viernes, 28 de abril de 2017

A veces los libros...


“A veces los libros son partituras. Si los leo más de una vez, canto diferentes canciones. Si los leo con otras personas, hacemos un coro inesperado. Si no me gustan, la partitura no me hace cantar. Si me gusta, como me ha sucedido tantas veces, me crece el pecho, me crece la voz y me expando hacia mundos altísimos. Después, bajo flotando levemente, suspiro y corro en busca de otras partituras.”

Laura Devetach

¡Gracias por la visita!




miércoles, 26 de abril de 2017

'El asesino se ha vuelto loco', de Philip MacDonald. Crisol Nº 346

Edición de Crisol de 1961
El asesino se ha vuelto loco (Murder gone mad), publicado en 1931, es mi segunda incursión en la novela policíaca y de suspense de Philip MacDonald tras la lectura de Nudo corredizo (The Noose), reseñada AQUÍ. Por ahora el autor no me ha defraudado en ninguno de los dos casos aunque este me haya gustado más que le anterior título, quizá por la ubicación y la vivacidad de la acción con el lector como testigo casi presencial de los crímenes. 

Vamos con él... 
"Por la tarde había nevado. Una tenue capa blanca cubría aún los campos a cada lado de la vía férrea. Los raquíticos setos que coronaban el terraplén, frente a la estación de Holmdale, eran una serie de manchas blancas y negras.
(...) El tren de las seis y media llegaba con gran siseo de vapor y silbante roce de frenos."
Y junto con el tren de las 6:30 llega el lector a Holmdale Garden City, pequeña zona residencial a unas cuantas millas de Londres, de lindas casas con jardín y vida reposada.

Pero como no podía ser de otro modo en una novela de suspense, esa quietud y armonía tiene que verse alterada. En El asesino se ha vuelto loco todo cambia con la aparición del cadáver del jovencito Lionel Colby, la primera víctima de una serie de trágicas muertes. Y como era también de esperar, entre la indignación y el dolor de los habitantes de Holmdale, comienzan las investigaciones.  Pero otra nueva muerte mostrará a incapacidad de la policía local para dar con el asesino, que rubrica sus asesinatos como El Carnicero.

Facsímil de la edición de Collins
Arnold Pike, subinspector de Scotland Yard, llegará entonces al pueblo para llevar a cabo las pesquisas a su modo, reflexivo, sin estridencias, buscando calmar las suspicacias de los agentes locales e intentando aplacar la ira y la angustia de la gente de Holmdale. Complicado es el caso que se le presenta no solo por tratarse de un asesino en serie sino por tratarse de un asesino en serie que parece estar jugando un macabro juego: no solo deja notas en el lugar del crimen sino que incluso envía notificaciones avisando del día y hora de su próximo crimen.

Los infructuosos intentos por parte de la policía de dar caza al asesino y la sucesión de crímenes sacudirá de modo dramático la vida del tranquilo pueblo con toques de queda y patrullas nocturnas de voluntarios. Todo el mundo en Holmdale desea colaborar. El problema es que cualquiera de ellos puede ser el criminal.

A pesar de su final un tanto abrupto tras la resolución del caso, de la sencillez de su planteamiento argumental y de que no hay muchas pistas que den complejidad a la trama, El asesino se ha vuelto loco- publicado en 1931-  es una amena y entretenida lectura para una de estas tardes primaverales.

¡Gracias por la visita!

lunes, 24 de abril de 2017

'The honourable Mr. Tawnish', de Jeffery Farnol


Con la cantidad de blogs que pululamos por estos mundos virtuales "dedicados" a la literatura, la sorpresa o la novedad es a veces muy difícil de conseguir cuando nos enfrentamos a un nuevo libro; se inicia la lectura ya con información más o menos detallada que nos adelanta lo que nos encontraremos entre sus páginas. Por eso, resulta particularmente placentero iniciar una lectura sin la mínima referencia o mención; el gusto se intensifica ante lo inesperado. Fue de este modo, a ciegas, como afronté la lectura de The honourable Mr. Tawnish, de Jeffery Farnol, un autor de cuya existencia no tenía la menor idea. Pasear por Project Gutenberg es uno de esos placeres bibliófilos que deparan muy agradables sorpresas como esta de hoy.  

He de reconocer una frivolidad: mi acercamiento a la novela se produjo por el ilustrador, C. E. Brock, y por su bonito trabajo para la misma, como podéis comprobar en las imágenes que acompañan esta breve reseña. Luego, tras la lectura, vino la búsqueda de alguna información sobre el autor.

Jeffery Farnol (1878-1952), autor británico, es considerado el padre- Georgettte Heyer sería la madre- del género de la novela romántica de la Regencia.  Publicó numerosas novelas, libros de relatos, ensayos, libros para niños y poesía. Su primera novela fue My lady Caprice, y fue tanto su éxito- lo mismo sucedió con las novelas que siguieron- que se decidió a dedicarse profesional y exclusivamente a la literatura.

En cuanto a The honourable Mr. Tawnish, solo puedo animaros a que le deis una oportunidad; es una historia corta- unas 180 páginas- que va más allá del inevitable romance. Jack, Dick y Bentley, forman un grupo de amigos de edad ya mediana con una amistad que se remonta a sus años de juventud cuando los tres pretendían a la misma dama; entre los tres caballeros ella finalmente escogió a Jack. Ahora Pen- Penélope- la joven hija de Jack tiene en Dick y Bentley a dos cariñosos y consentidores tíos. Pen parece tener a los tres de su mano pero ha llegado el momento de decirle a la consentida muchacha de una vez por todas, no. Y es que Horatio Tawnish, un refinado caballero londinense- de vestimenta (zapatos de tacón rojo, empolvado peluquín a la francesa,...) y ademanes de dandy- corteja a la bella joven. Lord Tawnish no acaba de gustar a Jack ni a sus amigos; sus modos no son de su gusto. Ellos desean otra cosa para Pen.  
"We are at side issues," says Jack, very red in the face, "the point being, that I forbid you my daughter once and for all."
"Might I enquire your very excellent reasons?"
"Plainly, then," returns Jack, hitting himself in the chest again, "the Lady Penelope Chester must and shall marry a man, sir."
"Yes," nodded Mr. Tawnish, "a man is generally essential in such cases, I believe."
"I say a man, sir," roared Jack, "and, damme, I mean a man, and not a clothes-horse or a dancing master, or—or a French sauce, sir. One who will not faint if a dog bark too loudly, nor shiver at sight of a pistol, nor pick his way ever by smooth roads. He must be a man, I say, able to use a small-sword creditably, who knows one end of a horse from another, who can win well but lose better, who can follow the hounds over the roughest country and not fall sick for a trifle of mud, nor fret a week over a splashed coat—in a word, he must be a man, sir."

La realización de las tres duras pruebas que Mr. Tawnish ha de superar- Jack, Dick, y Bentley no se le ponen nada fácil- deberán probar no solo su ingenio sino su valentía pues el joven, violento e irascible Harry Raikes también jugará en ellas su papel. Los tres amigos tienen claro el resultado. Pero el sabio lector ya sabe, ya sabemos, que las apariencias a veces engañan...

The honourable Mr. Tawnish es una lectura divertida, muy muy divertida. Hilarious. Recomendada queda. Para quien desee leerla en inglés, dejo el enlace a Project Gutenberg AQUÍ.

¡Gracias por la visita!

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http://carmenyamigos.blogspot.com.es/2017/02/reto-tour-literario-condados-de.html




viernes, 21 de abril de 2017

'The Great Stink'. Cuando Londres apestaba

A mediados de siglo XIX Londres era la ciudad más grande del planeta con unos 2.5 millones de habitantes. Y es fácil suponer a dónde iba toda la basura generada por tan numerosa población. Al Támesis, claro.

La consecuencia inmediata era, lógicamente, el mal olor proveniente del río; pero éste era un mal menor comparado con el verdadero problema: el Támesis era un transmisor de cólera y tifus y la gran mayoría de londinenses bebían agua del río.

Se venía haciendo necesaria la construcción de un sistema de cloacas para solventar este problema de salud pública. Algunos, sin embargo y por increíble que parezca, se oponían negándose a que el gobierno se encargase de esta magna obra. La revista The Economist llegó a decir que
“el sufrimiento y el dolor están en la naturaleza humana: no podemos deshacernos de ellos".
Pero en el caluroso verano de 1858 el olor era tan insoportable que incluso tuvieron que suspenderse las sesiones del Parlamento. Se conoció como El Gran Hedor (The Great Stink). El hecho de que las clases pudientes también se viesen afectadas agilizó la aprobación del sistema de cloacas y bombas para llevar las aguas fecales fuera de la ciudad. El ingeniero principal encargado de este sistema de cloacas fue Sir Joseph Bazalguette.

Este sistema fue inaugurado en 1865 por el Príncipe de Gales y mejoró la calidad de vida considerablemente (se estima que la esperanza de vida de los londinenses aumentó en 20 años), y las epidemias de tifus y cólera desaparecieron de la ciudad.

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miércoles, 19 de abril de 2017

'Her letter', de Bret Harte



I'm sitting alone by the fire,
Dressed just as I came from the dance

HER LETTER

I'm sitting alone by the fire,
Dressed just as I came from the dance,
In a robe even you would admire,—
It cost a cool thousand in France;
I'm be-diamonded out of all reason,
My hair is done up in a cue:
In short, sir, "the belle of the season"
Is wasting an hour upon you.
In short, sir, "the belle of the season"
Is wasting an hour upon you

A dozen engagements I've broken;
I left in the midst of a set;
Likewise a proposal, half spoken,
That waits—on the stairs—for me yet.
They say he'll be rich,—when he grows up,—
And then he adores me indeed;
And you, sir, are turning your nose up,
Three thousand miles off, as you read.
Likewise a proposal, half spoken,
That waits—on the stairs—for me yet

"And how do I like my position?"
"And what do I think of New York?"
"And now, in my higher ambition,
With whom do I waltz, flirt, or talk?"
"And isn't it nice to have riches,
And diamonds and silks, and all that?"
"And aren't they a change to the ditches
And tunnels of Poverty Flat?"
If you saw poor dear mamma contriving
To look supernaturally grand

Well, yes,—if you saw us out driving
Each day in the Park, four-in-hand,
If you saw poor dear mamma contriving
To look supernaturally grand,—
If you saw papa's picture, as taken
By Brady, and tinted at that,—
You'd never suspect he sold bacon
And flour at Poverty Flat.

And yet, just this moment, when sitting
In the glare of the grand chandelier,—
In the bustle and glitter befitting
The "finest soirée of the year,"—
In the mists of a gaze de Chambéry,
And the hum of the smallest of talk,—
Somehow, Joe, I thought of the "Ferry,"
And the dance that we had on "The Fork."
And how I once went down the middle
With the man that shot Sandy McGee

Of Harrison's barn, with its muster
Of flags festooned over the wall;
Of the candles that shed their soft lustre
And tallow on head-dress and shawl;
Of the steps that we took to one fiddle,
Of the dress of my queer vis-à-vis;
And how I once went down the middle
With the man that shot Sandy McGee;
Of that ride,—that to me was the rarest


Of the moon that was quietly sleeping
On the hill, when the time came to go;
Of the few baby peaks that were peeping
From under their bedclothes of snow;
Of that ride,—that to me was the rarest;
Of—the something you said at the gate.
Ah! Joe, then I wasn't an heiress
To "the best-paying lead in the State."

Well, well, it's all past; yet it's funny
To think, as I stood in the glare
Of fashion and beauty and money,
That I should be thinking, right there,
Of some one who breasted high water,
And swam the North Fork, and all that,
Just to dance with old Folinsbee's daughter,
The Lily of Poverty Flat.


But goodness! what nonsense I'm writing!
(Mamma says my taste still is low),
Instead of my triumphs reciting,
I'm spooning on Joseph,—heigh-ho!
And I'm to be "finished" by travel,—
Whatever's the meaning of that.
Oh, why did papa strike pay gravel
In drifting on Poverty Flat?

Good-night!—here's the end of my paper;
Good-night!—if the longitude please,—
For maybe, while wasting my taper,
Your sun's climbing over the trees.
But know, if you haven't got riches,
And are poor, dearest Joe, and all that,
That my heart's somewhere there in the ditches,
And you've struck it,—on Poverty Flat"


La fiebre del oro y el rápido enriquecimiento de Frontisbee y su familia  ha llevado a Lily a una nueva vida en Nueva York como gran heredera, a verse rodeada de lujos y numerosos pretendientes; pero con todo ello no logra olvidar su antigua vida en Poverty Flat ni a Joe. 

Os invito a continuar leyendo esta historia de Lily y Joe: la respuesta de él (His letter) y la última carta de ella (Her last letter) AQUÍ en Project Gutenberg, y disfrutar las bonitas ilustraciones de Arthur I Keller que acompañan este poema de Bret Harte.  ¿Grado de entretenimiento? Alegre divertimento.

¡Gracias por la visita!

lunes, 17 de abril de 2017

'El misterioso asesinato de Benson', de S. S. Van Dine. Crisol Nº 308


De las famosas veinte reglas de S. S. Van Dine para escribir novelas policíacas, originalmente publicadas en American Magazine en septiembre de 1928, la séptima parece de indudable cumplimiento. Dice así,   
                          7. There simply must be a corpse in a detective novel, and the deader the corpse the better.  
                             (En una novela de detectives debe haber un cadáver y cuanto más muerto, mejor.)
En El misterioso asesinato de Benson (The Benson murder case) hay uno, el de Benson, claro. Y no es esa la única norma que se cumple; a decir verdad el autor cumple sus 20 reglas con sumo rigor.
                           "Aquel famoso 14 de junio en que se descubrió el asesinato de Alvin H. Benson, crimen tan sensacional que hoy todavía no se ha olvidado por completo, había almorzado yo casualmente en casa de Philo Vanae."  
Así da comienzo la historia del asesinato de Benson, una historia narrada en primera persona por Van Dine, que se presenta como el autor pero que es en realidad un acompañante-ayudante al estilo del doctor Watson. Esta fue al primera protagonizada por Philo Vance  y que se convirtió en todo un bestseller.

Philo Vance millonario, soltero, de brillante inteligencia atractivo, entendido en arte y estudioso de la filosofía y psicología; de hecho, cree en el poder de la psicología como factor decisivo en la resolución los asesinatos que se le plantean.  Aquí colabora con el fiscal Markham y en algunos momentos resulta un tanto pretencioso e irritante y carente de cierto toque de humor que aligere los a veces largos discursos de Vance defendiendo sus teorías.

Edición de Crisol de 1950
Con todo lo que fue en vida Alvin H. Benson, ha de mostrarse una vez muerto no precisamente con su mejor aspecto: con un disparo en la cabeza, sin peluquín y sin su dentadura postiza.  Pero la muerte no solo muestra su decadencia sino que pone en evidencia que este corredor de bolas arrogante, mujeriego y sin escrúpulos era más odiado que querido. Tanto que la pregunta que ha de formularse es, ¿quién NO deseaba verlo muerto? Vance descubrirá, entre los varios sospechosos, al verdadero criminal.

El misterioso asesinato de Benson resulta una convincente y entretenida lectura. Van Dine se basó para escribirla en hechos reales: en el misterioso y nunca esclarecido asesinato de Joseph Bowne Elwell , un famoso jugador de bridge, sucedido en Nueva York  en 1920.

En el cine el actor William Powell fue el encargado de dar vida a Philo Vance. Podéis ver AQUÍ la película de 1930  basada en esta historia. Está en inglés.

¡Gracias por la visita!

miércoles, 5 de abril de 2017

Proyecto E20. Carmen de Burgos.


Este año, ya sabéis los habituales del blog, he puesto en marcha un proyecto visibilizador, el Proyecto E20 (si queréis informaros sobre él, picad AQUÍ). Entre las autoras y autores que me he propuesto  a rescatar este año está la escritora almeriense Carmen de Burgos. Y a ello nos ponemos. 

Los que veis en la imagen de arriba son los dos libros que he conseguido de ella y que me dispongo a leer. A decir verdad, La flor de la playa, que da título a uno de ellos, ya está leído y disfrutado. Toca ahora ir a por los restantes relatos del volumen publicado por Castalia y el Instituto de la Mujer. La novela El tesoro del castillo viene en formato de revista. Forma parte de una publicación que salía los viernes bajo el título de El Cuento Semanal. El número en el que se publicó El tesoro del castillo es el 25, que salió a la venta el 21 de junio de 1907 y que costaba- si se adquiría suelto, sin suscripción- 30 céntimos. Cuenta además con unas encantadoras ilustraciones de Pedrero que os enseñaré en su momento con la entrada de la reseña.

Mayo será, pues, el mes de Carmen de Burgos, de Colombine. Será entonces cuando publique una entrada biográfica sobre al autora y las reseñas de los libros que vaya leyendo durante el mes abril, estos dos y puede que alguno más si se cruza en mi camino.

Si queréis colaborar en el Proyecto E20 leyendo y visibilizando la figura y la obra de Colombine, de esta gran mujer- una adelantada a su tiempo y una olvidada en el nuestro-, será un placer leeros, enlazar vuestras entradas en la entrada del Proyecto E20 y dar difusión desde el Proyecto a vuestras aportaciones. 

¡Os espero!

Y muchas gracias, como siempre, por la visita.


lunes, 3 de abril de 2017

A propósito de 'Shirley', de Charlotte Brontë. La frenología en la época victoriana


La época victoriana fue un tiempo de grandes cambios sociales, de progresos industriales y de despertar científico. Muchas preguntas y muchas dudas las que se planteaban los victorianos y a las que buscaban respuestas de uno u otro modo. Algunas de estas respuestas las buscaban en la frenología. Recordé este asunto que traía a los victorianos de cabeza gracias a la relectura de Shirley, de Charlotte Brontë, para la tertulia del grupo de Facebook  Los libros de Carmen y amig@s.

Son varias las ocasiones en las que la narradora de Shirley, la propia autora en este caso, hace mención a los órganos con los que cuenta o de los que carece tal o cual personaje en la descripción de sus caracteres y personalidades. Así, ya en el primer capítulo uno de los personajes,  Helstone, dice a otro,  Sweeting,

"Davy, thou hast an enormous organ of Wonder in thy cranium; Malone, you see, has none (...)"

para apenas unas páginas más adelante comentar de Mr. Yorke,

"Mr. Yorke, in the first place, was without the organ of Veneration"

por solo mencionar un par de ejemplos.

La frenología, que puede parecer una ridiculez a muchos de los lectores del  siglo XXI, era vista entonces como una ciencia seria y los escritores, como vemos, recurrían a ellos como recurso realista en la caracterización de los personajes. Los seguidores de esta teoría dividían el cráneo en áreas- 26 para algunos, 43 para otros- a través de las que, una vez bien determinadas y analizados sus "órganos", podían explicarse el comportamiento humano. A las personas, pongamos como ejemplo,  propensas a las peleas y discusiones se les llegó a encontrar un "órgano de combatividad". Se creía ciegamente que los recovecos y protuberancias del cráneo humano estaban directamente relacionados con la esperanza, el engaño, el ingenio,... El hecho de que no se pudiese demostrar esta relación y la forma del cráneo no disuadía a los estudios- muchos de ellos reputados y respetados científicos- para seguir creyendo en ello.

Este modo de interpretar la naturaleza humana que hacía la frenología produjo inevitablemente un profundo efecto  en el desarrollo no solo de la medicina sino de la antropología y, como consecuencia, en la expansión del imperialismo. Así un frenólogo, al examinar dos cráneos de nativos americanos y compararlos con los de europeos, decía,
"The magnanimity displayed by the Indians in their endurance of torture is a well-known characteristic of these tribes (...)"
La obsesión de la frenología por el cráneo iba a ser heredada por los antropólogos de generaciones futuras. Muchos de estos antropólogos estaban influenciados por el libro de Charles Caldwill, Thoughts on the Unity of the Human Species, que aprobaba, a partir de la evidencia craneal, que los afroamericanos "are no more competent  to live orderly, prosperously and happily, in  a large and separate community, under a government of laws, prepared and administered by themseleves, than is a similar number of buffaloes or beaters".

Uno de los más entusiastas discípulos de la frenología en el Londres victoriano fue el académico de medicina de la University College Hospital, John Elliotson, que además de una destacada figura dentro de la frenología llegaría a convertirse en uno de los más acérrimos defensores y estudiosos del mesmerismo, una práctica científica para aquellos que creían en sus poderes y una mera artimaña para sus numerosos detractores. 

La frenología como ciencia empezó a perder prestigio y credibilidad en torno a 1840 pero vio recuperado parte de su prestigio en la primera mitad del siglo XX.

¡Gracias por la visita!

Fuente: The Victorians. A. N. Wilson. Folio Society. London, 2008

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http://carmenyamigos.blogspot.com.es/2017/02/reto-tour-literario-condados-de.html


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