lunes, 28 de octubre de 2013

'Operación Dulce', de Ian McEwan


"Por supuesto, es una novela de espías. (...) Creo, de corazón, que es una historia de amor, pero no solo entre un hombre y una mujer, sino de amor a la literatura."
Con estas palabras, resume Ian McEwan su última novela, Operación Dulce- Sweet tooth en el original- que acaba de publicar en español Anagrama con traducción, como ya viene siendo habitual desde hace unos años, de Jaime Zulaika y que tiene como motivo inspirador la revista literaria Encounter, que fue en su momento financiada por la CIA. En Operación Dulce Ian McEwan, el aclamado autor de grandes novelas como Expiación o Ámsterdam, por citarr tan solo las dos que más he disfrutado, nos traslada a los años 70, a la guerra fría que se fraguó tras la revuelta del 68.  
"Me llamo Serena Frome (rima con plume) y hace casi cuarenta años me encomendaron una misión secreta del Servicio de Seguridad británico. No salí indemne. Me despidieron dieciocho meses después de mi ingreso, tras haberme deshonrado yo y haber arruinado a mi amante, aunque sin duda él colaboró en su perdición."
Y así comienza el libro, adelantándonos su narradora-protagonista ya desde el primer momento el desenlace. Ian McEwan puede permitírselo. El interés de la novela radica en el querer conocer la misión secreta, el porqué de esa deshonra y quién fue su amante y saber cómo se ido desarrollando todo pero, por encima de todo eso, el interés se reduce al deseo de disfrutar palabra a palabra de la magnífica prosa del autor. Un autor que me sedujo en la lectura de Expiación hace unos años y que, con la excepción de Amor perdurable, nunca me ha defraudado. 

La espía en Operación Dulce es Serena Frome, joven reclutada en la universidad de Cambridge por el MI5, el servicio de inteligencia británico, para infiltrarse en los ambientes intelectuales del momento. Inicialmente no parece la persona que el MI5 elegiría para tal cometido- no es la típica espía de un libro de Le Carré, por ejemplo, autor al que se hace homenaje en la novela- pero un profesor de la universidad, amante de Serena, será el contacto. El objetivo de la operación Dulce- camuflado en un supuesto interés por apoyar a los jóvenes escritores emergentes- es manipular a todo un país con una imagen de Inglaterra más adecuada a la realidad del momento, una manera esta de atacar la propaganda comunista.       
  

Pero Serena acabará enfrentada a sus propios dilemas de conciencia al ver cómo para cumplir con su objetivo se verá en la necesidad de engañar a Tom Healy, joven escritor- posible alter ego del autor con el que tiene coincidencias biográficas- del que ha acabado enamorándose y que le corresponde en sus afectos. Una pareja de amantes con gustos literarios muy dispares y que dará al autor juego para la construcción de estos personajes y de su propia visión de la creación literaria de ficción como un mundo de espejos, de apariencias y falsedades.

En relación a estos gustos literarios menciona Serena en cierta ocasión que El valle de las muñecas, de  Jacqueline Susann, es una  obra tan buena como cualquiera de las de Jane Austen. Como os imaginaréis, no he podido pasar este comentario por alto. Temo que, aunque una lectora voraz, Serena tiene unos gustos como mínimo cuestionables. Pero, aparte de estas preferencias literarias, he de decir que el personaje de Serena no me resulta particularmente atractivo, tanto en su actitud personal como profesional. Bien es verdad que nunca ha estado McEwan dispuesto, o preocupado, en construir personajes al gusto del lector.   

Utilizando la metaliteratura, la intriga, el romance y algunas sorpresas finales, Ian McEwan nos plantea, con acierto e inteligencia, los dilemas éticos que pueden plantearse al pretender manipular a las personas e inculcar una determinada ideología. La pericia y el oficio de Ian McEwan está sobradamente demostrada y en esta nueva novela el autor vuelve a estar a la altura. God save Ian McEwan!

¿Habéis leído algo del autor? Si la respuesta es sí, ya me contaréis. Si es no, permitidme recomendaros comenzar con Expiación. Obra maestra.

lunes, 21 de octubre de 2013

'El matrimonio de la señorita Buncle', de D. E. Stevenson


El matrimonio de la señorita Buncle, está dedicado

"a quienes disfrutaron con la señorita Buncle y pidieron más"

Y una servidora se encuentra, sin duda, entre ellos. Tras la lectura de la deliciosa y encantadora novela El libro de la señorita Buncle se hizo inevitable continuar acompañando a su protagonista, Bárbara, en su nueva vida, ahora casada ya con su editor, el señor Abbott, Arthur.

Nueve meses después de la conclusión de El libro de la señorita Buncle nos encontramos a la pareja viviendo en la casa de él, a las afueras de Londres. La vida no le vas nada mal juntos pero ambos se sienten un tanto desbordados por los compromisos sociales a los que se ven obligados a asistir. Los dos coinciden en que serían más felices viviendo alejados de esa vorágine, en el campo, en una bonita casa con jardín. Bárbara se lanza entonces a la búsqueda de esa casa ideal, y se topa con una en estado bastante deplorable en Wandlebury- la Casa del Arco- pero a la que ve muchas posibilidades y a cuya restauración se dedica con empeño.

Casa de campo en Wandlebury
En su nueva residencia Bárbara seguirá atenta a lo y los que la rodean, aunque ahora se percibe cierto cambio en ella, parece sentirse mucho más segura. Es este un punto al que hace referencia en varias ocasiones y en el que se hace muy cuesta arriba empatizar con la protagonista, ya que su seguridad viene derivada del hecho de haber cambiado de estado civil, de estar ahora casada, que ella siente le da su sitio en el mundo. En 1934, año de publicación de la novela, esto debió considerarse ya un tanto retrogrado. Sea como fuere, Bárbara camina con paso más firme y se siente más realizada.    

Y no se perderá detalle de sus vecinos y sus peculiares niños, de una herencia un tanto enigmática, y del romance que vivirán la joven Jerry- de la que tan solo Bárbara conoce su secreto- y Sam, el sobrino de Arthur. Un romance este un tanto tópico, aunque con algunos giros y sorpresas, pero cuya escasa originalidad no resta placer a la lectura sino que redunda en la creación de un ambiente amable, grato y lleno de optimismo y esperanza hacia el tiempo por venir.

D. E. Stevenson (1892-1973)
Puede que en El matrimonio de la señorita Buncle se haya perdido un poco de la chispa y la frescura del primero, pero es indudablemente un libro de lectura muy agradable, con sentido del humor, con una Bárbara Buncle que no ha perdido su ingenuidad, con olor a campiña inglesa y con ese toque British de toda la obra de D. E. Stevenson.

Resulta encantador ser testigos de la apacible y sólida relación que Bárbara y Arthur mantienen, con su espacios individuales, basada en el respeto y en un cariño que se nos revela en su vida cotidiana. Y es, del mismo modo, muy interesante vivir el día a día de la Inglaterra de los años treinta, en donde la clase media aún podía gozar de ciertos privilegios- poder contar con institutrices, por ejemplo- pero en el que se percibe ya un cambio inexorable; en ciertos aspectos, se hace evidente que ese mundo está a punto de desaparecer.    

Las dos señoras Abbott es el tercer y último título de esta serie. Espero zambullirme de nuevo en el mundo Buncle, disfrutarlo tanto como los dos primeros y poder traeros su reseña hasta aquí en breve.
      

lunes, 14 de octubre de 2013

'Bartleby, el escribiente', de Herman Melville


A decir verdad la experiencia de mi primera lectura del relato Bartleby, the scrivener, en la época de la universidad, se puede reducir a desconcierto,  incomprensión y nula inclinación a desentrañar sus vericuetos. Sin embargo, en su segunda lectura, ahora en la actualidad, la percepción de la obra ha sido otra bien distinta, y el desconcierto se ha convertido en interés, reflexión y admiración por el genio de Herman Melville. Como bien dijo Jorge Luis Borges a Susan Sontag,
"La relectura es una actividad que considero muy importante, ya que uno renueva el texto: el libro y uno, ya no somos lo mismo en el momento de las relecturas. Como dijo Heráclito: 'Nadie se baña dos veces en el mismo río'. El río fluye, y Heráclito también fluye. Y yo soy ese viejo Heráclito bañándome no en ese mismo río, sino en otro, agradeciendo la frescura de esas aguas." 
Hasta el siglo XIX la literatura americana había permanecido totalmente dependiente de la literatura inglesa pero a partir de 1800 autores como Poe, Whitman, Crane, Dickinson, Emerson, Hawthorne y nuestro autor de hoy, Melville, comenzaron a expresar la realidad americana, creando así un estilo propio, aunque cada uno con temática y formas bien diferenciadas.

En la ficción de Melville el hombre se haya viviendo permanentemente en una dualidad: el Bien contra el Mal, la "cabeza" contra el "corazón". Su sentido tráfico de la vida, con ese estilo bíblico que caracteriza al autor, parece expresar un universo que se confabula contra la felicidad y la paz mental del individuo. Y ante esta situación no queda a veces otra alternativa más que la resignación, el abandono de uno mismo


En Bartleby, the scrivener un abogado, el narrador de la historia, contrata para su despacho a un escribiente, Bartleby. Todo transcurre con total normalidad hasta que un día, para sorpresa del abogado y de los otros empleados, Bartleby se niega a realizar su trabajo, "I would prefer not to" ("Preferiría no hacerlo"). Pero este abandono acaba afectando no solo al trabajo sino a los demás aspectos de su vida. Ni el abogado, ni nadie, logra comprender la actitud de Bartleby y el trágico final acaba por precipitarse.

Pero, ¿cuál es el motivo del abandono existencial en el que se sume Bartleby?

Algunos han visto en esta obra, en la resignación de Bartleby, una proyección autobiográfica de Melville que, habiendo perdido el favor del público que le habían dado historias de aventuras como Typee, se resigna a volver a ellas en busca de fama y dinero dejando atrás otras ambiciones como escritor. Sin embargo, a mi entender hay que buscar interpretaciones más universales... 

Quizá el "Dios ha muerto" postulado años más tarde por Nietzsche, ese llegar a ser consciente de la no-existencia de Dios lleva a Bartleby a la total desesperanza. O tal vez, en el ejercicio de su libre albedrío Bartleby haya decidido que la no-acción se convierta en su modo de vida. Pero no se ha dado cuenta de que la falta de acción, de pasión, convierte al ser en la nada, la negación de todo, como escribía Sartre; el ser es existencia, no esencia.


Cabe la posibilidad de que, tal vez, Bartleby se sienta como esas cartas muertas, sin destino y por todos olvidadas, haya perdido el valor y el sentido de la vida y caído en una profunda depresión vital. ¿O es Bartleby acaso un rebelde, un dinamitador del orden social?

Sea cual fuera la causa de ese "I woul prefer not to" parece estar claro que la decisión de Bartleby es una decisión en libertad. ¿O no? Los científicos actualmente proclaman que ese libre albedrío es una ficción, una quimera, en un mundo mas determinista de lo que el hombre desearía. Determinismo que nos convierte en marionetas en manos de la biología o la genética y que deja un vacío ético y moral bajo nuestros pies.

Como se puede comprobar Bartley, the scrivener no es buena literatura, de la que ofrece respuestas, sino gran literatura, de la que plantea al lector múltiples y retadores interrogantes. Es una figura de múltiples caras en las que cada uno puede hallar su reflejo.

"Ah Bartleby! Ah humanity!"

"¡Oh Bartleby! ¡Oh humanidad!"


Esta portada que os dejo aquí arriba es la de la edición que yo he leído, de Penguin Classics, que está en casa desde los años de la facultad y lleno de anotaciones varias- Helene Hanff seguramente me reprendería por ello-, y que recoge otros relatos de Melville, como Billy Budd, the sailor, que, en cuanto le encuentre un hueco, lo encontraréis también reseñado en el blog.


martes, 1 de octubre de 2013

Un nuevo rumbo...

 

Ya os comenté en Facebook hace unos días que con la llegada de octubre el blog tomaría nuevos rumbos. Y el nuevo rumbo ya está tomado.

Es verdad que esta semana tengo pendiente aún dos entradas con la actualización del reto Bicentenario de Orgullo y prejuicio y el sorteo de los tres ejemplares del cómic de la novela, pero a partir de la semana que viene el blog solo se actualizará una vez por semana. Y este será solo el primer cambio. 

Seguramente ya os habréis dado cuenta de que llevo varios meses sin comentar en vuestros blogs. Aprovecho para pediros mil disculpas a todos vosotros y también agradecer muy sinceramente a quienes a pesar de ello seguisteis visitándome y dejando vuestros comentarios. La verdad es que no podía visitaros a todos y, cortando por lo sano, decidí no hacerlo en ninguno. Pasarme cinco horas o más cada día pegada al ordenador con las entradas diarias del blog y las visitas y comentarios en los vuestros se me acabó haciendo una carga. Necesito tiempo para mis otros intereses e inquietudes. De ahí que haya tomado esta decisión. Con una entrada a la semana el resto de los días puedo ir dedicarme a otras actividades y visitaros tranquilamente, sin prisas ni agobios.

Este blog es mío y solo mío, y quiero disfrutarlo sin presiones, sin compromisos. Y esto me lleva a otro cambio sustancial. A partir de hoy mismo el blog no colaborará con ninguna editorial o autor. Los libros que me interesen los adquiriré yo. Todos sin excepción. Tengo todavía muchos envíos de editoriales y autores por reseñar- me sabe muy mal no poder llevar esto al día- e iré poco a poco colgando las reseñas pero no aceptaré ningún otro envío. Este curso académico me centraré en el estudio de la literatura española de los siglos XVIII y XIX. Como sabéis, siempre he dedicado un hueco especial a los clásicos y quisiera darles, si cabe, aún más espacio. Por supuesto, estoy muy agradecida al apoyo que las editoriales han brindado al blog en estos más de cuatro años, y seguiré atentamente sus newsletters y leyendo los títulos que publiquen y sean de mi interés pero quizá con menor atención a las novedades.

Tengo la sensación de que el blog va contracorriente pero quiero que vuelva a ser un blog personal, totalmente personal. Doy por supuesto que, al actualizar menos, el número de visitas descenderá, pero no es eso lo prioritario para mí. Necesito este ritmo pausado alejado de la vorágine de novedades y más novedades y más libros que llegan a casa y ... Stop!

Ojalá en esta nueva etapa pueda seguir contando con vuestras visitas. Hoy más que nunca, ¡¡mil gracias por estar ahí y por vuestros comentarios!! Nos leemos...