rostro de ella, ni su voz, ni su tacto. Murió. Está muerta. ¿Es que se trata de una palabra tan difícil de comprender?"
La muerte de su esposa, Helen Joy Davidman Gresham, en 1960 dejó al escritor británico Clive Staples Lewis sumido en un profundo dolor. C. S. Lewis, afamado crítico y conferenciante, poeta y autor de las novelas de fantasía agrupada bajo el título Las siete crónicas de Narnia, conoció a Helen Joy Davidman tras el intercambio de correspondencia que se inició por la gran admiración que ella- poeta americana- le profesaba. El encuentro de ambos, lleno de afinidades y empatía, llevó a la amistad y finalmente a una relación que Lewis tardó más que Helen en identificar como amor. La enfermedad de ella, sin embargo, hizo reaccionar al escritor al darse cuenta de lo mucho que le dolería el perderla. En 1956 se celebró el matrimonio religioso- ya habían realizado un matrimonio civil pero tan solo por cuestiones de permanencia de ella y sus hijos (Helen estaba divorciada) en Inglaterra. Tan solo cuatro años después ella moría.

En Una pena en observación (A grief observed, traducido al español por Carmen Martín Gaite en esta edición de Anagrama) C. S. Lewis analiza y reflexiona sobre los diversos estadíos y fases por la que pasan sus sentimientos por la muerte de H.: el miedo al vacío y la soledad tras su ausencia, la desidia y la apatía que acompaña, la agonía del sufrimiento, la crisis espiritual en la que se sumerge buscando respuesta  sobre la certeza respecto a la continuidad de la vida, la negación y el enfado, la necesidad imperiosa de recordar, de dolerse, de hacer que el que ya no está esté presente en la ausencia... 
"Estábamos partiendo hacia diferentes rutas."

Somos testigos con él de cómo el paso del tiempo acrecienta el vértigo de la desaparición del recuerdo de la H. real para ser reemplazado por la imagen que él mismo crea. Y cómo el castillo de la fe, que tan sólido y estable parecía, se ve sacudido por la muerte y se ve reducido a un castillo de naipes que se desmorona.  La soledad y el sinsentido lo invade todo, la realidad parece irreconocible sin ella, y ante él se presenta ahora un Dios enigmático cuya voluntad no logra comprender. Se hace necesario el tiempo para intentar ir recomponiendo, reconstruyendo el desastre.   

C. S. Lewis se abre a sí mismo y a sus lectores e indaga y profundiza en su alma, en el lento proceso de su tristeza, en sus sentimientos y en sus creencias, y con sus reflexiones íntimas- sentimiento e intelecto- da las pautas al lector para poder comprender sus propias vivencias y experiencias ante la profunda desdicha de la pérdida, la agonía de la ausencia, el dolor del hasta luego.


 "Éramos uña y carne. O, si lo preferís, un solo barco. El motor de proa se fue al garete. Y el motorcito de reserva, que soy yo, tiene que ir traqueteando a duras penas hasta tocar puerto o, mejor dicho, hasta que se acabe el viaje." 

El motor de reserva traqueteó apenas dos años más y llegó al fin de su viaje en 1963.

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martes, 11 de septiembre de 2018

'La Princesa de Cléves' de Madame de La Fayette


"La magnificencia y la galantería nunca brillaron en Francia con tanto esplendor como en los últimos años del reinado de Enrique II."

Así da comienzo La Princesa de Clèves, novela de Marie-Madeleine Pioche de La Vergne, más conocida como Madame de La Fayette, publicada por primera vez en marzo de 1678 de forma anónima. Como Cristina Piña muy bien comenta en el prólogo de la edición de Losada, es este todo un inicio al más puro estilo cuento de hadas. Pero La Princesa de Clèves es una obra más completa y compleja que un simple cuento de hadas. De hecho, es considerada la primera novela psicológica.

La Princesa de Cléves fue todo un acontecimiento en el momento de su publicación al enfrentar al lector por primera vez a situaciones realistas, alejadas de las historias increíbles que estaban acostumbrados a leer hasta entonces, en un formato mucho más breve de lo acostumbrado y con personajes cercanos, de carne y hueso, no meras comparsas arrastradas por los numerosos avatares a los que se veían enfrentados. Y sigue sorprendiendo al lector, y muy gratamente, la lectura de una novela de estas características, escrita por una mujer y allá por el siglo XVII.

La presentación en sociedad de nuestra heroína, Mademoiselle de Chartres , en la corte de Enrique II supone todo un acontecimientos. La joven, de apenas dieciséis años, deslumbra por su belleza, su recato y virtud y sus modales refinados y elegantes. Pero la Corte está llena de intrigas y enemistades y, por culpa de estas, la protagonista verá impedida su posibilidad de hacer un enlace a la altura. Animada por su madre consentirá en el matrimonio con  el Príncipe de Cléves, un partido a todas luces por debajo de las expectativas iniciales. 
 
Este matrimonio se manifiesta claramente desigual en los afectos: el esposo muestra una pasión que la esposa no puede corresponder. Y todo se complica con la aparición del duque de Nemours. Ambos se enamoran rendidamente. Y es a partir de este momento cuando nuestra heroína ha de medir sus afectos y sus lealtades. Su reconocimiento ente su esposo de esta inclinación suya hacia el duque acabará por desencadenar una serie de acontecimientos. Las dudas de Madame de Clèves, sus miedos a no ser finalmente correspondida o a la traición, sus temores a dejarse llevar por su pasión desoyendo así sus deberes morales, todo ello librará una lucha frenética y agotadora contra su incontenible e irrefrenable amor.

La historia se desarrolla entre octubre 1558 y noviembre 1559  y la mayoría de los personajes que pululan por sus páginas son personajes históricos, a excepción de la heroína protagonista, lo que contribuyó, junto con el magnífico estudio y tratamiento psicológico de los personajes, a ese realismo y verosimilitud que mencionábamos. La Princesa de Cléves es todo un clásico que supuso un punto de inflexión en el desarrollo de la novela y que merece la pena ser leído.

P. D. Si queréis ver la película, os dejo AQUÍ el enlace a una versión muy fiel al libro de 1961; eso sí, está en francés.

¡Gracias por la visita!



lunes, 10 de septiembre de 2018

De viaje con Stefan Zweig, Fernando Pessoa, Rubén Darío y Victor Hugo

                       
Ya hace algún tiempo realizamos algunos viajes muy bien acompañad@s de Victor Hugo, Walter Benjamin y Guy de Maupassant AQUÍ y con George Simmel AQUÍ y hoy emprendemos de nuevo camino. Repetimos uno de los guías, Victor Hugo- sigue viajando con su amante, ahora a Pamplona, mientras envía crónicas de sus visitas a su mujer (?) que, todo sea dicho, tampoco había tenido dificultad en buscar consuelo- y además contaremos con otros tres grandes cicerones: Stefan Zweig, con el que viajaremos a Rusia, Rubén Darío, que nos mostrará Roma, y Fernando Pessoa, magnífico anfitrión para un recorrido por Lisboa. 

Y, sin más rodeos, que nos esperan, comenzamos el viaje...


LISBOA 
"De regreso a la Baixa, es decir, a la parte céntrica y baja de la ciudad, se pasa por una de los más pintorescos barrios de Lisboa, Alfama, el viejo barrio de pescadores, que aún conserva gran parte de su antiguo aspecto. El turista que pase algunos días en Lisboa no debe perdérselo. Tendrá así una noción, que ningún otro lugar le proporcionará, de cómo era Lisboa en el pasado. Aquí todo le evocará dicho pasado- la arquitectura, el tipo de calles, los arcos y escalinatas, los balcones de madera, las costumbres de la gente, que lleva una vida llena de ruido, conversaciones, cantos, pobreza y suciedad."
Fernando Pessoa







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PAMPLONA  
"La casa de la ciudad de Pamplona es un elegante y pequeño edificio de tiempo de Felipe III. La fachada ofrece una curiosa muestra de un género de ornamentación propia del siglo XVII en España. (...) Lo que no me ha gustado menos es la feria, que se celebra en ese momento en una plazuela, precisamente frente a la casa de la ciudad. Los puestos al aire libre, llenos de juguetes y fruslerías, los mercaderes llenos de palabras risueñas, los transeúntes codeándose, los compradores ocupados, todo aquel torbellino de gritos, risas, injurias y canciones que denominan una feria, tiene bajo el sol de España más rumor y alegría. (...) No hay modo de recorrer una feria, y aquella sobre todo, sin comprar. Yo me dejé llevar de la corriente, abrí la bolsa y envié a la fonda todo lo que me habían vendido. A mi regreso, encontré sobre la mesa un fardo completo de buhonero: amuletos de Zaragoza de oro, plaqué y filigrana, ligas con divisas de Segovia, pilas para agua bendita de vidrio de Bilbao, lamparillas de hojadelata de Cauterets, una caja de cerillas químicas de Hernani, una caja de bastones resinosos que sustituyen las velas en Elizondo, papel de Tolosa, un cinturón de montañés del collado de Panticosa, un palo de boj herrado, alpargatas, y dos muletas de Pamplona que son de lana magnífica, de trabajo grosero y de gusto exquisito."
Victor Hugo

Casa de la ciudad (Ayuntamiento)

Plaza de Pamplona

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ROMA 
"A un lado del Pincio se halla villa Borghese. A ambos lugares  se entra por la Piazza del Popolo. Al Pincio por la escalera monumental;  a la villa por una amplia puerta en donde un empleado municipal cobra el precio del paso. Desde la entrada se nota lo vasto y bello de ese parque armonioso, lleno de sitios encantados y deliciosas umbrías y rincones de amor. Cipreses, encinas, pinos, se alzan, evocadores, en el vasto convento de árboles. Columnas desvencijadas, invadidas de hieda, ilustradas de arcaicas inscripciones, templetes y fuentes de un prestigio antiguo deleitan con su gracia clásica. Se pasa por una construcción de estilo egipcio, para llegar, entre simulacros paganos, flores y hojas que mueve la más dulce brisa de los cielos, a un precioso lago, compuesto con un gusto lírico, en donde una loggia central a que se accede por un puentecillo, se alza sobre el agua esmeraldina y transparente en que se solazan silenciosos cisnes y evolucionan cardúmenes de truchas rosadas.(...) Desde ese magnífico mirador la vista descubre valles y colinas y pintorescos perfiles, en una lejanía de las que gustaba el mágico Leonardo para fondo de sus cuadros. El sol va bajando como en una suavidad de adormecimiento, la luz se agota lentamente en un interminable suspiro de crepúsculo. Las estatuas, lo peristilos, adquieren un misterio resplandor de oro y violeta. Y cuando dejo con pesar ese paraíso, al pasar por una senda nueva, veo un luminoso revoloteo de faisanes. Siento en mi espíritu de poeta el saludo amable de la tierra, la generosidad de la naturaleza."
Rubén Darío

Vista de Roma

Villa Borghese

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RUSIA

(Tumba de Tosltoi) 

"No he visto en Rusia nada más grandioso e impresionante que la tumba de Tolstoi. (...) El viento susurra en los árboles que cobijan la tumba del anónimo; el sol juguetea sobre ella; la nieve pone su tierna nota de blancor sobre la tierra oscura, y se podría transitar por aquí, verano e invierno, sin advertir que ese pequeño rectángulo prominente acogió en su seno la parte terrena de uno de los hombres más poderosos de nuestro mundo. Mas precisamente ese anonimato conmueve más que todos los mármoles y pompas posibles: de los centenares de personas que hoy, este día excepcional*, ha atraído hacia su rincón de descanso, ninguno ha tenido el atrevimiento de tomar como recuerdo ni una sola flor del oscuro túmulo. Nada de este mundo resulta más monumental- eso se experimenta de continuo- que la suprema sencillez. Ni la cripta de Napoleón bajo los mármoles de los Inválidos, ni el sepulcro de Goethe en la tumba principesca de Weimar, ni el sarcófago de Shakespeare en la abadía de Westminster impresiona a su vista una y otra vez las fibras más humanas del hombre como esa conmovedora tumba anónima perdida en el bosque, con su solemne silencio, en la que sólo susurra el viento y que está desprovista de todo aviso y palabra. "

Stefan Zweig

  
Tumba de Tolstoi

San Petersburgo (antigua Leningrado)

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Es fácil apreciar en estos fragmentos que he seleccionado que el de Zweig es un viaje, como el propio autor, nostálgico y sentimental; el de Victor Hugo, sin embrago, es de talante más mundano y costumbrista; Pessoa se muestra aquí objetivo y muy profesional; el recorrido de Rubén Darío- no podía ser de otro modo- está preñado de poesía... Cada uno de ellos arroja una miraba bien distinta-como distintas son sus maneras de ver el arte, sus estéticas y sus personalidades- sobre lo que les rodea.

Decidme, si hubiese plazas, ¿A qué itinerario os apuntarías?...


¡Gracias por la visita! 



sábado, 8 de septiembre de 2018

'84, Charing Cross Road', de Helene Hanff


Helene Hanff, escritora americana nacida en Filadelfia en 1916 y fallecida en la ciudad de Nueva York en 1997, es hoy en día reconocida casi en exclusividad por un libro epistolar, algunos extractos de la correspondencia que, entre 1949 y 1969, mantuvo con Marks & Co., "libreros anticuarios" de Londres, siendo Frank Doel, gerente de la firma, su principal interlocutor.

Marks & Co. estaba situada en el número 84 de Charing Cross Road- de ahí el título- y tras leer un anuncio de la librería a ellos se dirige Helen Hanff- una mujer soltera, independiente, inteligente, una escritora de escasos recursos de personalidad arrolladora, vitalista, generosa, de irónico sentido del humor, un tanto descarada por momentos y gran amante de los libros- buscando libros de difícil adquisición.

Y es Helene Hanff la que logrará convertir este intercambio comercial en una entrañable relación en la distancia y a lo largo de veinte años. La espontaneidad americana desarma sin paliativos la educada profesionalidad de Frank Doel y la cortés distancia que se empeña en mantener. Doel se nos presenta como un hombre casado de cerca de cuarenta años, de carácter tímido y reservado, muy British en sus maneras corteses y distantes y un librero muy respetable y capaz. 
Frank P. Doel

"Un libro sobre libros", "un libro para los amantes de los libros", son dos frases recurrentes cuando se lee o se habla sobre 84, Charing Cross Road. Cierto es que sus páginas traspiran verdadera veneración por los libros y autores como Laurence Sterne, Stevenson, Samuel Pepys, Chaucer o Jane Austen lo recorren, pero no dejan de ser actores secundarios en una obra en la que los papeles principales los representan sin lugar a dudas Hanff y Doel.
"Te asombrará saber (de alguien como yo, que odia las novelas) que he acabado atreviéndome con Jane Austen y que me ha apasionado tanto Orgullo y prejuicio que no voy a ser capaz de devolverlo a la biblioteca hasta que tú hayas encontrado un ejemplar para mí."
Y son estos dos protagonistas y la relación que se va forjando con el tiempo los que hacen el libro tan especial. Al comienzo de la correspondencia Inglaterra se haya sumida en los duros años de la posguerra y Helene, generosa y empática, sorprende a Frank y al resto de empleados de la librería con un suculento paquete de víveres: carne, huevos frescos, medias de nylon,... pequeños detalles que van llegando a los libreros y sus familias. Helene va formando parte de sus vidas como si de un hada madrina se tratase. El libro está lleno de humanidad, amistad, generosidad, que adquiere si cabe más valor al darse entre seres desconocidos a más de 5.000 kilómetros de distancia.  
Helene Hanff

Uno de los grandes sueños de Helene Hanff era viajar a Londres y poder encontrarse allí con la "Inglaterra de la literatura inglesa". Nunca pudo hacerlo en vida de Doel, cuya muerte dejó a Hanff tremendamente abatida.
"Pero... no sé..., tal vez sea mejor que nunca haya estado allí. Soñé tanto con ello y durante tantísimos años... Solía ir a ver películas inglesas solo para familiarizarme con las calles. Recuerdo que años atrás un muchacho al que conocía me dijo que las personas que viajaban a Inglaterra encontraban exactamente lo que buscaban. Yo le djie que buscaría la Inglaterra de la literatura inglesa , y él asintió y me dijo: 'Está allí.'

Tal vez sea cierto, o tal vez no. Porque ahora, al mirar a mi alrededor en la alfombra (rodeada de libros por todas partes), siento una certeza: está aquí.

El hombre, ¡Dios lo bendiga!, que me vendió todos mis libros murió hace poco meses. Y el dueño de la tienda, el señor Marks, ha muerto también. Pero Marks & Co. sigue allí todavía. Si por casualidad pasas por el 84 de Charing Cross Road, ¿querrás depositar un beso en mi nombre? ¡Le debo tantísimo...!"  
Tras la publicación del libro, un éxito inmediato en Inglaterra, sí pudo viajar allí la autora promocionando el libro. Desgraciadamente la librería ya hacía tiempo que había cerrado pero fue recibida por la viuda de Doel y su familia. Sheila, la hija mayor, comentaría...
"I pictured her as someone tremendously rich and glamorous, looking like Lauren Bacall. It was a shock, when I finally met her in 1971, to see how wrong I had been."

"Me la imaginaba tremendamente rica y glamurosa, parecida a Lauren Bacall. Fue un shock comprobar, al conocerla finalmente en 1971, lo equivocada que había estado." 
Fotografía de la librería tomada a finales
 de los años 40, principio de los 50

Puede que del mismo modo para Helen el encuentro resultase un tanto decepcionante. Su libro, The Duchess of Bloomsbury Street (La duquesa de Bloomsbury Street), con sus impresiones de esa visita y estancia en Inglaterra, no transmite el entusiasmo y calidez que podría derivarse de una reunión largamente esperada, emotiva y enteramente satisfactoria entre viejos amigos

Pero quedémonos con las cartas, con ese encuentro de almas en la distancia, con el dar sin esperar nada a cambio, con la generosidad que reconcilia a uno con el género humano. Y quedémonos también con ese amor a los libros y con las palabras con las que la amiga de Helene comienza a describirle la librería ...
"¡Es una tiendecita antigua y encantadora, que parece salir directamente de las páginas de una novela de Dickens! 
No es 84, Charing Cross Road una obra maestra que vaya a dejar indeleble huella en los anales de la historia de la literatura. Es tan solo y nada menos que un librito sencillo, delicioso sobre seres humanos corrientes que viven sus vidas corrientes y son tocados por la magia de los libros y de unas cartas.

¡Gracias por la visita!




viernes, 7 de septiembre de 2018

'La prima Phillis', de Elizabeth Gaskell

"La prima Holman me dio el semanario del condado para que lo leyera en voz alta mientras ella zurcía la medias amontonadas en una cesta con la ayuda de su hija. Leí sin parar, sin prestar atención a mis palabras, pensando en otras cosas: en el brillo del pelo de Phillis mientras el sol del atardecer iluminaba su cabeza inclinada; en el silencio de la casa, que me permitía oír el tictac del viejo reloj en mitad de la escalera; en la variedad de sonidos inarticulados que profería la prima Holman para mostrar su compasión, asombro u horror ante las noticias que yo les leía. La apacible monotonía del instante hacía que me sintiera como si siempre hubiera vivido y siempre fuera a vivir leyendo cadenciosos párrafos a mis dos silenciosas oyentes en aquella estancia caldeada por el sol, mientras el gatito dormía hecho un ovillo sobre la alfombrilla de la chimenea y el reloj de la escalera marcaba incesantemente el paso de las horas."
Hija de un pastor de la Iglesia Unitaria Elizabeth Cleghorn Stevenson (1810-1865) nació en Londres pero tras la muerte de su madre fue criada por una tía en el pequeño pueblo de Knutsford. Su boda en 1832 con William Gaskell, también ministro de la Iglesia Unitaria, la llevará junto con su marido a Manchester, un lugar en aquellos momentos superpoblado y conflictivo, con numerosas revueltas sociales como consecuencia de la incipiente e irrefrenable Revolución Industrial. En esa ciudad Gaskell desarrollaría constantes labores de caridad, propias de la esposa de un pastor. Su labor literaria la comenzará a edad un tanto tardía, tras el fallecimiento de su único hijo en 1845. He de reconocer que mi primera lectura de esta autora no fue ninguna de sus populares novelas sino la estupenda biografía que escribió de la admirada Charlotte Brontë y que sigue siendo obra de referencia hoy en día.

La prima Phillis (Cousin Phillis) es una de sus obras de madurez; fue publicada inicialmente por entregas en la Cornhill Magazine entre noviembre de 1863 y febrero de 1864, un año antes del fallecimiento de la gran autora victoriana. Cuatro capítulos configuran esta novella, en la que el pueblecito de Heathbridge podría considerarse de nuevo una evocación de su estancia en Knutsford, como lo fue en su momento Cranford, evocación de un trozo de mundo aún no intoxicado por el nuevo modo de vida y la nueva mentalidad que inevitablemente genera el avance de la Revolución Industrial.

Paul Manning, joven de diecisiete años al comienzo del relato, es el narrador de esta tranquila y conmovedora historia contada en retrospectiva. Manning, de Birmigham, llega a Eltham, capital del condado, para ponerse a trabajar en el puesto que su padre le ha encontrado como ayudante del ingeniero jefe encargado de la construcción del ramal del ferrocarril que ha de atravesar esta campiña, aún virgen y salpicada de pequeños pueblos. El ferrocarril, monstruo vertebrador, va abriéndose camino por todo el país.  

Paul trabaja duro pero también disfruta de la libertad que supone poder tomar sus propias decisiones y vivir alejado de la constante vigilancia y asesoramiento paterno. A la admiración que siente por su padre se suma ahora la que en él despierta su propio jefe, el señor Holdsworth, joven de mundo, cosmopolita y políglota, de mente abierta e indudable ingenio e inteligencia.

La estancia de Paul Manning en Eltham hará ineludible el encuentro con los Holman, parientes lejanos de su madre, aunque sus deseos de conocer a una familia de agricultores- el padre es, además, clérigo- son más bien escasos. Sus prejuicios iniciales se verán, sin embargo, rápidamente derribados al ir a la granja Esperanza y conocer personalmente a Ebenezer Holman- hombre íntegro, honesto, trabajador, inteligente y de gran bondad y humanidad-, a la señora Holman- de constitución débil pero enérgica y de buen corazón- y a su prima Phillis- dos años más joven que Paul, alta, de gran belleza y sencillez, lectora contumaz, muchacha de gran inteligencia y  cultura, y con la dulce ingenuidad e inocencia de quien no ha conocido todavía el dolor y el engaño.

La breve novela La prima Phillis puede leerse, más allá de la historia de amor, como una historia de iniciación y no solo la de Phillis sino la del propio Paul. Ambos han de aprender de su experiencia y madurar. Una evolución hacia la madurez que tendrá como causa desencadenante la estancia del ingeniero Holdsworth en la granja.

La vida en la granja Esperanza discurre en paz, rica en olores y colores, entre siegas y recogidas, oraciones y cariño. Las deliciosas descripciones de este bucólico mundo de árboles y arroyos, de armonía entre el hombre, la naturaleza y todas sus criaturas, de pureza de carácter y honestidad, recrean un paraíso- me temo que ya perdido para siempre- un locus amoenus de dicha e inocencia, de vida simple y sencilla felicidad. Pero el ferrocarril, y con él el progreso, se acerca peligrosa e inexorablemente.  

La prima Phillis es una pequeña joya- lamentablemente poco conocida- dentro de la narrativa de Elizabeth Gaskell. En ella la autora, una vez más, exhibe sus dotes de gran escritora y de gran conocedora del alma humana. Muy recomendable.

¡Gracias por la visita!



miércoles, 5 de septiembre de 2018

'La dama de la furgoneta', de Alan Bennett


He de reconocer que hasta la publicación por Anagrama de Una lectora nada común, apenas conocía la figura de Alan Bennett, y eso que tiene a sus espaldas unos cuantos trabajos entre novelas cortas, recopilaciones de sus propios diarios, teatro, piezas televisivas, guiones,... y que además es uno de los actores británicos más queridos y respetados. Casi nada.

Y tras Una lectora nada común, reseñado ya en el blog, La dama de la furgoneta, un librito de apenas noventa y tres páginas publicado por primera vez en Londres en 1989 y llevado en numerosas ocasiones al teatro. Y con él vamos...

La dama de la furgoneta nos cuenta básicamente la peculiar y extraña relación que durante quince años mantuvo el propio Alan Bennett, escritor acomodado de talante liberal, y Miss Shepherd, indigente conservadora de fuerte carácter que vivía en su vieja y destartalada furgoneta.   

El libro narrado en primera persona por Bennet, el autor, comienza con una especie de introducción en la que conoceremos el modo en el que lo dos entran en contacto: la furgoneta tenía que ser movida y alguien debía empujarla calle abajo. Luego, ciertos ataques al vehículo mientras este estaba estacionado delante de la vivienda del autor en Canden Town, le lleva a invitarla a que la aparque en un lugar más seguro- su jardín, por ejemplo. Y allí permanecerán quince años la furgoneta y Miss Shepherd. Y acaba el libro con un postfacio en el que, tras la muerte de la anciana, se aportan datos sobre la personalidad real de Miss Shepherd y que completan el retrato de esta singular dama. 

Y entre uno y otro, entre inicio y fin,  lo que conforma el libro es una selección de las anotaciones que Bennett fue haciendo con anécdotas protagonizadas por Miss Shepherd en ese largo período. A veces, y debido al carácter dominante y terco de la anciana y su particular visión del mundo y de sí misma- quiere formar su propio partido político,  redacta cartas para algunos dirigentes políticos, su vestimenta es particularmente original- son divertidas, pero no exentas de la amargura, tristeza, soledad y marginalidad de esta mujer que la comprensión de Bennett y algunos vecinos no logra ocultar.

Difícil puede resultar comprender cómo el autor permitió esta "convivencia". Miss Shepherd y su furgoneta se abastecían de luz, agua, comida y calefacción de la casa y aportaban a esta simbiosis basura, malos olores- muy serios eran los problemas de higiene de la anciana- e incluso rudos modos y desaires en el que no podría atisbarse, aunque se pretendiese, el mínimo agradecimiento. Tampoco eso era lo esperado. El sentimiento de culpa de Bennett como individuo y como parte de una generación acomodada pero con cierta conciencia social es evidente en libro, da sentido a todo y convierte lo que podría ser un simple ejercicio de voyeurismo incómodo en una especie de limpieza de conciencia y a la vez en un humilde homenaje.
"Estaba pensando en ofrecer mi ayuda a Mrs. Thatcher en economía. No le pediría dinero, porque soy pensionista, y le saldría barato. Pero podría pedirle algunas compensaciones. Una caravana, por ejemplo. Le escribiría, pero está de viaje. Sé lo que hace falta. Es sencillísimo: justicia".
No andaba desencaminada nuestra querida dama de la furgoneta, ¿verdad?


¡Gracias por la visita!



martes, 4 de septiembre de 2018

'Lugares comunes', de Christina Rossetti



Christina Georgina Rossetti (1830-1894), aunque durante un tiempo olvidada, vuelve a ocupar su puesto como una gran poetisa inglesa gracias en gran medida al foco que sobre su obra ha arrojado la crítica feminista. Hermana de Dante Gabriel Rossetti y miembro como él del movimiento prerrafaelita, Christina Rossetti fue una poeta que buscó en lo mítico y lo fantástico un escape frente a los constreñidos y claustrofóbicos convencionalismos victorianas. Eminentemente poeta, también puso a prueba su creatividad en el relato. Commonplace and other short stories es un recopilatorio de sus relatos que incluyen, además del que da título al volumen, Commonplace (Lugares comunes) otras siete historias. El ejemplar que poseo y que he leído, en castellano, contiene tan solo el primero y de mayor extensión, el mencionado Lugares comunes, quizá el menos Rossetti de todos pero que he disfrutado con sumo  gusto y deleite. Y digo el menos Rosseti porque se percibe en él- los relatos fueron escritos entre 1852 y 1870- mucho de las ataduras victorianas y poco de su fantasía desbordante.

Se evidencia la deuda de esta novela corta, en tono, temática e introspección psicológica, a Jane Austen. Incluso algún personaje secundario podría hacernos recordar a algún otro de las obras de Austen; la señorita Drum, por ejemplo, puede traernos a la memoria sin gran esfuerzo a la consejera Lady Russell, de Persuasión. Parecido razonable pero, eso sí, con matices bien diferenciadores.
"La mañana en la que comienza nuestra historia, las mayores estaban ocupadas con sus respectivas tareas, mientras que Jane sorbía ya su té y repasaba de arriba abajo los Natalicios, Matrimonios y Defunciones de The Times Supplement."
La historia de Lugares comunes- el título se refiere a los temas recurrentes y manidos usados en ciertas conversaciones- es la de las tres bellas hermanas Charlmont- Catherine, Lucy y Jane-, huérfanas y que habitan la casa familiar en Brompton-on-Sea. Los tres son personajes con entidad propia, bien diferenciados y con personalidades claramente definidas. La mayor, de 32 años, es la más ceñida a los convencionalismos sociales y su sentido del deber la tiene atrapada en una promesa hecha a su difunta madre. Lucy, de 29 años, dulce y serena, sufre el dolor de un desengaño amoroso mientras ve cómo su juventud se va escapando. Finalmente Jane, la más joven, frívola, con gusto desmedido por el lujo, egocéntrica, manipuladora y que no quiere convertirse en una solterona como sus hermanas, parece ser la que tiene su objetivo vital más claro.  
Christina Rossetti

Y ese objetivo, que no es otro que el de casarse y vivir una vida de opulencia y lujo, la llevará a comprometerse con el señor Durham, hombre mucho mayor que ella, vulgar, ordinario, pero con un gran atractivo: su riqueza y su mansión de Orpingham Place. Como el destino parece jugar sus cartas caprichosamente, resultará que el prometido de Jane es el suegro del único (des)amor de Lucy. Seremos testigos entonces de cómo las tres, con sus prioridades personales y particulares modos de ver la vida, van encontrando su sitio en el mundo.  
El asunto amoroso, el romance (que no romanticismo) frecuenta sus páginas, que esconden la perspicacia psicológica de la autora y además una abierta crítica a la importancia dada a las apariencias, normas sociales y statusLugares comunes es una novela corta de agradable lectura que se disfruta, al menos así ha sido en mi caso, apaciblemente, sin sobresaltos, a la fresca sombra, por ejemplo, de una vieja y fecunda parra.